Capítulo 3.
- Quita tus pies de ahí.
Esas simples palabras le sacaron de su ensueño a la rusa. Y a la vez la nostalgia en su estado más grande de pureza fue inyectada en sus venas, llegando por esos diminutos conductos al corazón helado que habitaba en ella. Y es que aquellas nobles palabras expulsadas por la regordeta rubia habían sido pronunciadas hacía años, en un carro robado. Recordaba a la perfección aquél momento en el que su amistad con el patriota que era Steve Rogers había comenzado.
- ¿Qué?- Dijo de forma inocente, aún sin apartar su pies. Y es que le era una costumbre ya, a pesar que el centinela de la libertad solía renegar aquello, ella lo seguía haciendo. Eran pequeñas marcas que atravesaban cualquier barrera temporal, cualquier realidad destructiva.
Estaban en el carro de la doctora. Y ésta última llevaba a la rusa a un lugar incierto, aunque el secretismo se le daba fatal. De alguna forma la rubia quería brindarle todo aquello que le hacía falta, de alguna forma ella había percibido lo que ni la rusa veía, estaba carente de emociones. Se deslizaba por la vida en círculos, en un carrusel de sueños rotos. Pero la rubia estaba ahí para rescatarle, le había ganado a la muerte y recuperado su alma, no sería diferente esa vez.
Habían pasado varios minutos cuando la conductora del anticuado auto color marfil estacionó fuera de un museo, ostentoso y moderno. La pelirroja no podía reconocerle, y es que no conocía ese lugar, o creía que no estaba antes de que ella se hubiese ido. Habían pasado dos años, dos años de cambios, y debía seguir adelante.
Su mente era una tormenta llena de pecados y sangre, un huracán que podía arrasar con todo aquello que le molestaba. Y en esos instantes lo único que le molestaba era el secretismo que callaba aquella sonrisa ladina de la doctora. Iba a bajar del auto en un movimiento rápido, pero la mano de Blair extendiéndole un artilugio tecnológico de avanzada le frenó, algo que la rusa miró con extrañeza por unos longevos segundos.
- Nadie debe saber que Natasha volvió, ya sabes de qué hablo.
Asintió. Aun estando llena de impotencia se colocó el dispositivo detrás de su oreja, permitiéndole que cambiase su apariencia, que le convirtiese en aquello que las demás personas querían ver. Pero ¿qué pasaba con ella? Quería ver los rostros de sus amigos sin la necesidad de decir una mentira más, pero al parecer mentir erala única cosa para la que realmente servía. Finalmente con los pies en el suelo recorrió el lugar con su mirada, realmente podía notar los cambios en todas partes, desde los árboles hasta los edificios. Se sentía fuera de tiempo, y eso solo provocaba un vuelco en su pecho, y una vacilación infinita.
Sintió como una mano se posó en su hombro, y no tardó en deducir que era la rubia brindando todo el apoyo posible a la rusa que yacía perdida en sus pensamientos, y más que pensamientos, sentía que su realidad se volvía cenizas. Ahora debía comenzar de nuevo, ser una persona diferente y olvidar. Pero ella... Ella no quería olvidar aquellos magníficos años en los que había encontrado su todo en aquellos pares de ojos imperfectos que solían mirarse a sí mismos y temer.
Por primera vez podía admitirlo, tenía miedo. Miedo a cambiar y perderse en el intento, miedo a que ninguna persona pudiese ver más allá de sus ojos. Porque ella era más que una asesina a sueldo, ella era un ser humano y como tal tenía un millón de sentimientos recorriéndole a cada instante.
Era demasiado. Y lo supo una vez que ingresó a ese museo lleno de sofisticación. Las personas se movían a mares, chocando las unas con las otras para luego pedirse una disculpa llena de falsedad, suponía que lo único que perduraba en la humanidad era ese toque de maldad inocente, ese egocentrismo desmedido que afectaba a todos en cierto punto. Detalles, detalles que difícilmente podían ser corregidos ya que era algo tan presente en las personas, el individualismo puro arraigaba entre cada uno de ellos con sutileza.
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BLUE STORM─ Romanogers.
FanficNatasha Romanoff, una ex agente fallecida en batalla, vuelve repentinamente a la vida dejando consigo un maraña misteriosa ante un mundo impactado al notar una clara victoria de parte de la vida hacia la muerte.