IX

317 30 14
                                    

Capítulo 9.

El amanecer comenzaba a teñir la falsedad con luz creciente, provocando que las mentiras piadosas comenzaran a desvanecerse. Todo en ella era calma desde ese momento en el que su respiración era acompasada con su corazón palpitante, dormida entre sueños brillantes se encontraba, nadando en un mar ambiguo de emociones aladas, disfrutando de la suavidad de las quimeras mientras rozaban su espalda. Se sentía de nuevo en su hogar cuando en sus sueños podía disfrutar de una taza de café con los que ya no estaban presentes en su mundo, entre sonrisas traviesas y bromas de mal gusto, la verdad era que se proyectaban sus deseos en aquellos instantes, regresar el tiempo al punto en el que no lo había perdido todo era anhelado con fuerza por aquellos labios rojos.

Finalmente se vio capaz de abrir sus ojos cuando la luz proveniente del exterior comenzaba a resultarle una molestia, y es que se sentía desnuda ante una calidez infinita que comenzaba a efectuar un cosquilleo en la piel de porcelana presente en su rostro. Se percató de lo envuelta en mantas que se encontraba, o el hecho de que su cuerpo reposaba sobre una cómoda cama delicadamente ordenada. No sabía dónde se encontraba, más las suposiciones le decían que debía ser la habitación del centinela que con caballerosidad le había permitido alojarse en aquél entorno favorecedor para su desgastado cuerpo de hielo.

Miró su imagen unos instantes en el pequeño espejo que colgaba en una de las paredes, sintiendo en el acto de caminar una pesadez inmediata. Parecía que el estrés comenzaba a enredarse con su alma finalmente, generando ecos de exhaustivo cansancio por su cuerpo, desgastando su alma aún más de lo que se encontraba. Efectivamente todo estaba en orden, la máscara facial que recubría su rostro estaba intacta y la peluca no se había salido de su lugar, las mentiras seguían gobernando el mundo y la luz jamás llegaba a aliarse con la verdad. No le gustaba mentir a una figura tan importante como Steve, pero nada le aseguraba que le perdonaría por ocultarle eso tanto tiempo, nada le brindaba la seguridad suficiente de que él le miraría con esos destellantes ojos después de algo colosal como la verdad.

Cerraba los ojos pensando en lo que haría su difunta amiga, pensando en qué consejo le brindaría. Pero lo único cierto era que no sabía absolutamente nada de cómo debía actuar una vez ella ya no estaba a su lado, una vez que los ángeles habían decidido llevársela de su lado. Quizás era un demonio lo que vivía dentro suyo, intentando ocultarse en el mundo terrenal, llenando de perversidad y cenizas a los seres con alma pura, solo encontraba razones absurdas al hecho de que siempre terminaba perdiendo a las personas que más quería. Canciones de hielo y fuego eran compuestas con resiliencia entre las criaturas que comandaban la muerte con fervor, nada era para siempre en un mundo de dolor.

Se levantó con vertiginosa expresión, sintiéndose ajena a la vida que le rodeaba y a la amabilidad que le envolvía. Y es que al final del día no paraba de pensar en que realmente no merecía ninguna palabra amable proveniente de labios suaves ni siquiera un simple roce de personas fuertes, quizás sí merecía la muerte que había tenido. La muerte era bullicio, y entre la bruma había sido incapaz de hallar paz, pero incluso estando viva sentía que añoraba los tiempos en los que realmente no debía ser perspicaz, esos tiempos en los que no tenía un cuerpo realmente y solo disfrutaba el hecho de flotar como un fantasma entre un limbo ardiente de selladas palabras fervientes.

La casa parecía estar solitaria, y es que no había sonido alguno que le hiciera percatarse de una presencia enemiga o en el caso del Capitán, una presencia conocida. Pero algo estaba mal, y es que conocía al rubio desde los pies a la cabeza y sabía que no dejaría tanto desorden como si hubiese tenido una pelea interna, encontrar ropa hecha jirones se estaba haciendo usual cuando comenzaba a caminar por los pasillos sin más. Parecía ser un rastro el que perseguía pero sabía que si hubiese entrado la adrenalina por la puerta de madera lo sabría aún sin estar despierta.

BLUE STORM─ Romanogers.Where stories live. Discover now