VIII

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Capítulo 8.

— Me gusta tu hogar.

Finalmente susurró la chica con la devastación colgando en sus palabras, aniquilación finita envolvía sus huesos y maldecía su alma. Eran tantas las palabras silenciadas que decir algo parecía un sacrilegio interno, algo completamente lleno de locura y nefasto sentir, añoraba los tiempos tranquilos en los que las palabras solamente volaban libremente en el viento y nada prohibía el hecho de ser expulsadas, el universo nuevamente se teñía de rojo con toques diabólicos al arrebatar vidas inocentes en un simple frenesí violento que colocaba los números del presente con fuerte color rojo.

Seguía cubierta se sangre la chica, sangre que ni siquiera le pertenecía, la nívea nieve de su piel se cubría nuevamente con el color de sus pesadillas. Rojo, su cabello recubierto por la peluca obsidiana era rojo como las manchas en todos su cuerpo, todas las manchas que permanecían intermitentes en su alma. No había hablado por horas, y es que la sugerencia de llevarla a ese lugar había sido disparada y su instinto de huir había salido a flote con sentimientos inconmensurables endureciendo su garganta. Quizás era hielo el que recubría el interior de su cuerpo, convirtiendo en cenizas todo lo que significaba humanidad en su espíritu. Blair siempre le había consentido diciendo que sus fetiches violentos siempre tendrían una consecuencia de igual índole, solía reprimirle la difunta con gestos nobles. Pero sabía a la perfección que sin ella todo sería desvelado, una nueva era se aproximaba, un nuevo inicio del fin empezaba.

— Es más el gusto de Sam que el mío.— Susurró el chico con una sonrisa amena en sus labios devorando la tristeza en un mismo acto. Sabía que estaba espantado y con mil preguntas, sabía que la tormenta estaba jugando en su interior y que la reprimía con un simple apretón de mandíbula.— Sam es mi amigo, por cierto. Trabajó conmigo y con Nat por un tiempo. Luego se integró a la nueva división de Vengadores.

— Conozco a Sam Wilson. He leído su historial, como el de todos los héroes posibles.- Dijo finalmente sin darle muchos rodeos a la situación.— Me quiero duchar, no me siento bien teniéndole a ella en todas partes.

La chica habló de forma vacilante levantándose del sillón en el que estaba instalada, la suave tela abrazaba con calidez su cuerpo envolviéndola con suavidad. Pero ya era hora de quebrarse lentamente y sabía que en el único lugar en el que sentiría seguridad para hacerlo era en aquél baño, sintiendo el agua cayendo por su espalda, mazándose con las lágrimas. El soldado accedió con un simple asentimiento de cabeza razonable, y es que en el fondo la pelirroja sabía que él podía ver su alma tintada de igual forma y sus alas cortadas, porque ya no le temía más a la muerte, era la vida la que cumplía la función nuevamente de enloquecerle y dejarle llorando de su mala suerte.

No tardó en encontrar el baño de la casa de grandes paredes blancas, era formal el arte presente en cada retrato y glorificante el verde de las plantas, diseñada por los dioses de lo pulcro estaba aquella casa. Y el baño no era la excepción, solo resaltaban los azulejos que de alguna manera lograban gustarle, los espejos en todas partes que lograban espantarle al igual que la cantidad de luz presente en la habitación, cegándola por completo, matando su visión. El soldado de cabellera finamente rubia le había dicho que conseguiría ropa para ella, y ya se imaginaba la espía una inmensa camisa azul recubriendo su cuerpo, y unos pantalones embolsando sus piernas. Y es que no veía la oportunidad de que el centinela de la libertad pudiera poseer ropa femenina, aunque la vida siempre daba muchas vueltas.

Comenzó a desnudarse frente al espejo, obviamente había trabado la puerta para hacerlo. Lo primero que fue arrancado de su cuerpo fue aquella mascarilla tecnológica que cambiaba la mayoría de las facciones convirtiéndole en otra persona diferente, una persona que se quedaba callada y no se quebraba, una persona que sentía la muerte y la ignoraba. Pero frente al espejo, comprobó en aquél instante que era humana, con pizcas sangrientas manchando su rostro, con líneas de expresión que demostraban lo cansada que estaba y sobre todo, con aquellas ojeras violáceas alzándose con resiliencia debajo de sus ojos. Se sentía frágil siendo Natasha, se sentía débil no siendo escondida entre mil y una capas.

BLUE STORM─ Romanogers.Where stories live. Discover now