Origen y destino

¿Puedo llamarte papá?

—¡Mamá! —exclamó Moroha, al ver llegar a su madre junto con el "otro".

—¡Moroha! —respondió, levantándola en brazos— lamento la demora, estaba....

—¡Ah! la reconciliación es lo mejor de las peleas —interrumpió Miroku palmeando a Inuyasha— ¿Verdad amigo mío?

—Cierra tu boca —amenazo Inuyasha sonrojándose— o te mataré.

—No a la agresión —calmo.

—Kagome-chan debes estar cansada, ven siéntate —ofreció amablemente Sango, alcanzándole un vaso de agua como el suyo.

—¡Oh! Casi lo olvido —recordó Miroku— Inuyasha se nos acabó la leña, hay que ir por más.

—Ve tu solo.

—Vamos, tu calor no será suficiente para abrigar a Kagome por las noches, aún están frígidas ¿verdad Sanguito? —dos mujeres escupieron lo que estaban bebiendo, tres quedaron sonrojados y cuatro golpes fue lo que recibió, dos de Sango y dos de Inuyasha.

—¿Quieres morir verdad?

—¡Hay Miroku! nunca vas a aprender a cerrar tu "bocota" —suspiro Shippo.

—Yo solo decía.

—¿Qué esperas Miroku?, no tengo todo el tiempo —grito Inuyasha saliendo de la casa.

—Iré con ustedes.

—Pues apresúrate Shippo.

Los tres salieron en busca de la leña para mantener el ambiente caliente entre otras funciones que, está, cumplía. Kagome y Sango se quedaron con los niños, quienes jugaban tranquilamente mientras ellas conversaban de temas triviales.

—Kagome-chan, ¿Inuyasha sabe de Moroha?

—No —dejo de comer—, aún no sé cómo debería decirlo.

—No te preocupes, llegará el momento oportuno —la calmó—, pero me sorprende que no se haya dado cuenta.

—De hecho, no pensé que ustedes lo adivinarían.

—¿Cómo puede ser posible? Si es una versión miniatura de él, excepto por el cabello, tus ojos y sonrisa.

—Parece que los Dioses me premiaron ¿no es así? —rio divertida.

—No puede ser tan malo —desvió su mirada a la pequeña sentada con sus hijas.

—Decías... —volvió a reír, viendo a Moroha quejarse de la misma forma que Inuyasha.

—Pues dicen que, "lo que se hereda no se hurta". Y acabamos de comprobarlo —rieron juntas.

Cerca de un par de horas después, ya caída la noche los muchachos regresaron con leña más que suficiente, bueno Inuyasha cargaba la mayor parte de esta, y precisamente por eso, es que el monje siempre esperaba su compañía.

—Ya volvimos —entro corriendo Shippo— está muy frígida la noche.

—"Shhh"

—¿Qué pasa Sango?

—Kagome se quedó dormida, hablen más bajo.

—Debe estar agotada por el entrenamiento.

—Debe ser Shippo —afirmo Sango—. Pero y ustedes ¿Por qué se demoraron?

—Dudo que sea así —murmuro Miroku.

—¿Qué dijiste?

—Nada importante Sango, nos detuvimos a exterminar un demonio insignificante y nos pagaron muy bien.