¡No perteneces aquí!

119 15 7
                                    

La tensión se sentía durante la cena, Inuyasha y Kagome no intercambiaron palabra alguna, pero para empeorar las cosas Akitoki se desvivía por atender a sus invitados, prestando especial atención en la miko, gestos que no pasaban desapercibidos por el hanyo celoso al otro lado de la habitación, terminando la cena; Sango y Kagome se sentaron en el descanso que daba al jardín de la parte trasera, mientras Miroku y Shippo le preguntaban a la otra parte sobre el motivo de la pelea, y le incitaban a ceder a la reconciliación, minimizando sus razones.

Las cosas venían complicadas en su relación, Inuyasha siempre dio por sentado que el amor de ella era solo por él, pero aquella vez, aquellas sombras le mostraron lo que había pasado en esos tres años que no estuvo ahí, «ella pudo enamorarse de alguien más» pensaba, sin embargo, hace unos días lo vio hecho realidad, su "exnovio", en esos tres años ella tenía una vida en su época, estaba sumido en sus pensamientos, en sus dudas

—Inuyasha acaso seguirás ignorándome —dijo una miko enfurecida, quien decidió ceder en esta ocasión, pero aquel se atrevía a ignorarla.

—¿Qué quieres? —respondió el ambarino aún con la duda que le generaba sus propios pensamientos, la vio suspirar, «está cansada de mi» pensó

—¿Tienes algo que decirme? Deja de mirarme como si fuera culpable de algo.

—¡Feh! —desestimo la acusación de ella.

—¿tienes algún problema conmigo? ¿Es eso? —replicó, pero él la ignoro dándole la espalda, este acto la enfureció aún más —¿estas dudando de mi verdad? —él no respondió— te dije que no pasó nada, ¿aun así seguirás dudando? —advirtió, por alguna razón la estaba haciendo quedar como la culpable, ella se sentía así, las emociones le estaban ganando, suspiro para contener todo lo que tenía dentro, aquel tipo que la buscaba, su embarazo, Inuyasha dudaba de ella, sus dudas que surgieron nuevamente, el pasado, o es que...acaso... suspiro y lo enfrento a la cara —¿Por qué dudas de mí? —solo escucho el silencio, sonrió levemente, sarcásticamente— si fuera Kikyo no dudarías ¿verdad? —grito con todo lo que llevaba dentro, haciendo que los demás guardaran silencio.

—ja! Kikyo jamás me hubiera engaña...

—...<clap>... —solo se escuchó el sonido de la mano golpeando la mejilla.

—¡suficiente!, ya es suficiente me largo —exclamo, bajando su mano derecha siendo tomada por la izquierda, se acercó a Sango "daré un paseo sola" le dijo a la exterminadora en un susurro, con la cara molesta y los ojos a punto de llorar, Miroku y Shippo dieron un salto hasta donde quedo el hanyo abofeteado y paralizado, mirando como la miko dejaba el lugar con Kirara como acompañante

—¿Dónde vas? —Kagome no camino mas de dos metros y fue interceptada por aquel que la había herido de una forma tan cruel, esta vez tendría que hacer mucho si quería ser perdonado.

—a casa, lejos, donde no vea tu cara —hablo fuertemente, mientras paso por su lado, su intención era seguir caminando, pero él tomo de los antebrazos en un agarre fuerte obligándola a verlo,

—tal vez sea lo mejor —hablo Inuyasha

—¿qué...?

—después de todo no perteneces aquí —continuo, «estarás mejor en tu época, tienes una vida allá» dijo en su mente, mientras la miraba, sus ojos, aquellos ojos hermosos siempre alegres, esta vez estaban sorprendidos, incrédulos, amenazantes con llorar, su boca se abría como si quisiera decir algo, pero parecía no encontrar las palabras correctas, ella forcejeaba para liberarse del fuerte agarre, él tenía miedo de soltarla, si lo hacía, temía no poder volverla a sujetar

—tienes razón, ya lo sabía —sonrió de forma forzada mirándolo a los ojos— siempre lo supe, pero no quise admitirlo, quise convencerme, pero... — trago fuerte, tenía un nudo en la garganta y una lagrima se escapó de sus ojos, rodando por sus mejillas— ...después de todo solo soy el reemplazo de Kikyo ¿verdad? —él desvió la mirada, tal vez era mejor así...

—Ka-gome —las palabras no alcanzaban, ella seguía tratando de soltarse, pero él aumento la presión en su agarre

—Inuyasha que demonios estas diciendo —gritaron Miroku y Shippo

—¡basta! —grito Kagome, callando a los tres— es suficiente, no necesito que intercedan por mí —dijo mirando a sus amigos esta vez, para después dirigirse al ambarino— no quiero tu lastima Inuyasha, no quise jamás obligarte a nada —lo miro por un segundo, para después desviar la mirada, ya no podía soportarlo, no podía más, si se quedaba ahí, se derrumbaría, y ya estaba claro que no tenía nada— me estas lastimando —hablo bajo, él aflojo el agarre, pero ella continuaba forcejeando.

—Kagome no...

—¡Suéltame! —hablo fuerte, para sonreír después — por favor —ella no lograba zafarse de la presión, él no la dejaba «¿Qué demonios?» pensó, ya era suficiente— Sango préstame a Kirara —grito y la aludida corrió a ella transformándose— chicos lo siento, pero yo...yo no debo estar aquí —explico al grupo atrás suyo— ¡Adiós! —fue lo último que les dijo con una sonrisa triste en el rostro.

—Kagome ¿qué vas a ...? —trato de preguntar Inuyasha, esa última palabra sacudió y presiono su corazón, se sintió peor que aquella flecha con la que fue sellado

—Abajo, abajo, abajo... —la muchacha repitió esa palabra unas cuantas veces, a la primera se liberó del agarre, la segunda fue por lo que le dijo, y las siguientes fueron para poder ganar tiempo mientras se alejaba.

—Kagome basta — grito Inuyasha en el suelo, luchaba por incorporarse, seguía escuchando su voz hasta que de repente paro, todo estaba calmo, en silencio, se levantó rápidamente, no la vio, levanto la vista y vio cómo se alejaba, su corazón latió como nunca, su respiración dolía, su mente estaba perdida, debía aclarar todo, debía seguirla, no sabía por qué, pero tenía un mal presentimiento si es que la perdía de vista y no la alcanzaba, el rostro de Kagome en todas sus facetas se le venía a la mente, todas sus palabras de cariño, sus enojos, sus reproches, todo, «medición», se maldijo una y mil veces mientras corría tras de ella, todo le decía que se había pasado de la raya.

Ella iba montada en Kirara, las lágrimas brotaron sin que pueda detenerlas, no miro atrás, no debía, todo por lo que estaba aquí, todo se esfumo, dejo todo por él, y ahora,...ahora, jamás importo, todo fue por Kikyo, jamás estaría a la altura, solo sería un remplazo, continuo pensando, reprochando y llorando, mientras le pedía a Kirara que se diera prisa, mientras más rápido llegara, más rápido terminaría, pronto diviso el pozo, se bajó de Kirara, le agradeció y le dio una caricia en la cabeza, no vio nada, no escucho nada, corrió hacia el pozo y salto sin ver ni una sola vez atrás.

Él la miro bajarse de Kirara, corrió tan rápido como sus piernas le permitieron, la vio saltar al pozo y un destello de luces le indico que logro atravesar el pozo, él salto tras ella, pero piso firme, su corazón latía tan fuerte que era difícil mantenerlo en su sitio, tenía un nudo en la garganta, salió del pozo y volvió a saltar en el, lo hizo unas tres veces, teniendo el mismo resultado, llego al final, toco hondo en aquel lugar «¿Por qué? Por qué no se abría» se preguntó una y mil veces, utilizo sus manos para cavar, con la esperanza de cruzar, golpeo el fondo, grito su nombre, grito que lo sentía, grito pidiéndole que volviera, pero no hubo respuesta, ya no estaba, ¿acaso ya no la vería mas?, no escucharía su voz.

Solo el silencio lo acompañaba, en su mente estaba aquella última imagen, en la que tenía una sonrisa triste, los ojos llorosos, la mirada perdida, solo tenía esa imagen en la mente, como fue que le hizo eso a la mujer que amaba.

Ella llego al otro lado, estaba sentada sobre el suelo firme, «se acabó» pensó, —no te preocupes bebe, yo cuidare de los dos —dijo abrazando su vientre, mientras las lágrimas silenciosas rodaban por sus mejillas.

Ella y él, después de todo, tal vez no estaban destinados a estar juntos al final...

Origen y destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora