El ex novio

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—Inuyasha, mamá, pique algo de fruta fresca —dijo la muchacha regresando e ignorante de todo el revuelo que pasaba por la mente de aquel que dejo solo, y no solo en la mente sino por allí abajo, algo había comenzado a despertar por el esfuerzo que hizo al recordar— ¿ehh pero que pasa Inuyasha, estas todo rojo, te sientes mal? —cuestiono, poniendo las manos en su rostro para verificar la temperatura.

—nada hija, solo estábamos platicando —respondió la mamá—vamos a comer esa deliciosa fruta, supongo que Inuyasha debe enfriarse un poco —añadió divertida y pícaramente la madre.

—enseguida las alcanzo —respondió, la razón de cotilleo de las dos damas que salían «debería agradecerle apropiadamnete a Kagome» pensó, sinceramente agradecido, pero su propio juego de palabras se ruborizo aún más.

—mamá de que estaban hablando —pregunto curiosa— nada importante hija, comamos un poco de fruta mientras nos cuentas como han estado...

La tarde paso de lo más tranquila, la familia festejo el regreso de la hija y el "hijo", la Sra. Higurashi preparo comida deliciosa, mientras le informaba sobre el rumbo que habían seguido sus amigas, y como transcurrían los días allí, Sota le preguntaba cosas a Inuyasha y le ayudo a secar su cabello después del baño, fue ameno, fue familiar e Inuyasha noto lo mucho que Kagome había extrañado a su familia, y viceversa, comieron un gran festín, Inuyasha quedo tan satisfecho que estaba cansado, al llegar la noche la pareja se quedó en la habitación de ella, la Sra. Higurashi pudo descifrar, gracias al interrogatorio previo a su yerno, como iba la relación entre ellos, así que sería un poco "arcaico" pedirles que duerman en habitaciones separadas.

Kagome se lanzó sobre aquella suave cama, abrazando su almohada, no podía negar que había extrañado esas comodidades, pero no era comparable con el hogar que Inuyasha le brindaba, el por su parte la miraba embelesado y sintiéndose un poco culpable, no podía brindarle esas comodidades a las que estaba acostumbrada.

—Ne, Inuyasha —llamo ella, viendo la expresión en su rostro— ¿Qué fue lo que estabas platicando con mi mamá? —cuestiono, seguía curiosa por lo de la tarde.

—eso me recuerda —dijo acercándose a la cama— debo agradecerte apropiadamente —sonrió maliciosamente— mientras se tumbaba encima de ella.

—eso me recuerda —dijo acercándose a la cama— debo agradecerte apropiadamente —sonrió maliciosamente— mientras se tumbaba encima de ella

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—Inuyasha aba...— su "palabra" fue suprimida en el beso iniciado por él.

—¿si quieres que este abajo, no tengo problema alguno? —dijo separándose de ella, mientras intercambiaba posiciones

—Pervertido, mi familia está en la casa —protesto ella— pueden escucharnos.

—entonces tendremos que ser silenciosos —fue lo último que pronuncio, sus manos ya se encontraban dentro del camisón de la chica encima suyo, no se cansaría de tocar aquella piel, de manosear aquellos pechos, de verla imponente encima suyo, mostrándole todo lo que quería ver —me encanta, que estes encima, pero dada la circunstancia —tomo el cuerpo desnudo de ella y la aprisiono en la cama— deberíamos ser rápidos —empezó a besar su cuello, sus pechos su vientre, llegando a quitarle la delicada ropa interior que tenía, él mismo se despojó de sus ropas. Ella tomo su rostro entre sus manos y lo atrajo, lo beso con la misma pasión del inicio, pero con menos inhibición, él se acomodó entre sus brazos y entre sus piernas, podía sentir lo húmeda que estaba, se rozó a si mismo contra aquella parte húmeda y cálida que anhelaba, poco a poco fue introduciéndose, ella emitió un pequeño gemido, podía sentir como estaba siendo penetrada, él se introdujo por completo y se abalanzo sobre aquellos pechos, su cadera se movía, entrando y saliendo, generando una enloquecedora fricción, él la beso para callar un poco sus gemidos, debía recordar que habían más personas en la casa, pero resultaba extrañamente más excitante, las embestidas se volvieron más rápidas, más fuertes, más profundas, ella clavo sus uñas en la espalda del otro, era raro para él ya que esto lo "prendía" aún mas, tomo sus piernas con sus manos y las abrió un poco más permitiéndose penetrarla mejor, como si fuera posible devorarla del todo, un movimiento desesperado de caderas, los jadeos y gemidos reprimidos terminaron por hacerlos llegar al clímax del momento, ambos terminaron exhaustos, tal vez por la presión del momento o la circunstancia o el lugar, vaya a saber Dios,

Origen y destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora