En diez lunas...

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Kagome siguió a su abuelo, Kanaye, colocando los pies uno delante del otro, dejaron atrás el lugar. Pasó sin titubear por el pozo que había usado y el gran árbol sagrado que dio inicio a su historia. De pronto todo se esfumo, como si de un cruel sueño se hubiese tratado todo hasta ahora.

Todo desapareció junto con el cierre del portal, sin embargo, aquella imagen permanecía intacta en su mente. El hanyo que amaba, ahora en su forma humana, tomando cariñosamente la pequeña mano de alguien que no era su hija y aquella sonrisa, de la que se creía dueña, ahora era dirigida a otra mujer.

La tortuosa imagen no desaparecía ahogándola en un mar de tristeza, desesperación e impotencia. Preguntas sin respuesta inundaban su mente, aislándola del mundo. Solo se guiaba movida por el sonido de los pasos del viejo que la antecedía y sin darse cuenta salieron de ese pequeño salón donde yacía la fuente; la fuente que le permitió ser testigo de primera mano del "pacto" hecho por Inuyasha, al mismo estilo de cuando presencio aquel besó con Kikyo.

Siguieron el largo pasadizo al borde del majestuoso jardín lleno de flores de campanilla y un gran árbol, semejante al que ella conocía, se lucía en la parte central. Cruzaron el pequeño puente sobre el estanque de aguas cristalinas vio su reflejo perderse a la entrada de la parte central del castillo.

Las puertas corredizas frente a ellos eran abiertas por mujeres, al parecer esclavas humanas, ante su sola presencia. Al abrirse la última de las tres puertas dio paso a una gran habitación. Grandes cortinas de bambú cubrían la luz del sol. Los adornos tradicionales le daban el encanto japonés antiguo. Y solo el sonido de las campanillas movidas por el viento se escuchaban. Pronto algunas mujeres y hombres entraron con unas fuentes, hicieron la reverencia a ambas figuras y dejaron las bandejas con frutas, incienso y un set de té.

—Cariño, ven —extendió la mano a la mujer de largos kimonos— siéntate al costado de tu abuelo.

—...

—Kagome-chan, ven con tu abuelo —sonrió— deja que me encargue de esto.

—¿Por qué?

—¿De qué hablas?

—Lo sabes muy bien —presionó los puños bajando la mirada al suelo.

—Sobre ese asunto —suspiró tristemente— debes de saber que nosotros no lo obligamos, él decidió por sí mismo.

—¿Qué quieren de mí? ¿Por qué ahora es cuando me buscan?

—Eres mi nieta, es natural que quiera verte.

—No creas que puedes engañarme.

—Por supuesto que no trató de hacerlo, pero... —extendió nuevamente la mano— ahora no es el momento, después habrá tiempo para hablar; necesitas descansar, deja que el abuelo te ayude con el dolor.

—Necesito las respues...

—¡Vaya, vaya!, pero que bonita escena, al fin abuelo y nieta se reúnen —Haki entraba por la puerta principal aplaudiendo—. Deberíamos festejar. Tú, trae un jarrón de licor de uva —se dirigió a una de las mujeres presentes— ¡date prisa!

—Si señor —respondió la aludida.

—¡Es tu culpa! —gritó Kagome al verlo tan campante— ¡No te lo perdonaré! —conjuro una flecha apuntando a Haki, pero está pronto se desvaneció.

—Es inútil preciosa —burló encogiéndose de hombros— aquí nuestros poderes son suprimidos.

—No necesito ningún poder —con la mirada fría encajada en él, corrió directamente en su dirección— Lo haré por mí misma.

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⏰ Última actualización: May 11, 2021 ⏰

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