Cierta tarde mientras regresaban de uno de estos cortos viajes Kagome paso por el pozo como solía hacerlo de vez en cuando, extrañaba a su familia era entendible e Inuyasha podía notarlo en su mirada, además de que cierto "incidente" narrado antes desenterró ciertas dudas sobre la joven...
—Inu...yasha —saliendo de sus pensamientos—...es...es el pozo
—¿eh? —cuestiono aturdido— ¿el pozo?
—puedo...puedo ver el templo Inuyasha...yo... —Kagome se levantó, pues se había agachado para ver mejor lo que el fondo del pozo le mostraba, y tomo del brazo a Inuyasha.
—Kagome yo voy a ir...—balbuceo el muchacho tratando de "ofrecer" su compañía obligatoria, después de todo, tres años separados fueron suficientes, «si el pozo se abrió iría con ella estaba decidido» pensó.
—vamos —dijo firmemente ella, interrumpiendo el "ofrecimiento" que le haría su compañero.
—pues qué esperas vámonos
—espera debemos avisarles a los demás
—Shippo —grito el hanyou— sé que estás ahí pequeño chismoso metiche —continúo parloteando.
—¿ehhh? —soltó sorprendida la chica, mientras miraba por todos lados a su alrededor.
—Deja de llamarme chismoso, perro asqueroso —respondió el no tan pequeño zorrito— Kagome controla a tu cachorro —agrego, mientras corría a sus brazos— no te preocupes Kagome yo les diré a los demás que te... —no termino de hablar porque cierto "cachorro" lo ataco con una patada haciéndolo llegar más rápido que de inmediato a la aldea con los demás
—¿Estas lista? Vámonos —dijo tranquilamente extendiendo la mano a la muchacha quien la tomo con el mayor cariño, ambos saltaron por aquel pozo que conocían muy bien...
—...Mamá —grito Kagome entrando a la casa, aquel encuentro fue muy esperado y sentido por ambas mujeres, se contaron sus vidas durante estos meses ausente, tal cual una madre y una hija lo hacen.... La Sra. Higurashi agradeció a Inuyasha por cuidar a su pequeña y se disculpó por lo molesta que pudo ser durante ese tiempo, además, de que como toda madre que desea incomodar, pregunto para cuándo le iban a dar un nieto, el interrogado solo atino a sonrojarse, Kagome no estaba allí lo había dejado solo, solo contra ese interrogatorio sobre la descendencia, él trataba de hilar más de dos palabras en una frase pero sus recuerdos lo traicionaban...el solo recordar aquella vez, ...y las que le siguieron...
Aquella vez, su primer encuentro, habían pasado unos cuantos días desde que Kagome había regresado, Miroku, Sango y los niños Vivian en una cabaña cerca a la de la anciana Kaede, Inuyasha acostumbraba a dormir en un árbol, algunas veces fuera de la cabaña de la anciana o cuando Shippo estaba en la aldea, dormía en la misma cabaña con la anciana, hasta que cierto día Miroku le sugiero construir una cabaña, donde podía dormir "íntimamente" con Kagome, sugerencia que tuvo una respuesta negativa por su parte, puesto que no sabía si ella regresaría, a pesar de ir cada tres días a esperarla y soñar con su regreso, en el fondo no se sentía con el derecho de esperarla, pero estaba dispuesto a hacerlo, esperaría hasta volver a verla, esperaría los años que sean necesarios...
Ahora solo le quedaba maldecirse, «maldita sea la hora de no hacerle caso a ese monje pervertido» se repetía una y otra vez durante esos días, Kagome estaba durmiendo en la cabaña de la anciana Kaede, y obviamente no le gustaba el mal tercio, y no estamos precisamente hablando de él o la joven Miko, sino más bien de la dueña de casa.
No tenía "privacidad" y no necesariamente pensaba en "la abejita y la florcita", «menudo cuento chino» se dijo, aunque debía reconocer que Kagome se veía "más bonita" y "más atractiva", durante estos tres años había olvidado lo bien que lucía su figura en esas diminutas prendas extrañas, lo suave que era su piel cuando "accidentalmente" la tocaba, ¡ah! Y su aroma ese jodido dulce y tentador aroma que solo la chica tenia, pero no, no quería estar "íntimamente" con ella para hacer cosas indecentes, «no, claro que no», sino más bien para hablar, poder decirle lo que sentía, lo que había contenido durante este tiempo, después...después de aquel beso, el sabor de sus labios, su diminuta cintura, su dulce aroma «¡Caray! pero qué demonios estoy pensando» se obligó a repetir unas cuantas veces más en su cabeza, «repítetelo hasta que lo creas» se decía, pero que difícil resultaba mirarla cuando ella se bañaba en el rio, sin sonrojarse, justo como hace unos minutos la había hecho, y lo único que atino a hacer fue salir corriendo, desde cuando tenía estas sensaciones, esos pensamientos...¡ja! Debía dejar de pasar mucho tiempo con Miroku...eso era seguro «está decidido» se dijo a sí mismo «Miroku y Shippo deberían de apoyar la causa» se convenció y salió dando saltos hasta encontrar al monje culpable.
Una vez ubicado le pidió, o más bien lo obligo, a que hablara con la anciana sobre un lugar donde podría construir una cabaña y vaya que la suerte estaba de su lado; había una pequeña cabaña cerca, un poco más arriba la cual había quedado abandonada, pues los antiguos dueños migraron a otra aldea, pero la anciana le advirtió que necesitaba ciertas reparaciones, haciendo caso omiso como era costumbre del hanyo, salió en búsqueda de Kagome, solo que algo lo detuvo a unos cuantos pasos, o tal vez sus neuronas procesaron recién lo que segundos antes le habían dicho, así que regreso, la anciana y el monje esperaron pacientemente dado que ya conocían su actuar.
—Inuyasha, Inuyasha, nos alegra que por fin quieras dar el gran paso con la señorita Kagome, pero podrías...prestar ...mas ...atención —escupió el monje mientras daba de patadas "amistosas" al hanyo.
—Basta Miroku ayúdame a limpiar ese lugar y deja de decir tonterías, tú también Shippo de vez en cuando podrías ser útil— protesto una vez que dejo de ser víctima del maltrato.
—Espera un momento pequeñuelo, iré a avisarle a Sanguito para que distraiga a la Srta. Kagome y puedas sorprenderla —dijo el monje mientras corría a su casa, en ese momento la anciana aprovecho en contarle al hibrido un cuento que le ayudaría a iniciar una familia, ante la rara insinuación de esta, el aludido se puso rojo de pies a orejas, atinando a gritar.
—No soy un maldito niño anciana— mientras iba en dirección de aquella cabaña, dejando a la anciana con el zorrito expectativo.
Después de un par de horas, en tiempo récord, solo posible hacerlo cuando hay una gran "motivación" detrás, la pequeña pero acogedora cabaña estaba limpia, reparada y vacía, sí, vacía, él no tenía nada, la preocupación era visible en su rostro, tal vez hasta sintió un tanto de vergüenza al no poder ofrecerle nada a aquella muchacha.
—Inuyasha durante este tiempo has sido un gran apoyo para nosotros, no tomaste más que lo necesario para vivir, eso nos conmueve, así que Sango y yo, sabiendo lo inútil que eres estuvimos guardando algunas cosas para ti —hablo el monje con su inminente autosuficiencia.
—No sé si agradecerte o golpearte maldito idiota— vocifero al que lo llamo "inútil".
—Sé que me lo agradecerás...solo dame un minuto— Salió por segunda ocasión hacia su casa, aunque esta vez se llevó al pequeño zorro que estaba exhausto, no pasaron más de 10 minutos y ambos regresaron con manos llenas, llevaron cosas tales como un futón lo suficientemente grande para dos personas, utensilios de cocina, un par de mantas, y algunas otras cosas más que sin lugar a duda le servirían, Inuyasha tuvo un repentino ataque de emociones, esta iba a ser su casa, sí, su casa, el vivirá allí con aquella mujer, a la que empezó odiando y ahora amaba, el mismo se sorprendió por todo lo que hizo ese día, desde cuando era tan sentimentalista, no encontró fecha exacta, solo entendió que era así con ella y por ella, debía reconocer que gracias a ella tenía amigos, quienes lo ayudaron ahora mismo...también tenía una casa... y tendría un hogar.
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Origen y destino
RomanceLo que debe ser será, es lo que se conoce como destino, así movamos todas las fichas, inevitablemente ocurrirá, pero ¿Cuál es el mío?, después de todo lo que pasamos, después de estar separados, regrese por él, intente y trate de demostrarlo, o demo...