Nevra POV
Estaba en la enfermería, sentado en una silla al lado de la cama donde yacía Alysa descansando. Mientras la observaba lucir tan tranquila los recuerdos de lo que había pasado hace tan solo unas cuantas horas seguían rebobinándose una y otra vez en mi cabeza. No podía parar de pensar en los errores que había cometido.
El primer error y el mayor de todos fue dejar a Alysa en la playa sola, en vez de dejar que me acompañara cuando ella me lo había pedido, si la hubiera escuchado, si no hubiera pensado que sabía que era lo mejor para Alysa en ese momento, tal vez nada de esto hubiera pasado, tal vez no hubiera dejado a mi compañera sola ante el peligro.
Realmente no pensé que esto iba a pasar cuando me marché de la playa y seguí los gritos que habíamos escuchado. Cuando llegue al Cruce de Caminos y vi a la pequeña ninfa herida solo pensé en llevarla hasta la enfermería para que Eweleïn pudiera sanarla, no me di cuenta de lo que dejaba atrás cuando lo hice. No consideraba eso un error, ni tampoco me arrepentía de hacerlo porque sabía que, si no llevaba a la niña pronto, ella probablemente moriría. Lo que si lamentaba es no haberle dicho a Alysa inmediatamente lo que pasaba para que viniera conmigo una vez me di cuenta de que no había nada peligroso acechando o aún mejor debí dejarle una de mis armas a Alysa por si una situación así se presentaba.
Todas esas ideas vinieron a mi mente después de que Alysa me dijo que Ashkore estaba ahí en la playa. Mientras llegaba hasta la enfermería rogué por encontrarme con alguien a quien le pudiera encargar la niña, mientras yo regresaba con mi compañera, pero dada la hora, no había ni una sola alma en el C.G y ya había pasado las Gran Puerta cuando me enteré, así que regresar para avisarle a los guardias hubiera sido en vano.
Así que corrí tan rápido como pude y llevé a la niña a la enfermería. Apenas llegue, Eweleïn la tomó rápidamente de mis brazos y comenzó a atenderla. Le dije lo que estaba pasando a la feérica que ayudaba a Eweleïn esa noche y le pedí que diera la alarma tan rápido como pudiera. Sin esperar respuesta salí corriendo hacia la playa nuevamente enviando una silenciosa oración al Oráculo para que protegiera a Alysa mientras yo llegaba.
Cuando ya estaba a punto de llegar vi a Alysa en la cima de las escaleras de arsénica y no lo pensé dos veces antes de correr hasta ella y tomarla entre mis brazos, dejando que todo el miedo y el pánico fueran reemplazados por alivio, hasta el momento en que ella se desmayó en mis brazos sin razón aparente.
-Al parecer sigues martirizándote con lo que pasó -Ezarel entró en la enfermería, tomó una silla y se sentó a mi lado. -Eweleïn dijo que ella va a estar bien
Sí, la había oído cuando dijo eso, también oí cuando dijo que su desmayo se debía a cansancio extremo y que había un nivel anormal en su conteo de maana, pero que de igual manera estaría bien una vez despertara.
-Lo sé
-Entonces deja de pensar en todo lo que pudiste haber hecho y mejor ponte a pensar en cómo animaras a Alysa cuando despierte. Con todo lo que ha tenido que pasar desde que llegó a Eldarya, esto debió ser un golpe muy duro para ella -Sonreí irónico ante el comentario de Ezarel porque lo que acababa de decir era justamente lo que me molestaba.
-Ese es el asunto Ezarel. Nada de eso debió de haber pasado. Debí de haber evitado que tomara la bebida de Artemisa en el Reino de las Sílfides. Debí de haber evitado que esos feéricos se la llevaran para usarla como moneda de cambio. Debí de haberla protegido cuando los Cazadores invadieron Fairex y así ella no hubiera tenido que enfrentar lo que es arrebatarle la vida a alguien. Debí de haber impedido que lo de esta noche pasara. Pero no hice nada de eso. No he hecho ni una maldita cosa bien para ella. No he sido el compañero que Alysa merece
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El Príncipe de las Sombras [Nevra Eldarya]
FanficPrimer libro de la serie Amor Féerico Cuando Alysa cree que las cosas no pueden ir a peor, se ve transportada a un mundo que solo podría venir de la imaginación de una persona, llena de criaturas que se supone solo debas encontrar en los cuentos de...