Capítulo 59 Perséfone

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Alysa POV

Las cuerdas rozaban de manera incomoda mis muñecas. Intenté quitármela en diversas ocasiones mientras caminábamos detrás de Dalila, con sus hombres flanqueándonos por todo los lados, pero lo único que conseguí fue poner mis muñecas en carne viva. Por lo menos, dolían un poco menos de lo que pensaba que dolería al tenerlas así.

Dalila lanzó una mirada a nuestro grupo. Había hecho eso un par de veces ya. Posiblemente solo se estaba asegurando que no estuviéramos planeando o haciendo nada sospechoso. Asumí que, si Dalila estaba al tanto de mi vínculo con Nevra, también debía de saber las habilidades que eso nos proporcionaba y que, a diferencia de mis poderes, ella no podía bloquear ninguna de las habilidades que nos proporcionaba nuestro vínculo.

Aunque, aún, seguía sin saber cómo había logrado bloquear mis poderes.

<<¿Cómo están tus muñecas?>>

<<Igual que las tuyas>>

Mi compañero, que caminaba a mi lado, giró un poco la cabeza para ver mis muñecas y su ceño se frunció inmediatamente.

<<¿Qué pasa?>>

<<Tus muñecas están bien, un poco rojas, pero no te lastimaste mucho con la cuerda.>>

Mira hacia las manos de Nevra, y vi que efectivamente él si tenía fuertes raspones en sus muñecas. Hice una mueca involuntaria porque, de cualquier manera, no me gustaba verlo lastimado, incluso sabiendo que eso no iban a tardar en sanar.

<<Debe ser por el juramento de los hombres murciélago. Te sana mucho más rápido de lo que pensaba.>>

Ante el comentario de Nevra, mire hacia el hombre murciélago que caminaba delante de nosotros junto a Cassandra, quien no parecía muy contenta de estar junto a Casio en ese momento, y dado lo que cree nuevamente de mí, tampoco hubiera estado muy feliz de caminar conmigo.

Pero eso sería un problema que debía de resolver después.

Las muñecas de Casio estaban un poco más en carne viva que las de Nevra. El hombre murciélago también había estado intentado deshacerse de la cuerda, sin conseguirlo tampoco.

Pero ahora me estaba preguntando si eso se debía, también, a que había tomado parte de mis heridas.

<<Pensé que solo le afectaba si alguien más me hacía daño. No si me lo hacía a mí misma.>>

<<Yo también había dado por hecho que era así, pero, claramente, ambos lo habíamos entendido mal. Incluso, dudo mucho que los hombres murciélago sepan mucho al respecto. Por ahora, no trates de quitarte más las cuerdas.>>

<<Esta bien.>>

Maldición. Significaba que también le había pasado mis heridas a Bastián, Demetrio y Horus.

Tenía que ir diez veces con más cuidado de lo que había previsto en un inicio.

Mi mirada se dirigió a Dalila. La causante actual de que estemos en la situación en la que estábamos. A penas, podía procesar verla aquí, en Eldarya. Ni siquiera contaba con encontrarme con ella en la Tierra, mucho menos esperaba que estuviera aquí, incluso sabiendo que mi familia eran Cazadores. Había cortado todo lazo con ellos, y con eso esperaba que hubieran desaparecido de mi vida para siempre.

Obviamente, estaba equivocada.

-¿Cómo nos encontraron? -Mi voz resonó en medio del silencio en el que estábamos. Todas las cabezas se giraron hacía mí, incluso Nevra me miró con el ceño fruncido.

El Príncipe de las Sombras [Nevra Eldarya]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora