El cañón del revólver sacaba humo, mientras la mano temblorosa de Lili lo dejaba caer al charco de sangre proveniente del cuerpo de Flaco.
Tres cadáveres yacían tirados en sus propios fluidos. Un hueco adornaba diferentes partes de sus superficies muertas; la mandíbula les había estallado cuando la bala atravesó su cara desde abajo.
Lili se arrastró hasta el poste golpeado por su propia arma y vomitó. Se sentía débil y mareada por la adrenalina que llevaba mucho rato recorriendo su cuerpo y había llegado al éxtasis con la concentración para realizar los disparos. Ella se jactaba de tener buena puntería jugando al gotcha y al Duck Hunt, un viejo juego de video que tenía uno de sus amigos de la escuela. Incluso había disparado en dos ocasiones una escopeta de balines en las ferias patronales de la ciudad, pero nunca se imaginó disparando un arma de fuego, con balas reales, a enemigos de verdad. Cuándo Carlos se la dio por primera vez, estuvo tentada a usarla, pero no quería ponerse a prueba, prefería practicar con sus armas blancas.
Simplemente no se creía capaz. Hasta ese momento.
Camino por el charco de sangre y golpeo con fuerza la nariz de Flaco la cual crujió. Lili aprovechó para escupirle la cara.
"Nos veremos en el infierno, cerdo" y le arrancó las armas que le había quitado.
Después de cinco minutos, lo que pareció una eternidad para Lili, tomó los brazos de Aurora y la arrastró hasta una casa de fachada azul celeste. Una Virgen de Guadalupe se hallaba fuera en un gran altar de mármol rosado.
La puerta era de metal, un metal oxidado y desgastado por el fuerte sol, así que no le costó trabajo abrirlo con una patada directa en la cerradura. Un largo pasillo de cemento le abría el paso a un patio enorme en el que se encontraba un montón de piedra y grava para la construcción sin terminar del segundo piso.
"A huevo"
Una carretilla vieja reposaba en la pared junto a la montaña. Lili se dio el tiempo para husmear en la casa y ver si podía encontrar algo para continuar su viaje.
En el interior había una mesa de madera con un mantel de plástico de diseño frutal. Las sillas eran de metal y cuero sintético; Un sillón rojo de terciopelo se encontraba frente a un mueble de madera con carpetas tejidas a mano, sobre ellas descansaban unas figuritas de porcelana de payasos aterradores. Liliana pudo jurar que no le quitaban la mirada de encima.
Dentro de una de las habitaciones estaba una gran cama matrimonial sobre una base tubular blanca, a su lado un tocador con un enorme espejo. Lili se acercó para revisar su rostro cubierto de sangre y mugre, un moretón ya se había formado en el lugar en el que la cacha le golpeó.
"Maldito hijo de perra"
Se revisó el rostro y buscó algo para curarse, encontrando nada más que un reloj de muñeca que no dejaba de sonar. Tic, tic, tic. Ese sonido le ponía los pelos de punta. Lo sacó del cajón del tocador y lo colocó en su muñeca. Tres de la mañana. Los minutos habían transcurrido demasiado lento.
"Debería de continuar el viaje"
Liliana solo quería descansar, y creía que debía aprovechar el refugio para hacerlo, pero le daba miedo toparse con alguien más por esos rumbos, pues no había sido nada discreta la persecución de hacía unos minutos, además, no quería desperdiciar la noche. En cuanto Aurora despertara, vería que hacer con su brazo, mientras tanto llevaría un entablillado improvisado que se lo mantuviera quieto. Sería aún más complicado llegar a su destino final pero no imposible.
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Antes del Amanecer
Science FictionLa humanidad por fin acabó con la Capa de Ozono y ahora vivir de día es imposible y debes dormir con un ojo abierto. Así es la vida de Liliana, una mujer que desde siempre ha estado sola y ahora debe luchar para sobrevivir, hasta que conoce a Aurora...