Gabriel y Liliana caminaban de regreso por los estrechos pasillos hasta que llegaron a su destino. Él no había querido seguir discutiendo con Lili y decidió llevarla hasta donde se encontraba la chica inconsciente.
En esta ocasión no treparon por unas escalerillas de mano, sino que entraron por una puerta que daba directamente a un sótano lleno de medicamento y suplementos médicos; camillas, jeringas, batas, cubre bocas, hisopos, abate lenguas... incluso el ambiente olía a hospital, como recordaba Liliana de sus breves visitas al seguro social y no pudo evitar la reacción de desagrado. Los hospitales no eran sus lugares favoritos en mundo.
Al subir por fin por unas escaleras de cemento, decentes para personas comunes y corrientes, llegaron a una recepción blanca con columnas de color rojo, en las paredes se podía leer Cruz Roja y su clásico símbolo. El lugar era pequeño a comparación de otros hospitales. Lili se sobresaltó cuando Gabriel habló, rompiendo el tenso silencio.
"Buenas tardes, habitación 104"
"Adelante, capitán"
El recepcionista hizo un ademán de saludo típico entre militares, colocando su mano recta en posición diagonal sobre la frente, para después bajarla con la misma firmeza con la que la había subido. Gabriel asintió en forma de agradecimiento y siguió caminando.
El lugar era más largo de lo que ella hubiera esperado, avanzando varios metros antes de llegar a la habitación.
"Aquí, es. Tienes veinte minutos. No tardes, que debo cumplir una orden"
Liliana asintió. Ya había conseguido que la llevaran a ver a Aurora, no quería echarse a un enemigo como Gabriel a la espalda.
La habitación estaba muy bien iluminada con la luz del sol, pero la camilla estaba lo suficiente lejos de la ventana para ser tocada por los rayos. Había dos camas por habitación, Aurora era la única paciente en ese lugar.
Cuando Liliana entró, ella despertó.
"Qué lugar tan deprimente, no hay un cuadro o algo para alegrarlo"
"Me alegra ver que estés despierta ¿cómo te sientes?"
"Como si me hubiera arrollado un tráiler"
"¿Alguna vez te ha arrollado un tráiler?
Aurora hizo una mueca entre risa, dolor y sarcasmo y se irguió un poco.
"¿Qué le pasó a tu cara?"
Con tanto ajetreo y emociones en tan poco tiempo se olvido de la cicatriz que le quedó del golpe, además de estar desgastada, sucia, ojerosa y hambrienta.
"Ellos quedaron peor, los hubieras visto"
"No recuerdo nada. Lo último que tengo en la mente es la pinche calle toda fea por la que me caí. No sé ni con qué me golpee la cabeza, pero necesito que me la cortes con el hacha, por favor, que me está matando lentamente el dolor. ¿Dónde estamos, por cierto? ¿Qué ocurrió?"
"Creo que ahorita no es momento de que hablemos de esto, necesitas descansar y no forzar tu cabeza. Sólo vengo a buscar una cosa"
Liliana se acercó a ella y comenzó a husmear en el interior de su bata, buscando el collar plateado. En el intento, Liliana rozó el pecho de Aurora sin querer. Ella se rio por lo bajo.
"Para eso son, pero se piden"
Lili hizo un ademán de silencio que ocultaba una leve sonrisa. Se preocupó de no encontrar nada.
"No lo tienes. Ahorita mismo lo busco, no puede caer en manos equivocadas" dijo ella casi en un susurro. Aurora comprendió entonces que debían andarse con cuidado y confiar en Liliana, pues ella estaba al mando en ese momento y sabía cosas que ella no. Guardó silencio.
"Descansa ¿sí? Después vengo a buscarte y hablaremos con más calmita"
"Vale. Aquí te espero, no me voy a ningún lado"
Lili salió del cuarto y cuestionó a Gabriel. El estaba firme, erguido, representado con orgullo el puesto que tenía, haciendo guardia mientras esperaba a la mujercita insoportable que se había metido a la habitación. Su desagrado fue evidente cuando la vio salir exigiendo cosas.
"¿Sabes dónde está el collar que tenía mi prima?"
"Sus pertenencias están en resguardo. Le fue retirado todo para poder curarla correctamente"
"Las necesito ¿Me las pueden dar, por favor?
Gabriel no dijo nada y siguió caminando.
"¿Me escuchaste"
El suspiro de frustración de él fue audible.
"¿Me permites? Déjame llegar a recepción"
"Pues si movieras el rabo por lo menos, sabría qué estás escuchándome y no dándome el avión, como parece que lo haces todo el tiempo"
Gabriel frenó en seco y se giró, molesto.
"Estás hablando con un capitán de la Marina, el hecho de que no esté en una base militar y la situación no te da derecho a hablarme como si fuera un civil cualquiera. Ahora por favor, guarda silencio en lo que resta del camino ¿quieres?"
Tomó una bolsa de plástico dispuesta en el recibidor del lugar y se la entregó con fuerza a Liliana en las manos.
Veinte minutos después, ya con ambas mochilas y las cosas de Aurora en su posesión, ambos arribaron a la casa en la que se quedaría ella; desde el ventanal principal podía divisarse la misma plancha enorme de la que se había percatado Lili cuando caminaban a la sala en la que se encontraban los miembros del consejo.
Gabriel ya se había ido, dejándola completamente sola en aquella amplia casa. Las paredes eran de un color gris muy pálido, pero la decoración era vieja, con sillones de tela suave color crema y estampado de flores rosas. Había una tele en un pequeño mueble de madera gastada, el comedor estaba cubierto por una carpeta tejida a mano y sobre él un jarrón de vidrio vacío. Una gran vitrina con una vajilla de porcelana adentro decoraba la habitación.
Liliana siguió descubriendo la casa y subió las escaleras. Las habitaciones estaban cubiertas por espesas cortinas negras, similares a las que se encontraban en la planta de abajo, pero cerradas en su totalidad, no dejando pasar ni un rayo de luz natural; ella encendió los interruptores para ver y, por fortuna, se encendieron las luces, desvelando un par de cuartos amplios, uno con una enorme cama matrimonial y otro con dos camas individuales. Parecía que en un tiempo pasado había pertenecido a una familia.
Liliana entró a la recámara principal y se acostó en la vieja cama de madera, que rechinó al contacto con su cuerpo. Un crucifijo de madera se encontraba justo al medio arriba de la cabecera.
"Nos volvemos a encontrar"
Ella procuraba por todos los medios estar alejada de todo lo que involucrara la religión. Su propio hogar brilló por la ausencia de figuras o imágenes de ese estilo, pues su fe era nula.
Pero estando frente a la cruz, sola en la habitación de esa gran casa en un extraño lugar lejos de su hogar, de pronto las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos.
"Nunca te he pedido nada, pero si estás ahí y puedes escucharme, cuida de mi padre que espero que esté a tu lado y ayúdanos a llegar bien a nuestro destino final, por favor"
Lili se arrodilló en la cama y desahogó todo lo que llevaba acumulado en estos días. La tristeza, la adrenalina, el cansancio, el hambre, la frustración y la ansiedad abandonaron su cuerpo deshechos en esas lágrimas hasta que se quedó profundamente dormida.
Victoria caminaba presurosa por los túneles, necesitaba contarles a todos los miembros del consejo lo que sabía y su debate interno la estaba volviendo loca. Al llegar a la puerta, por un momento, se quedó dubitativa con el pomo entre sus manos.
Entró.
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Antes del Amanecer
Ciencia FicciónLa humanidad por fin acabó con la Capa de Ozono y ahora vivir de día es imposible y debes dormir con un ojo abierto. Así es la vida de Liliana, una mujer que desde siempre ha estado sola y ahora debe luchar para sobrevivir, hasta que conoce a Aurora...