Gato

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Los dos hombres calvos venían corriendo con el arma apuntando hacia donde estaba Mía. Ella no tuvo más remedio que alzar las manos, aún con el rifle que le había quitado a Chacal de las manos.

Cuando él se levantaba, sangrando, pasó lo impensable.

Los dos hombres le dispararon directamente al cuerpo, dejándolo como coladera y sin vida. Mía arrojó el arma por instinto y todas se cubrieron el cuerpo. Lili buscó sus queridas y manoseadas armas, pero su captor se las había llevado con él.

"Corran, necesitamos refugiarnos"

Ellas obedecieron, estupefactas ante lo que acababa de pasar, pero corrieron lo más rápido que pudieron porque el tiempo se les estaba agotando y los rayos se divisaban en el horizonte; el único problema era la cantidad de terreno que tenían que cubrir a pie.

"¿Por qué nos salvaron?"

"Escuchamos lo que contiene el dispositivo"

"Lamento decepcionarlos" dijo Mía, tomándose el brazo. La adrenalina ya había pasado y el dolor era cada vez más punzante e insoportable "Ese pase sólo sirve para una persona, y eso quien sabe, al parecer íbamos caminando a ciegas"

"Si llegamos todos en bola, a dónde sea que se dirigían, seguro que nos hacen caso. Preferimos intentarlo a seguir aguantado todos los días al pinche Gato. Ya bastante tenemos con este pedotemundial"

"¿Gato es quien se llevó a mi primo?"

"Ansina"

"Necesitamos ir por él"

"Shh"

El sol subía por el cielo gris hasta volverlo rojo, justo en el momento en que pisaban un lugar seguro. Inmediatamente los hombres tomaron a las chicas por las manos.

"No digan nada, tenemos que aparentar"

Gato no había dado la alerta de intruso a todo su personal, sólo pocas personas sabían lo que pasaba con esas mujeres, y uno de ellos ya estaba muerto y el sol hacía cenizas la evidencia, junto con el cuerpo de Victoria.

Los cinco pasaron por los amplios pasillos poco iluminados del aeropuerto. Un antiguo mural con diseño de pueblo mágico mexicano ahora se encontraba rayado por un grafiti mal hecho y manchas de cualquier índole; las letras que rezaban Aeropuerto Internacional de Toluca estaban caídas y rotas, dejando un mensaje incomprensible. Lili sintió una punzada de decepción al ver que no habían llegado nada lejos, apenas si habían podido cruzar un estado y estaban por el camino incorrecto; todo se había ido al traste desde el inicio.

"¿Qué traen ahí?"

"Nada de tu incumbencia, son para el jefe"

"Ese pinshiGato es un cabrón" el hombre soltó una risotada y siguió caminando. Las chicas se sintieron asqueadas, y Mía se enfureció, pero debían mantener el papel de capturadas, que en cierto modo si eran. Caminaron por un par de minutos más hasta que llegaron a un lugar muy cercano a la oficina de Gato, que solía ser un viejo local de comida.

Todos entraron y se encerraron la parte trasera del lugar en dónde se encontraba una cocina sucia y pestilente. Una cucaracha, única especie que sobrevivió a todo (igual que siempre) subía por la pared blanca. Un escalofrío le recorrió la espalda a Aurora, pues sólo ella se percató de ese incidente.

"Necesitamos ir por él, está aquí cerca"

"Chitón ¿quieres? Se supone que estás muerta"

Hombres iban y venían, por todo el lugar podía escucharse el resonar de sus pasos. Permanecieron en silencio total por lo menos veinte minutos después de haber llegado a la cocina. Lo único que podía escucharse eran las respiraciones agitadas y el flujo de la sangre que les recorría el cuerpo.

Al cabo de un tiempo uno de los hombres habló. Su aliento olía a rancio, pero se camuflaba con el pestilente olor de la cocina.

"Debemos conseguir el pase y seguir sin él"

"¿Qué te pasa? No pienso irme de aquí sin Gabriel"

"Y no pienso abogar por nosotros si no hacemos lo que ella dice"

Aurora no sentía la nariz y le costaba trabajo respirar, los golpes de Mía ya estaban comenzando a causar estragos, pero, aun así, decidió reivindicarse de tan vergonzoso descubrimiento. Trataría de no decepcionar a Liliana una vez más.

Mía la miró, pero seguía tan furiosa que no agradeció ese comentario, simplemente se limitó a mirar a los hombres, parecían buenas personas. Uno de ellos, el más alto, suspiró.

"Está bien. Pero tenemos que hacerlo rápido y sin cagadas. Si algo pasa me aseguraré de decirle a Gato que ustedes asesinaron a Chacal y se infiltraron aquí"

Era un plan peligroso, pero ninguna replicó. Necesitaban salvar a Gabriel de ese destino tan terrible que le aguardaba.

Despertando después de la golpiza que le propinaron los hombres, Gabriel reconoció el lugar en el que estaba metido; era la misma oficina de la que había salido. Ese era el lugar seguro de Gato, su trono, la oficina del director del aeropuerto, cuando todavía había uno. Lo hacía sentir poderoso al recordar que el día que tomaron ese lugar aún estaba el hombre ahí. La sangre en la pared era de él, se habían apoderado de todo de una manera violenta y se divertía mucho recordándolo.

Gabriel intentó levantarse, pero todo le dolía y se encontraba amarrado a una de las sillas de la oficina. Al abrir los ojos pudo sentir que el sol le quemaba la retina, el reflejo que daba en la pared era suficiente para que le lastimara los ojos.

Se encontraba totalmente solo en la habitación. Gato había salido y lo había dejado atado con tal fuerza que las manos se le estaban poniendo moradas. No podía verlo, pero lo sentía al intentar moverlas, estaban adormecidas y le dolían. No llevaba mucho tiempo inconsciente, pero para él era una eternidad no saber que pasaba. Y desearía no haberse acordado, pues en ese momento le vino a la mente su madre, la sangre que salía de su cuello, la manera tan abrupta y humillante en que la mataron. Sentía la sangre hervir de nuevo y un dolor en la boca del estómago, una mezcla de rabia, impotencia y una profunda tristeza, ahora estaba completamente solo y no le gustaba esa sensación.

Y, aprovechando la soledad, lloró.

Pero su tristeza duró poco y se convirtió en miedo, cuando escuchó la voz de Gato, que se acercaba lentamente, riendo y despidiéndose de sus secuaces. Gabriel fingió seguir inconsciente.

La puerta se abrió.

"Despierta, Bella Durmiente"

Otra vez ese tono de sarcasmo que irritaba a Gabriel, pero quería mantener su papel y tratar de concentrarse en no romperle la cara. Gato se acercó y le dio dos cachetadas y luego un golpe en la boca del estómago.

"Si no despiertas va a ser aburridísimo asesinarte" y paso seguido lo tiró de la silla. Gabriel estaba hirviendo por dentro de dolor y coraje, pero juntó todas sus fuerzas y no se movió en absoluto "Agradece que no haya agua fría, maldito hijo de perra. Bueno, ya despertarás, esto sólo me hace disfrutar mi recompensa aún más, no tengo prisa"

Gato sacó una bolsita con un polvito blanco y ayudado por su uña pequeña, inhaló el contenido.

"Uuuujuuuuu. Ahora sí, como dijo Vladimir..."

Se aseguró que las cuerdas siguieran bien sujetas y salió de la oficina, asegurando con tres cerrojos la puerta.

Gabriel rompió a llorar de nuevo.

Antes del AmanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora