Liliana preparó sus maletas y se echó consigo todas sus armas, las blancas y la de fuego. Gabriel había tenido la amabilidad de darle una vasta cantidad de munición para ambas pistolas, ahora debía de cuidarlas como oro molido.
Había dormido un poco mal debido a las constantes imágenes en sus sueños del cadáver de Pedro, calcinándose rápidamente. No le había tomado más de diez minutos consumirse por completo, y eso le había dado pesadillas, pero se forzó a dormir lo más que podía, no sabía cuándo sería la última vez que podría dormir correctamente sin andar preocupada por morir.
Se cambió de ropa a algo más cómodo, pero mantuvo intactas sus botas. La cabeza se sentía sucia y su olor corporal no era muy agradable, pero en plena post apocalipsis ya era un gran logro tener cambios de ropa limpios. Sólo pasó una toallita húmeda por todo su cuerpo, tomó sus cosas y salió.
Apenas si les había dado tiempo de comer algo rápido; debían encontrarse todos en la plancha para indicaciones, después todos tomarían posiciones para la defensa, momento que aprovecharían para darse a la fuga.
Abrió la puerta, Aurora ya estaba fuera con su respectiva mochila cargada con cosas, incluso tenía el honor de llevar a la espalda el mismo bate con el que le habían destrozado el brazo. Lili no entendía como su brazo no estaba deshecho por las púas, simplemente fracturado en mil pedazos, pero estaba agradecida de que un yeso y un cabestrillo arreglaran la situación, aunque entorpeciéndola un poco.
Aurora sonrió al ver a Lili.
Sus mochilas estaban un poco más vacías que cuando llegaron, pero aun así llevaban lo suficiente para poder sobrevivir hasta Nevada. O eso esperaban.
"Es hora de despedirnos de otro lugar seguro"
"Valdrá la pena"
"Claro, ahora debemos seguir con el plan"
En la entrada principal ya se reunían varias personas, esperando hablar con Bernabé para que mordiera el anzuelo y propinarle un ataque sorpresa. Gabriel estaba al frente con su uniforme de la marina, su casco de protección, dos metralletas, una al frente, una atrás, dos pistolas a los costados, munición, y un cuchillo de combate. Parecía personaje de videojuego shooter con el inventario lleno de cosas, pero no pensaba no defenderse.
Victoria estaba al lado de su hijo, junto con los miembros del consejo, todos armados y listos para pelear.
De pronto el sonido de un golpeteo en la puerta los sobresaltó. Se abrió lentamente.
"Buenas noches, espero que todo esté listo y en orden y que no se lleven nada consigo, sino que caso tendría"
Bernabé no venía solo, en esta ocasión venía acompañado de un grupo de veinte hombres armadas hasta los dientes, con vestimentas variadas entre punks sin que hacer y norteños del área central del país, con sombreros, botas, cadenas y todo. Además, su armamento era similar al militar, de alto calibre. La guerra sería sanguinaria sin duda.
Todos entraron airosos, con rostro triunfante.
"¿Dónde están?"
"En las celdas, encerradas"
"Muy bien. Necesito las llaves"
Victoria se disponía a sacar las llaves de las celdas, cuando Gabriel lo golpeó con la cacha de la ametralladora y comenzó la guerra.
Bernabé cayó al suelo, pero no se desmayó, simplemente tocó su cabeza que sacaba sangre a chorros, evitó los disparos cruzados y dio un grito de guerra.
"¡QUE ENTREN LOS REFUERZOS!"
Una marea de más de doscientos hombres y mujeres entró por la puerta, golpeando y disparando, cayendo al contacto con las balas que provenían de las armas de los habitantes del refugio. Los militares habían sacado el armamento pesado, pero que usarían sólo en caso de que la situación se saliera de control.
Todo era confusión y Bernabé aprovechó que Gabriel estaba distraído para atacarlo por detrás. Él era mucho más bajo que su víctima y menos corpulento, pero el ataque sorpresa hicieron que Gabriel perdiera el equilibrio y cayera de bruces. Bernabé comenzó a golpearlo sin parar, un puñal cogido del mango asomaba de su mano.
Gabriel abrió los ojos e intentó quitárselo de encima.
Aurora y Liliana escuchaban a lo lejos el estallido de las balas, pero tenían una meta fija.
Habían salido justo a tiempo para el discurso en la plaza, el cuál escucharon muy superficialmente, se siguieron de largo hasta encontrarse en la vieja escuela donde estaba el laboratorio. Consiguieron las llaves para entrar con la habilidad ratona de Aurora y aprovecharían que todo el mundo estaría defendiendo lo que les importaba.
Abrieron la puerta. El lugar estaba completamente vacío, pero las tanquetas y los automóviles raros seguían ahí.
"¿Segura que sabes manejar?"
"Por supuesto, sólo hay que buscar las llaves"
Buscaron en todos los lugares posibles sin éxito y la desesperación estaba comenzando a vencerlas. Rascaron en todos los muebles y sus cajones, levantaron papeles, buscaron en cajas y no encontraron absolutamente nada.
Se encontraron en el patio justo enfrente de un cuartucho destartalado.
"¿Qué vamos a hacer?"
"Creo que necesitamos un plan B, con urgencia"
De pronto una voz carraspeo la garganta.
Victoria.
Mía se encontraba refugiada en un edificio apuntando con su rifle de francotirador, y matando a todos los objetivos que podía. Llevaba solo diez en su cuenta debido al movimiento excesivo de las personas, pero la onceava persona fue quien más satisfacción pudo causarle.
Ella vio a través de la mirilla a su primo siendo atacado por el mismo hombre que había ido a exigirles la entrega de su refugio, de su hogar. Estaba a punto de apuñalarlo con un cuchillo gigante, el mismo que ella le había dado a Gabriel cuando recién entró en la marina. Pudo reconocerlo por el grabado especial que había hecho en la cuchilla. Respiró profundamente y después sostuvo el aire para no fallar.
El tiro dio de lleno en la cabeza de Bernabé.
Gabriel se levantó inmediatamente y volteó a ver el origen de la bala. No podía ver a Mía, pero sabía que ella había sido quien lo rescató de las manos del hombre; le arrancó el cuchillo de la mano y después tomó sus armas para seguir batallando.
"Creo que esto es lo que están buscando"
Las dos se quedaron estupefactas.
"Creí que teníamos un plan, creí que ya habíamos acordado que las ayudaríamos, que estaríamos juntas en esto"
"No queríamos seguir causando problemas, después de lo que pasó y que nos querían aquí encerradas, necesitábamos irnos solas"
Victoria estaba de brazos cruzados, con las cejas fruncidas y los labios apretados, como madre enfurecida. Liliana se aproximó a ella.
"¿Podemos escapar juntas aún en esta cosa? Si estás de acuerdo, claro"
Ella extendió la mano. Victoria abrió los ojos como platos.
Diez hombres más brincaron por la barda y se encontraban en dirección hacia ellas.
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Antes del Amanecer
Science FictionLa humanidad por fin acabó con la Capa de Ozono y ahora vivir de día es imposible y debes dormir con un ojo abierto. Así es la vida de Liliana, una mujer que desde siempre ha estado sola y ahora debe luchar para sobrevivir, hasta que conoce a Aurora...