Capítulo 7:
Henry mecía sus caderas hacia el pubis de Mike de manera constante y rítmica. Mantenía sus manos aferradas a los hombros de este, buscando tener el apoyo que sentía faltarle. Mike, por su parte, posaba sus manos en la cintura del ojiverde para moverlas a su gusto. Dirigió sus labios al cuello de Henry para lamerlo y dar pequeños mordiscos, lo que hacía que el menor se removiera más de lo que ya lo hacía.
Lo había escuchado ya varias veces gemir su nombre en susurros ahogados y deseaba más. Mike recostó a Henry en la cama y sujetó sus piernas por detrás de las rodillas con ambas manos para levantarlas a la altura del pecho y hacer que la penetración fuese más profunda y placentera para ambos. Fue entonces cuando el rubio tomó el miembro de Henry con una mano y comenzó a masturbarlo.
En toda la habitación, lo único que se escuchaban eran sus jadeos –Y pequeños gemidos de Henry– Acompañados del ruido que provocaban el choque de ambas pieles.
Luego de unas cuantas embestidas, Mike se vino dentro de Henry y este a su vez en la mano del rubio. Era la primera vez luego del secuestro que Henry se corría por su propia cuenta, y no gracias a una droga, y eso lo hacía sentirse humillado y culpable. Técnicamente le había sido infiel a Johann. Se sentía una basura.
Mike salió de Henry y se sentó en la orilla de la cama mientras el castaño se cubría con el edredón y se acostaba de lado, dándole la espalda.
– ¿Ves cómo la has pasado de bien? –Habló el rubio sin mirarlo, sonriendo para sí mismo –Si te sigues portando así de bien, no habrá necesidad de implementar fustas, dildos ni nada por el estilo… Creo… –Rio de forma perversa y Henry apretó la mandíbula. Si tan solo no fuese tan cobarde y se enfrentara a él. Pero no. Henry no era la clase de persona que se defendían. Él solo dejaba que las cosas sucedieran y ya, y no iba a cambiar de un día para el otro–.
Mike se inclinó hacia él y depositó un suave beso en su mejilla para luego juntar su ropa e irse a duchar, cerrando la puerta de aquel oscuro cuarto detrás de él. Henry volvía a desear estar muerto.
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–Entonces… –Johann estaba sentado en una mugrosa silla, frente aquel mugroso escritorio de aquella mugrosa “oficina”––Aunque desde que Henry había sido secuestrado, todo era mugroso para él––. Mantenía la mirada sobre aquel sujeto que tenía enfrente: Abelard Schreiber, un alemán de unos 35 años que medía aproximadamente un metro noventa, de tez blanca, ojos azules y cabello rapado, aunque se podía apreciar su color azabache.
–Entonces ¿Qué? –Preguntó Johann con su habitual mal humor – ¿Van a buscar a Henry o no? –Exigió saber–.
–Es muy poco el dinero que nos estás ofreciendo, y mis hombres no están entrenados para trabajar de niñeras –Respondió con un tono de voz calmo. A Johann le recordaba tanto a Alexander, si no fuese, claro, por el hecho de que su amigo era un sumido y este tipo parecía ser todo lo contrario.
–Es todo lo que tengo. Además, no les estoy pidiendo que lo cuiden. Fue secuestrado.
–Lo lamento pero, siendo yo un experto en temas de secuestro y extorción, debo informarte que, si no piden un rescate por la víctima dentro de 24hs. Probablemente esté muerto…
A Johann se le hizo un nudo en la garganta. Frunció el ceño y trató de controlarse. La naturalidad que tenía aquel sujeto para decirle que su novio probablemente estaba muerto le desquiciaba, pero no iba a arriesgarse a golpearlo y que aquellos dos orangutanes que Abelard tenía como guarda espaldas detrás de él le dieran la paliza de su vida.
–Henry no está muerto… –Dijo agachando la cabeza e intentando que su voz no se oyera quebrada –Aquel maniático no lo mató, estoy seguro…
Abelard suspiró. Se arrepentiría de esto, lo sabía.
–Si consigues una sola prueba, UNA SOLA –Remarcó– De que el niño está vivo, te ayudaremos, claro, tomando e dinero que nos has ofrecido…
El menor levantó rápidamente la vista y esbozó una amplia sonrisa llena de felicidad y esperanza.
– ¿¡De verdad!? ¡Oh Dios! ¡¡Podría abrazarte!! –Exclamó alegremente inclinándose un poco hacia adelante.
–Sí… Emm… No lo hagas… –Johann rio y él Sonrió de lado. Aquel joven le agradaba.
Aquella oficina comenzaba a tener un poco más de color…
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Estaba sentado en el suelo de la ducha, con las rodillas pegadas a su pecho y estando completamente perdido en sus pensamientos. El agua tibia golpeaba su espalda y a pesar de no demostrarlo, le dolía. La tarde del día anterior, cuando se había rendido completamente a Mike y no se había negado a tener relaciones sexuales con él, no había terminado allí. Esa misma noche, Mike volvió, deseoso de más, y fue entonces cuando volvió a llevarlo al ático.
–Este será nuestro cuarto de juegos –Le dijo, haciendo que el menor sienta un escalofrío –Estando aquí, me llamarás amo, o serás castigado. También serás castigado si no cumples mis órdenes o te resistes–.
Henry había asentido a todo aquello y, cuando se dio cuenta, sus manos estaban atadas a una de las vigas del techo y Mike lo estaba azotando con una fusta. Mike no lo castigaba. Mike sentía placer al escuchar los gemidos de dolor del menor, por lo que aumentaba la fuerza implementada en cada golpe.
–Muñequito ¿Ya has terminado? –La voz de Mike, del otro lado de la puerta, lo sacó de sus pensamientos–.
– ¡Y-Ya casi! –Balbuceó y se paró rápidamente para tomar una toalla y comenzar a secarse-.
–Okey, volveré en quince minutos –Advirtió y se escucharon los pasos de este alejarse por el extenso pasillo. Henry no se dio cuenta de que estaba llorando hasta que se miró en el espejo. Se veía patético, o al menos así lo creyó él.
Necesitaba ayuda, y la necesitaba ahora…
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Nuevamente, lamento la demora, es lo único que tengo que decir… Eso y que los quiero mucho ;) Ah, no, wait!! He decidido hacer los capítulos algo cortos –Como los vengo haciendo– para no aburrirlos con demasiado texto (?). Además, así puedo darles más suspenso y es mucho más fácil para mí –Que soy un vago– Ahora sí. Disfruten nwn
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Mi Fantasía Sexual
Random¿Que pasaría si tu mayor fantasía sexual se viese opacada por un tercero? ¿Hasta dónde serías capaz de llegar por ese deseo depravado que abarca tu mente? Mike Russo es un hombre de 34 años de edad que jamas ha experimentado sensaciones similares a...