Johann vomitó en la entrada del bar cuando ambos estaban saliendo y el rubio cerraba la puerta. Vomitó dos veces más de camino al departamento de Alexander, y una última vez en la entrada del edificio.
Alexander se encargó de ayudarlo a subir e ingresar al departamento. Lo metió en la ducha, para que el agua helada lo despabilara un poco y, una vez que su amigo estuvo aseado, le dio una playera y unos pantalones dado que su ropa estaba embarrada en vómito y alcohol.
Lo llevó hasta el sofá y lo recostó en el mismo, mientras él se sentaba a la orilla de éste y lo observaba detenidamente, cada detalle de él. Las lámparas estaban apagadas. La iluminación de las calles era suficiente para que Alexander pudiese contemplar aquellos labios finos que se encontraban entreabiertos, las largas y renegridas pestañas, sus cejas perfectas, que estaban ligeramente fruncidas, sus ojos cerrados, ocultando aquellos iris azules.
Llevó lentamente su mano a la cabeza del mayor y acarició suavemente aquellos finos cabellos negros. Su respiración era ligeramente acelerada y sentía un extraño nudo en su pecho. Alexander estaba enamorado de Johann desde los doce años, pero se dio cuenta de sus sentimientos cuando era ya demasiado tarde, cuando, seis años después, Johann había conocido a Henry. Decidió entonces no revelar sus sentimientos y seguir con su vida, pero le había resultado imposible olvidar el amor que sentía por su mejor amigo.
Acercó su rostro al del mayor, respirando el aroma de su propio shampoo, el mismo que acababa de utilizar. Apoyó suavemente los labios en su mejilla, muy cerca de la comisura de sus labios, cerrando los ojos y sintiendo la textura de la piel del mayor.
Al apartarse lentamente, abriendo los ojos, descubrió que Johann lo observaba algo confundido. Se sintió temblar al observar aquellos curiosos orbes azules, y perdió el control de su cuerpo cuando volvió a acercarse. Johann no se inmutó, al contrario, permaneció inmóvil mientras Alexander acortaba cada vez más la distancia entre ambos rostros.
Apoyó suavemente sus labios sobre los ajenos, sintiendo su textura. Estaban algo resecos, y aún tenían el sabor a wiski. Volvió a apartarse, notando que el mayor tenía los ojos cerrados. Hubiese creído que se había dormido si no fuera porque, luego de que se apartó y lo observó por unos segundos, volvió a abrir sus ojos.
Tragó saliva y tembló un poco. Estaba nervioso. No sabía si debía continuar u olvidar todo aquello, sin embargo, su cuerpo volvió a moverse solo. Se acercó nuevamente y entreabrió sus labios para capturar entre los mismos los ajenos. Notó como Johann temblaba, pero no se detuvo. El pelinegro correspondió de manera lenta, confundido.
Y es que se sentía perdido. Entre el alcohol y aquellos dulces y tiernos besos que estaba recibiendo lo confundían, o al menos eso era lo que Alexander pensaba en aquel momento, mientras gozaba del dulce sabor de aquellos labios que comenzaban a humedecerse por la saliva compartida entre ambos hombres.
Los besos comenzaron a subir de intensidad y Alexander se descubrió a sí mismo levantando la playera de Johann, quien a su vez acariciaba la tersa piel de los brazos de su mejor amigo. Subió dicha playera hasta llegar al pecho de su amigo y comenzó a dar húmedos besos en todo su abdomen.
Se acercó a su pecho y comenzó a besar su pezón derecho mientras acariciaba el izquierdo, pellizcando de tanto en tanto. Y a Johann parecía gustarle, puesto que su respiración se aceleraba y comenzaba a jadear. Sintió como se removía debajo de él y la violencia de las caricias iba aumentando. Escuchó un pequeño quejido de dolor proveniente de Johann cuando mordió su pezón, dejándolo bastante rojo.
–Ahh... E–Espera.... –Pidió Johann al sentir aquel ligero ardor en su pecho, y alzó un poco la cabeza para observar mejor a Alexander– Duele...
–Lo lamento... –Habló en voz baja– Seré más gentil... –Sonrió acercándose a su rostro y besó lentamente sus labios.
Johann le correspondió y una vez que se apartaron, mordió su labio inferior. Sujetó al menor de los hombros y rápidamente lo volteó, quedando sobre él. Lamió su labio superior y se acercó para besarlo. Alexander le siguió el beso con ligereza, necesitando saborearlos más. Sus lenguas se chocaron, iniciando una pelea que no tendrían un ganador o un perdedor. Ambas buscaban recorrer por completo la cavidad ajena, y lo consiguieron rápidamente.
Alexander tuvo que volver a subir la playera de Johann, puesto que los movimientos que realizaron la habían devuelto a su lugar. Ésta vez se la quitó, contemplando el torso claro del mayor. Él mismo tenía unas ligeras manchas amarillas, que anteriormente eran moretones. Ahora que lo recordaba, Johann se había metido en una pelea la noche en la que Henry había sido secuestrado.
Johann no parecía percatarse de la mirada ajena sobre su cuerpo semi desnudo. A decir verdad, no parecía percatarse de nada. Se deshizo de la camisa de Alexander, desabotonándola con torpeza, y se la quitó apresurado, comenzando a besar el pecho blanquecino del rubio.
No tardó en comenzar a jadear completamente excitado. Aquello era algo que deseaba desde hace mucho, y nunca se imaginó que podría hacerse real. Sintió como aquellos húmedos besos bajaban desde su pecho a su abdomen. La lengua juguetona de Johann se entretuvo un momento en su ombligo y continuó su camino hasta el borde del pantalón. Supo que al mayor se le dificultó un poco el desabrocharle el pantalón y sonrió divertido, aun jadeando. De esto Johann tampoco se percató.
Al quedar sin pantalones sintió un ligero escalofrío y todos sus bellos erizarse. Johann comenzó a lamer su miembro por sobre la ropa interior, la cual estaba bastante húmeda debido al líquido pre–seminal-.
Le quitó la ropa interior con lentitud, y él creyó verlo todo en cámara lenta. Era demasiado para el rubio. Su deseo más prohibido se estaba volviendo realidad. Kerry Ann lo iba a matar ni bien se enterase, pero ahora no le interesaba, sólo quería estar con Johann, disfrutar de aquel momento. Y entre jadeos excitados y movimientos suaves que su cuerpo realizaba de forma instintiva, el rubio quedó completamente desnudo.
Juntó sus rodillas algo tímido, pero Johann rápidamente las separó y se puso entre ella, para acercarse nuevamente a su rostro y volver a besarlo de manera pausada y lenta. Sintió como la mano de Johann se apoderaba de su miembro y comenzaba a acariciarlo, masajearlo y apretarlo un poco. Aquello le hizo dejar escapar varios gemidos algo ahogados, debido a que el mayor no apartaba sus labios –Sus hermosos labios– Pensó.
Pareciendo estar un tanto ansioso y nervioso, Johann desabrochó rápidamente su pantalón y lo bajó un poco junto con su ropa interior. Automáticamente, Alexander pudo ver su miembro. Mordió su labio inferior. No era el miembro más grande del mundo, pero tenía un buen tamaño y para él se veía muy... Apetecible. Pero Johann parecía querer ya estar dentro de él.
Lo empujó un poco para detenerlo, antes de ser penetrado, y se puso entre sus piernas, acercando su rostro a aquella erección. Relamió sus labios mientras tomaba en manos aquel falo y Johann se limitó a observarlo.
La boca del azabache se entreabrió al sentir aquellos suaves y tersos labios chupando la punta de su miembro. La lengua juguetona del rubio recorrió luego el largo del miembro; daba pequeñas lamidas, chupetones y, de tanto en tanto, un suave mordisco que le arrancaba varios gemidos al mayor.
Lubricó con su propia saliva el miembro del mayor puesto que temía que, al ir a su cuarto por lubricante, Johann se durmiera por la borrachera que llevaba encima. Una vez que consideró que lo había lubricado bien, se subió a horcajadas sobre él y, tomando aquel pedazo de carne entre sus manos, lo alineó con su ano para bajar lentamente, introduciéndolo en sí.
Gimió casi inaudible al tener al mayor por completo dentro de él. Se mantuvo inmóvil un momento, hasta acostumbrarse, observando de cerca las facciones del mayor.
Las mejillas del azabache estaban rojas y sus ojos parecían cansados, pero al mismo tiempo excitados. Sus labios estaban ligeramente entreabiertos y soltaban pequeños suspiros y jadeos. Notó como las manos ajenas se aferraban firmemente a sus caderas y las movían un poco. Fue entonces cuando entendió que Johann quería embestirlo, y sabía que no sería gentil.
Comenzó a mecer sus caderas hacia el pubis de Johann, sintiendo el grueso y palpitante miembro entrar y salir de él. Le encantaba. Los dildos que Kerry Ann utilizaba con él no se comparaban en lo absoluto a esa sensación. Alexander lo relacionó con el fuerte sentimiento que tenía hacia Johann, pero tampoco quería pensarlo mucho. En ese momento, solo quería enfocarse en sentir placer, en percibir aquellas sensaciones que el ser penetrado por la persona que amaba le estaba propinando.
Lo único que se escuchaba en la habitación era el sonido de sus pieles chocando, sus jadeos y los gemidos excitados de Alexander, quien se esforzaba por no perder la poca cordura que le quedaba. Aquello se sentía demasiado bien y sabía que perdería el control de sí mismo en algún momento.
Y Johann no ayudó mucho para que esto no sucediera ya que, siéndole insuficientes los movimientos que Alexander realizaba con sus caderas, decidió estamparlo contra el sofá, darlo vuelta, dejándolo boca abajo, y comenzar a penetrarlo brusca y velozmente.
Alexander gemía y pedía más, y el mayor rápidamente atendió a su llamado. Alzó las caderas ajenas para que la penetración fuese más profunda y, con su mano libre, tomó el miembro ajeno para comenzar a masturbarlo.
El rubio no cabía de placer. Deseaba que aquello no terminara nunca, y tener a Johann dentro de él para siempre, o al menos unas cuantas horas más. Sin embargo, y debido a los estímulos dados y el nerviosismo por ser su primera vez con un hombre, Alexander se corrió antes, en la mano de Johann, quien se llevó la misma a la boca para lamerlos restos de semen.
Esto le pareció sumamente erótico a Alexander, quien no paraba de gemir de manera sonora. ¡A la mierda los vecinos! Si ellos eran unos rígidos sexuales no era su culpa. Él lo estaba disfrutando, ya mañana se disculparía o los mandaría al diablo.
La velocidad de los movimientos que Johann realizaba provocó que su miembro se saliera de la entrada de Alexander, quien aprovechó esto para cambiar de posiciones. Pero la acción fue tan repentina que ambos terminaron en el suelo. Alexander se volvió a sentar sobre el miembro aun erecto de Johann y volvió a mecer sus caderas, ésta vez de forma veloz.
Johann, recostado en el suelo, y con las manos en las caderas de su amigo, lo ayudaba a moverse aún más rápido, rozando con el glande la próstata de Alexander, quien no tardó en volver a ponerse duro.
La posición volvió a cambiar gracias a que Johann rodo sobre Alexander, quedando sobre esté, para continuar embistiéndolo.
Soltó un último y sonoro gemido al mismo tiempo que llegó al orgasmo, arqueando la espalda y tensándose por completo hasta volver a relajarse. Johann se vino potente en su interior, jadeando de manera ronca. Salió del menor y se tumbó a su lado, quedando profundamente dormido.
Alexander, aun jadeante, tenía una sonrisa boba en su rostro que no tardó en ser opacada por tres simples palabras: "Te amo, Henry".
Johann estaba entre dormido, y había dicho eso probablemente creyendo, por la borrachera, que acababa de tener sexo con su amado.
El corazón del rubio se partió en mil pedazos. Se cubrió la boza con dos manos mientras sus lágrimas se amontonaron en sus ojos y se levantó rápidamente para meterse al baño. Se dio una necesaria ducha fría. El agua de la ducha camufló su llanto, y al salir y vestirse, se metió a su cuarto para intentar dormir.
Había sido un idiota por creer que podía significar algo más que una amistad para Johann, pero fue lindo mientras duró. Ahora, simplemente, trataría de enfocarse en ayudarlo porque, a pesar de que le dolía en el fondo del alma, Johann no dejaba de ser su amigo, y no quería perder esa hermosa pero tortuosa amistad que tenía.----------------------
*Se esconde para que no le peguen*
Ta-Da! Espero que les haya gustado!!
Y sí, esto formará parte de la historia para hacerla un poco mas larga y crear conflictos entre los personajes, porque adoro los conflictos(?)En fin. Espero que les haya gustado. No olviden que empecé la facu y se me va a dificultar un poco mas continuar la historia, pero de todos modos lo haré.
Ahora, me voy a hacer la tarea antes de que me maten D3D
Nos leemos luego ;*
ESTÁS LEYENDO
Mi Fantasía Sexual
Aléatoire¿Que pasaría si tu mayor fantasía sexual se viese opacada por un tercero? ¿Hasta dónde serías capaz de llegar por ese deseo depravado que abarca tu mente? Mike Russo es un hombre de 34 años de edad que jamas ha experimentado sensaciones similares a...