El Castigo
Mike estampó fuertemente contra la cama a Henry, quien no había dejado de llorar desde que divisó a lo lejos la casa en la que había estado encerrado los últimos días. Notó su mirada temerosa sobre él y lo observó con ojos furiosos.
– ¡DEJA DE LLORAR! –Exigió completamente colérico. Henry, asustado, intentó calmarse, aunque aún hipaba por lo bajo.
Bufaba molesto mientras caminaba de un lado a otro, con la vista baja y una mano en la frente. Henry lo observaba aun temeroso. Por fin el mayor se detuvo y se acercó a él. Lo tomó del brazo bruscamente y lo hizo levantarse. A rastras lo llevó hasta el ático, y Henry supo que aquello no iba a ser bueno.
Tomó una de las muñecas de Henry y la alzó para apresarla con uno de los grilletes que colgaba de una de las vigas del techo.
–Mike… Yo…–Intentó hablar, aun con la voz temblorosa. Haciendo caso omiso, el mayor tomó su otra mano y la apresó de igual manera.
–No hables –Le indicó sin mirarlo, mientras volvía a uno de los muebles, buscando algo. Acercó la vara de metal que colocó luego en los tobillos de Henry, separando así sus piernas.
Sacó de uno de sus bolsillos una navaja suiza. Al verla, Henry comenzó a llorar, sabía que Mike estaba molesto, aunque no tanto como para matarlo. Acercó la navaja a las piernas de Henry. El menor esperaba sentir el agudo dolor de los cortes, sin embargo, esto no ocurrió. Lo único que el rubio hizo fue cortar sus pantalones cortos y quitárselo. Hizo lo mismo con su ropa interior, y luego también con su playera, hasta dejarlo completamente desnudo.
Luego de hacer la navaja a un lado, comenzó a buscar aquella fusta que, dentro de las cinco que tenía, era su favorita. Esto por ser más larga y provocar más dolor que las otras cuatro. Al encontrarla, se posicionó detrás de Henry, quien cerró los ojos y apretó los dientes, esperando el dolor que no tardó en aparecer.
Uno, dos, tres, cuatro azotes fueron los que Henry logró contar en su espalda alta, de forma vertical y dejando cierto espacio entre cada uno. Mike observó un momento las marcas rojizas que había dejado su favorita, y repitió el proceso en la espalda media del menor, y luego en la parte baja, hasta que Henry obtuvo doce marcas en total.
Escuchaba como Henry reprimía su llanto, hipando, jadeando, y soltando leves y apenas audibles quejidos de dolor. Hizo a un lado la fusta y buscó su cuarta, la de color rojo con detalles negros que también le gustaba tanto. Y, sin previo aviso, reanudó los azotes al menor, en toda su espalda, incluyendo también las nalgas.
Apreció como pequeñas heridas sangrantes comenzaban a abrirse en aquellos glúteos que tanto deseo y tentación le provocaban, pero no se detuvo. La espalda también tenía heridas pequeñas y estaba algo rojiza.
En este punto, Henry ya no ahogaba sus quejidos ni reprimí su llanto, pero tampoco le pedía a Mike que se detuviera, al contrario, sabía que el dolor que le estaba provocando le haría perder la consciencia en cualquier momento, y solo entonces tendría un respiro. Pero, como si Mike pudiese oír sus pensamientos, se detuvo. Dejó la cuarta aun lado y salió del ático.
Los párpados de Henry, que se sentían bastante pesados, comenzaron a cerrarse. El dolor era demasiado grande, y estaba punto de desmayarse cuando un baldazo de agua fría lo devolvió a la realidad, con aquel rubio imponente frente a él.
– ¿Acaso crees que la tendrás fácil? –Tomó nuevamente su cuarta mientras Henry, Resignado, agachaba la cabeza.
Ésta vez Mike se puso frente a él, y dio fuertes golpes en el torso. Lo que más le dolió al menor fue cuando las tiras de cuero de aquel objeto golpearon en su miembro, y soltó un fuerte quejido de dolor, recibiendo un manotazo de parte de Mike en su mejilla izquierda.
No se detuvo hasta ver, no varias, si no muchas, heridas en todo el torso, las piernas e incluso el rostro de Henry, donde también lo había atacado con la cuarta. El castaño lloraba sin consuelo, con la cabeza baja, completamente empapado, ya que Mike le había echado dos baldazos más de agua helado para mantenerlo lúcido mientras lo torturaba, y chorreaban incontables hilos de sangre por todo su cuerpo. Se sentía horrible.
Dejó descansar la cuarta un momento para él también poder tomar un poco de aire. Ahora que observaba mejor al menor, ahora que pensaba con la cabeza fría y que había descargado su ira, podía ver el terrible acto que había cometido. Llevó sus dos manos a su boca, horrorizado, sintiendo un extraño sabor metálico en ellas. Al apartarlas nuevamente para verlas, se dio cuenta de que ambas extremidades estaban cubiertas por la sangre del menor.
Tragó saliva al mismo tiempo que cerraba los puños y los ojos, tratando de convencerse a sí mismo de que lo que había hecho estaba bien, que el menor se lo merecía, pero no conseguía sentirse menos culpable. Él, por alguna razón, no deseaba hacerle eso a Henry, él deseaba verlo feliz, verlo sonreír. Y ahora que se ponía a pensar, nunca lo había visto sonreír de felicidad estando con él.
Había apreciado aquella hermosa y seductora sonrisa de coqueteo que utilizaba cuando buscaba un tercero para esos encuentros sexuales de los que él y Johann disfrutaban. Había apreciado aquella tentadora y provocativa sonrisa que esbozaba cuando tocaba su punto exacto, aquel que le hacía gemir sonoramente y rogar más. Incluso había apreciado aquella sonrisa que te decía “Eres un idiota, pero me agradas”. Se había enamorado de todas sus sonrisas, menos de la que sola y únicamente se la dedicaba a Johann, aquella sonrisa que decía “Eres el amor de mi vida, y no te cambiaría por nadie más”. Esa era la sonrisa que más necesitaba recibir de parte del menor, pero nunca la obtendría, y él lo sabía. Menos ahora que lo había tratado de tal forma.
Volvió a salir del ático para ir al baño. Llenó la bañera de agua tibia y subió nuevamente a buscar a Henry. Con cuidado le quitó los grilletes y la vara de sus tobillos. Estando libre, el castaño se dejó caer rendido, pero fue atrapado a tiempo por Mike, quien lo cargó en brazos y lo llevó al baño. Al introducirlo en la bañera, el agua se tomó automáticamente el color rojo de la sangre del menor. Con cuidado, Mike comenzó a limpiar las heridas.
Estuvo alrededor de media hora, hasta que el agua se enfrió, limpiando al menor. Lo sacó de la tina para sentarlo sobre el retrete y comenzó a secarlo. Henry no había emitido palabra alguna y se mantenía con la cabeza agachada. Apenas se oía su lamento, y evitaba quejarse mucho cuando la áspera tela de la toalla rozaba bruscamente con su piel malherida. Mike envolvió al menor en la misma toalla algo rojiza por las heridas que aun sangraban y se dispuso a buscar el botiquín de primeros auxilios.
Luego de curar sus heridas y de ponerle ropa limpia, lo llevó en brazos hasta su habitación y lo depositó en la cama, cubriéndolo gentilmente con el edredón y depositando un suave beso en su frente. Henry apenas se inmutó, y una vez que el rubio dejó el cuarto, cerrando detrás de sí con llave, rompió en llanto, ya no pudiendo resistir más aquel dolor.
Ya era casi mediodía y Mike estaba completamente agotado por todo lo ocurrido aquella mañana. Limpió el ático y el baño, eliminando los restos de sangre, para luego darse una larga y necesaria ducha. Suspiraba varias veces, pensando, cuestionándose si lo que hacía estaba bien, y por qué carajo se preocupaba tanto.
Miles de preguntas pasaban por su mente, pero ninguna era contestada. Terminó por cerrar el grifo, salir de la ducha para secarse y luego ir a su cuarto para acostarse –Aún Desnudo– e intentar conciliar un poco el sueño. Pero al momento en el que la casa quedó sumida en un absoluto silencio, Mike pudo oír en la habitación de al lado, como Henry lloraba, y peor aún, en su mente lo oía gritar de dolor y pedirle que se detuviera.
Era un monstruo, pero no quería parar. Se puso unos tapones para oídos que sacó de su mesa de noche y cerró los ojos, esbozando una pequeña sonrisa. Sabía que Henry, en algún momento, se enamoraría de él. Sólo era cuestión de tiempo.Fin del Capítulo 11
Holis! No sé cuanto llevo sin publicar, pero bueno... No debe ser mucho... Sólo quiero informarles que quedan pocos capítulos :'( ohh, sí, no estaba pensado para que sea una historia muy larga, pero no se preocupen c: También, para cumplir el deseo morboso (?) de una lectora, el próximo capitulo sera un JohannxAlexander, que sé que lo desean(?) en fin. Nada más que decir, espero que les guste, nos vemos :*
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Mi Fantasía Sexual
Random¿Que pasaría si tu mayor fantasía sexual se viese opacada por un tercero? ¿Hasta dónde serías capaz de llegar por ese deseo depravado que abarca tu mente? Mike Russo es un hombre de 34 años de edad que jamas ha experimentado sensaciones similares a...