Capítulo 10

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21:22 PM

—¿Tenés todo en orden?—

—Sí, sólo necesito acomodarme bien la corbata— contestó el chico frente al espejo del baño.

Semanas atrás, cuando el rastreo del nuevo objetivo se llevó a cabo, dieron con una noticia claramente buena.

Una reunión; una fiesta exclusiva en el hotel Hamilton donde podrían infiltrarse para capturarlo, o al menos acercarse lo suficiente.

De esta forma, Eren se ajusta su corbata gris en un ángulo perfecto que esconda el micrófono corbatero por el cual se comunica con Levi, mientras el contrario hace una disimulada guardia en la puerta del baño.

Vestidos para la ocasión como debe ser, Levi no pudo evitar mirarle el culo al chico cuando éste se acercó al espejo, inclinando apenas su torso.

Tal penetración visual no fue pasada por alto por él.

—¿Podés dejar de comerme el orto con la mirada?— preguntó sin observar, riendo en el proceso.

—Si no te regalaras tanto, no te lo miraría— aseguró el mayor.

—Me sorprende que pienses en esas cosas en medio de una misión—

Antes de que salieran del baño, Levi se encargó de abrir la puerta para que el ambiente exótico y lujoso del exterior les cambiara el contexto y los papeles que (obviamente) ahora tendrían que interpretar.

—A diferencia de un mocoso como vos, puedo tener bajo control mis impulsos bajos. No es tu caso; ¿Verdad?—

Con esas palabras bajo el gusto amargo de la vergüenza, Eren camino por entre las personas invitadas de la fiesta recordando cómo, días atrás en otra misión, se excitó con el traje apretado al cuerpo que Levi vistió haciéndose pasar por un prostituto para reconocer al sujeto que compraba chicos ilegalmente en las afueras de la Ciudad.

Claro; la apariencia pequeña y bien disfrazada del mayor hizo caer al objetivo en un dos por tres, pero Eren terminó cogiéndose a Ackerman en su propia oficina apenas terminaron de pasar el reporte del caso.

Ahora, mientras el chico toma una copa de sidra ofrecida por una de las camareras, envía lejos esos recuerdos pecaminosos y graciosos para tomar seriedad y total atención en la misión actual.

De reojo observa la silueta de Levi encaminarse escaleras arriba, así obtienen una vista panóptica de la plata alta y baja en busca del hombre que, según las características otorgadas por la Agencia, debería vestir un excéntrico traje beige y dorado. De cabello igual de rubio con canas y facciones bien determinadas. El típico viejo de buen cuerpo y esencia encantadora.

Claro, toda esa belleza exterior servía como fachada de los kilos y kilos de cocaína que hacía distribuir en los barrios bajos de Singapur.

Dejando esos puntos claves de lado, volvemos a los ojos de Eren y la repentina aparición frente suyo de un sujeto envuelto en tales características. No dudó en comenzar a caminar, disimuladamente y con una faceta amigable. Paso a paso, avanzando con elegancia y desinterés hasta llegar a solo dos metros. Fue entonces que actuó la búsqueda de algún encededor con un cigarro en la boca sin prender. Esa excusa fue la puerta abierta para mirar al sujeto fumar e invadir dentro del círculo social que lo rodeaba.

—Disculpe, ¿Tiene fuego?— preguntó asomando apenas su mano y mostrando el pucho.

El sujeto, interrumpiendo su propia conversación con los presentes, admiró la presencia contraria. Sin notarlo, ya deseaba ver los gruesos labios de Eren sobre el filtro y moviéndose alrededor.

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