Flowers[1] | Shirbert.

Tulipán

Anne.

Buen día, preciosa Anne.

En esta cautivadora mañana, me complace dejarte una flor tan espléndida como lo son los tulipanes.

El tulipán, a mi parecer, es una de las flores cuya sencillez es la que representa su belleza. Me gusta pensar que así sucede con las personas, Anne, entre más sencillas, sus mentes y almas son más hermosas.

Así como tú.

Sin embargo, para esta ocasión, el significado del tulipán no es otro más que: amor sincero.

Aunque no lo creas, sé de antemano, que el amor que le expresas a tus seres queridos es sincero a toda costa, sin mentiras, ni secretos. Y adoro eso indudablemente de ti.

Sé que puede verse como hipócrita que te hablé sobre sinceridad, teniendo en cuenta que mantengo mi identidad como un secreto, pero te prometo que la revelación sobre quién soy, está más cerca de lo que crees.

Att: tu admirador de las flores.

Un cursi suspiro salió de mi boca antes de que pudiera evitarlo, captando así, la atención tanto de Cole como de Diana, quiénes estaban cada uno a mis costados, con el rubio guardando sus implementos de arte en su casillero contiguo al mío y con la pelinegra viendo Instagram en su móvil.

—¿Otra bella declaración de amor por parte de ese admirador secreto?— insinúa mi alma gemela, viéndome con picardía.

Me sonrojé en automático, pensando que cada día que pasaba, mi necesidad de conocer su identidad crecía con más fuerza.— Sin falta, como todos los días.

—Qué envidia.— expresó el joven Mackenzie, ajustando la correa de su mochila en su hombro.— De la buena, claro está.

—Tú no tienes nada que envidiarle a Anne, Cole, si estás solo es porque quieres, ya que, chicas detrás de ti sí que hay.— murmura mi amiga, entrelazando su brazo con el mío cuando empezamos a caminar por el pasillo.

El rubio carraspea, incómodo.— Que hayan chicas, no quiere decir que alguna llame mi atención, Di.

Ninguna chica obtendría jamás el interés de mi querido espíritu afín porque es homosexual. Pero eso era algo que Diana no sabía.

Bueno, ella y el resto del pueblo. Las únicas personas que sabíamos su secreto éramos la tía Josephine y yo.

El rubio aún no se sentía listo para revelarle la verdad a los demás y como su amiga, iba a respetar su decisión de mantenerlo en confidencia hasta que sintiera la seguridad de contarlo.

—Es una pena, porque hace unos días, Jane me dijo que le gustas a la menor de los Stuart.— comentó la mayor de los Barry, desprendiendo tanta elegancia al recorrer el patio central.

—¿A Christine?— pregunté, tontamente. No había otra familia Stuart en este pueblo.

Ella asintió.— Se lo escuchó a Aline que hablaba con su hermano. ¿Él no te ha comentado nada?

Negué rápidamente.— No, Roy no es del tipo que le guste andar divulgando chismes y lo sabes.

—Por otro lado, creo que ya hemos hablado mucho de mí.— intervino Cole, fijando su mirada azulina en la de mi amiga.— Qué tal si ahora tú nos cuentas sobre tus salidas con Jerry.