Rosa

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Anne.

Gilbert es mi admirador de las flores.

El muchacho, cuya identidad he querido conocer desde hace más de cuatro meses, ha sido revelado finalmente ante mí.

Bueno, retóricamente hablando, ya que, de no ser por la notita de esta mañana, aun seguiría buscando su rostro en cada uno de mis compañeros de secundaria.

Curiosamente, eso fue lo que terminé haciendo durante todo el día, ya que Gilbert parecía estar evitándome.

Cosa que me molestó más de lo que quería admitir.

O sea, lleva más de un tercio del año, entregándome bellas y románticas notas, acompañadas de una flor diferente, en donde confiesa una y otra vez su amor por mí, de formas tan maravillosas, que han acariciado cada fibra de mi ser en más de un sentido.

Pero ahora se negaba a dar la cara.

¡¿Qué diablos significa eso?!

—Okey, lo que voy a decir va a sonar cruel, pero es una posibilidad.— advirtió Jane, terminando de alisar el cabello de su hermana.

Estábamos todas reunidas en la habitación de Josie, un par de horas antes de la fiesta, terminando de vestirnos, peinarnos, maquillarnos, etc.

Como ya todas sabían que Gilbert era mi chico misterioso porque, además, estuvieron acompañándome en su búsqueda, ahora el tema de conversación era averiguar porque huía de mí.

—No vayas a ser hiriente.— dijo Prissy, usando su móvil.

La castaña rodó los ojos, alisando un largo mechón rubio.— Mira, es muy probable que Gilbert solo haya estado jugando todo este tiempo contigo con este asunto de las notitas y las florecitas, solo porque estaba aburrido, admitámoslo, así son los hombres.

Sentí como mis ojos se cristalizaron automáticamente ante la idea, ocasionando que el resto de mis amigas voltearan a ver a Jane con sus ceños fruncidos, a excepción de Josie.

—¡¿Qué te dijo Prissy sobre ser hiriente?!— comenzó a alegar Diana, sentada en la cama de la joven Pye, mientras le pintaba las uñas a Ruby.

Pero sin darle la oportunidad a la menor de los Andrews de defenderse, Josie habló:— No creo que sea eso, Gilbert puede tener toda la pinta de badboy que tú quieras, pero es demasiado bueno, como para hacer algo así.— concluyó la ojiazul, sin dejar de verse en el espejo, en tanto maquillaba sus pestañas.

De repente el mal sabor de boca que se me instaló hace unos segundos, se esfumó.

Estos cambios de humor ya empezaban a marearme, y estar en mis días, no lo hacían más fácil.

—Yo creo que solo está asustado por tu reacción.— opinó Prissy, con su usual sabiduría. No por nada sería la futura dueña de Andrews Company.

—¿Tú crees?— pregunté, tomando asiento ahora en el gran ventanal del cuarto, que daba prácticamente una amplia vista a la calle central.

—Absolutamente.

Su hermana la observó con los ojos entrecerrados.— No dices eso solo porque Winifred anda en la misma sintonía contigo, ¿verdad?

Ah sí, tal parece que es de amigos eso de admitir sentimientos y huir al segundo siguiente.

—Deja de molestarlas, Jane.— murmuró Jos, terminando de acomodarse el vestido negro con detalles plateados que usaría para su fiesta.

—¿Sabes qué, hermanita? No importa lo que digas porque, de hecho, ese asunto se solucionará hoy. Ya invité a Winifred a la fiesta.

Flowers[1] | Shirbert.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora