Anne.
¿Por qué carajos parece que la luz roja del semáforo dura una eternidad?
Pero no todas las luces de todos los semáforos del mundo, o al menos quiero creer que no, es este en especial, este semáforo que esta ubicado frente al parque central, a unas cuadras de Avonlea High.
Estoy segura que ya llevábamos más de dos minutos esperando a que cambie de color y nada que lo hace.
Nunca he sido una persona dada a la paciencia y hoy en especial no sería la excepción. Había pasado una semana desde que recibí la gardenia roja de mi supuesto admirador de las flores y desde entonces, cada mañana apenas llegaba a mi casillero, me encontraba con una flor y una nota.
Aun no podía creer que en serio esto me estuviese sucediendo, a diferencia de mis amigas, nunca había sido dada a tener pretendientes o admiradores, más que todo porque vivía en mi propio mundo y no le prestaba atención a esas cosas.
—Últimamente has estado muy emocionada por ir a la escuela.— musitó Matthew, cuando finalmente el semáforo cambió a verde.— ¿Hay algún motivo en especial?
Ay, Diana tiene razón, estoy siendo muy obvia con esta situación.
—Siempre he amado el estudio, mi querido Matthew, solo eso.— respondo, encogiéndome de hombros, queriendo sonar desinteresada, aunque tratándose de mí, eso no sucede muy a menudo.
—Muy bien.— fue lo único que dijo, él es un hombre de pocas palabras desde que lo conocí, lo cual estaba bien, porque desde mi punto de vista, así nos complementabamos.
Yo hablaba sin parar y él me escuchaba con atención.
—Ten un buen día.— exclamo el menor de los Cuthbert mientras yo me bajaba del asiento de copiloto, ajustando la correa de mi mochila en mis hombros.
Voltee a verlo, sonriendo a más no poder al ver su tierno rostro.— Igualmente, mi amado Matthew.
Me encaminé directo a la entrada del recinto, no sin antes, mandarle un beso a mi padre adoptivo con mi mano, para ahora sí, correr como una atleta en plena competencia hasta llegar a mi casillero.
Lance un chillido de niña de seis años cuando le regalan una paleta, acercándome al locker y tomando la orquidea rosada, admirándola por un par de segundos, para lugar despegar la nota y leer su contenido.
Excepto que Roy apareciendo por detrás y dándome un susto me lo impidieron.
Gruñí enfadada luego de soltar un mini grito que hizo que las pocas personas que estaban alrededor, me viesen como si estuviese loca. Nada nuevo.
—No eres gracioso, Roy.— murmuré entre dientes, abriendo mi casillero.
—Siempre es divertido asustarte, Lily.— masculló, jalando una de mis trenzas.
Alce una ceja.— ¿Volvimos al viejo apodo?
Me había bautizado como Lily, la madre de Harry Potter, esposa de James y la mejor bruja de su edad, cuando recién empezamos a salir.
Una parte de mí admite que extrañaba escucharlo decirme de esa forma, pese a que habíamos quedado como amigos, ya no pasábamos tanto tiempo juntos, él estaba próximo a graduarse y yo mantenía ocupada con el club de teatro y de lectura.
Además, puede que algunas de mis amigas —tales como Josie y Jane, para ser exacta—, le odiesen un poco por haber sido él quien terminase la relación.
En todo caso, yo nunca pude culparlo, también sentí que la relación no iba para ningún lado, solo que él me ganó en cortar las cosas.
Lo cual, ciertamente fue para bien.
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Flowers[1] | Shirbert.
RomancePrimera parte de la bilogía "Letters". Gilbert está enamorado de Anne desde que tiene uso de la memoria. Pero como él piensa que ella solo lo ve como un amigo, decide que la mejor forma de confesar sus sentimientos es a través de las flores... Del l...