Gilbert.
Aun recordaba el momento exacto en el que fui consciente de mis sentimientos sobre Anne. Bueno, de cierto modo creo que desde mucho antes ya estaba sintiendo más que una simple amistad por ella, pero era demasiado joven como para querer admitirlo.
A veces, la única forma en que nos damos cuenta de qué es lo que tenemos en frente, es cuando ya estamos a un solo paso de perderlo o lo hemos perdido del todo.
En mi caso, reconocí internamente el estar enamorado de Anne, el mismo día que decidí mudarme con mis tíos a Alberta tras la muerte de papá.
Era un día nublado, no había ni un rastro de luz en el cielo, solo se visualizaban las nubes grisáceas que anunciaban la cercanía de una tormenta.
O quizás de mi partida.
El adorable rostro de una Anne de trece años me miraba con tristeza y en ese instante me odié como nunca por ser el causante de que sus ojos solo expresaran melancolía.
—Voy a extrañarte muchísimo.— musitó ella, quitándose sus lentes y limpiándose las lágrimas que habían descendido con anterioridad por sus mejillas.
El pecho empezó a dolerme con fuerza.— Por favor, no te pongas así, no quiero que lo último que vea de ti, sea tu rostro afligido por causa mía.
La ojiazul me sonríe.— No puedo evitarlo, sé que es lo mejor para ti y como tu amiga, siempre querré todo lo que te haga bien, aun si eso significa dejarte ir.
Sus palabras solo rompían mi corazón, aun cuando ese no era el propósito de ellas, pese a ello, me dolía como el infierno tener que alejarme. Pero era por mi bien y por el de ella.
Su compañía era como el salvavidas que me mantenía a flote, en medio de un mar de dolor y sufrimiento en el que solo quería ahogarme hasta desfallecer.
No podía continuar dependiendo de ella por el resto de mis días, aun cuando adoraba su apoyo incondicional, sus desayunos sorpresas, sus idas a mi casa para leerme un libro, para ver la saga de Harry Potter juntos o para abrazarme hasta quedarme dormido.
Debía empezar a nadar hasta la orilla por mi cuenta.
—Piensa en esto.— murmuré, tomando su rostro entre mis manos, con suavidad.— No es un adiós, solo un hasta luego. Sé que nos volveremos a ver, princesa Cordelia.
Ella sonrió, sus ojitos tristes provocaron un zumbido en mis oídos debido al latido tan insistente de mi corazón.— Te quiero, Gil.
—Y yo a ti, Anne.
Sus brazos me rodearon en un abrazo tan cálido y reconfortante, haciendo que el mundo exterior desapareciera por un instante y solo existiésemos ella y yo.
Esa fue nuestra despedida hace tres años atrás.
Así que sí, fui consciente de lo mucho que la quería cuando me mudé a otra ciudad, cambié de ambiente, de escuela, pero no hubo día en que no pensara en ella. Al principio estuvimos en contacto por teléfono y mensajes, pero luego de un tiempo, la gente puede distanciarse si no sabe manejar bien las cosas.
Y ese fue nuestro caso.
Sin embargo, —y contradictoriamente según Winifred—, desde que el asunto del admirador secreto había dado inicio, nos cruzábamos en más ocasiones y por ende, intercambiamos más palabras que cuando regresé de Alberta.
Motivo por el cual, la rubia creía que era hora de decirle la verdad, —aunque estoy casi seguro que fue solamente por el interrogatorio que Anne y Diana le hicieron la semana pasada—.
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Flowers[1] | Shirbert.
RomancePrimera parte de la bilogía "Letters". Gilbert está enamorado de Anne desde que tiene uso de la memoria. Pero como él piensa que ella solo lo ve como un amigo, decide que la mejor forma de confesar sus sentimientos es a través de las flores... Del l...