Lirio naranja

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Gilbert.

¿Saben cuántas pulsaciones por minuto tiene un joven adulto en promedio estando en estado de reposo?

La respuesta es, al parecer, entre sesenta y cien pulsaciones, normalmente. En mi caso, mis latidos se multiplicaron a más de cien mil por segundo en el instante en que Anne me besó.

A pesar de que llevo más de dos meses dejándole notas en su casillero, en las cuales intento expresar todo lo que mi corazón ha callado durante años. No soy exactamente el más hábil al tratar de describir mis sentimientos.

Es por eso que ahora me queda muy complicado querer relatarles a mis amigos —sentados frente a mí, en la sala de mi casa—, lo que sucedió hace un par de horas en la piscina.

—Estoy en shock.— exclamó Moody, dejando caer el puñado de palomitas que agarró, nuevamente en el tazón.

Jerry, con sus ojos muy abiertos por la impresión, le quitó el tazón.— Corrección, estamos, amigo, estamos en shock.

—Deja de corregirme, no estamos en el club de francés.

—Oblígame.

—¡Cállense los dos!— dijo Minerva, desde la pantalla del portátil de Winifred, el cual, la rubia sostenía, enfocándolo en dirección a mis amigos.

El castaño frunció el ceño.— No puedes callarnos, soy un ciudadano canadiense cuyos derechos no pueden...

—¡Te callas o te pateare más que el culo cuando vaya de visita a Avonlea!— gruñó la castaña, viéndose tan aterradora como hermosa, pese a la calidad de la imagen.

—Sí, madame.

Winnie volvió a posicionar su laptop frente a mí, antes de vociferar:— Muy bien, se besaron, luego de eso... ¿qué pasó después?

Cuando me dispuse a continuar con mi anécdota, Minerva me interrumpió:— Le confesaste que eres su admirador de las flores, ¿verdad?

—Ehm... no.

Y como si de un Simón dice se tratase, mis amigos imitaron la acción de la castaña de darse una palmada en la frente al oír mi respuesta, seguida de Winnie, después Jerry y por último Moody, provocando un sonido extraño, pero cool.

—Eres imposible.— soltó ella, chasqueando la lengua en señal de frustración.

Luego de eso, terminé por contarles lo que sucedió posteriormente al momento de separarnos de ese beso. De nuestro primer beso, para ser exacto.

Por sus caras, estoy casi seguro que ellos esperaban que Anne hiciera una romántica y surrealista confesión, en donde admitía estar enamorada de mí, conmigo correspondiendo a su declaración y siendo felices como en un cuento de hadas.

Solo que eso no pasó ni de cerca.

Lo que en verdad pasó, fue que Anne empezó a balbucear incoherencias que ni siquiera en todos mis años de conocerla, podría entender. Sin embargo, luego de unos minutos en los que estuve frunciendo mucho el ceño, ella pudo explicar su tanda de balbuceos, diciendo que, se tomó el leve atrevimiento de besarme porque le parecía conveniente habernos dado un beso de prueba antes de hacerlo en el escenario el día de la función.

Cosa que no me esforcé en discutirle porque tenía razón.

Más teniendo en cuenta que, después de ese día en la piscina, los siguientes ensayos nos estaban saliendo mucho mejor, ya teníamos más confianza y hasta se nos daba natural.

Paso el tiempo, y uno de los días más importantes para mí en aquel año escolar, llegó. La primera eliminatoria para las nacionales de natación.

Flowers[1] | Shirbert.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora