San Moteles De Amor

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Eris

Las Vegas

Malditos seas Cupido.

Me encuentro apoyada en el barandal del balcón. Admirando a los piojos andantes cómo se apresuran a salir del casino, como si no hubieran estado despilfarrando el dinero que ganan y pierden.

Boto el humo y apoyo mi barbilla en mi mano, estoy calmada aunque no lo parezca. Mi cara no muestra expresión alguna, miro los edificios y estos se iluminan de anuncios.

«Feliz día de San Valentín»

¿San Valentín?

Intento entender está fecha, que especial tiene, solo comparten regalos y a la cama.

Es como navidad pero con un buen final de noche.

Me desespera no poder mostrar algo como estos idiotas, nunca sentí algo al besar a alguien, esas mariposas en el estómago creo que siguen siendo gusanos andando por ahí o se murieron por estar esperar tanto.

El del hilo rojo, aquella leyenda que leí en un libro esa mierda esta bien enredada o el que la lleva todavía ni siquiera nace.

Me da una punzada en la sien y mi humor cambia radicalmente al recibir la llamada de un número desconocido.

— ¿Quién mierda es?

— Tú vulva.

— Habla de una vez.

— Feliz.

— Lo dices y lanzó este celular a la pista para que lo destrozen los autos— sentenció.

—Bien no lo digo— carraspea— Eris ayúdame.

— No te voy a prestar dinero.

— Está vez no es por dinero— suspira— María quiere que le presente a mi pareja.

— Preséntala entonces.

— No tengo idiota por eso te digo a tí.

— ¿Y yo que pinto ahí?

— Digamos que le mostré una foto tuya y le dije que tú eras mi pareja.

Tiró el cigarrillo y lo piso.

Tengo una pisca de curiosidad de saber quién fue la dulce persona que parió a la bestia que me habla.

Me muerdo el labio, mientras que el del otro lado de la línea sigue hablando. Ruedo los ojos al no poder negarme a esta propuesta, mejor es ir a fingir que soy enamorada de un hombre a quedarme a dispararle a todas las parejas que pasen con sus burbujas de romance excesivo.

No doy tantas vueltas al asunto y acepto. Me pasa la dirección de dónde nos encontraremos.

Corto la llamada.

Entro a la habitación, voy hacia el armario, saco un enterizo de dos piezas, me abrochó las sandalias y cojo mi bolso.

Salgo del hotel, llamo a mi chófer personal.

«Me estoy arrepientiendo»

En mi cara aparece un globo en forma de corazón, la chica se disculpa y vuelve a caminar de la mano con su enamorado.

Chasqueo la lengua.

Esto hace el amor, entorpecer a uno, solo es sexo lo que tienen, le salen a comprar cosas, hacen gastos innecesarios en regalos que cuando terminen los van a terminar rompiendo o tirando a la basura.

Me quiere dar migraña de solo pisar la acera.

— Perdone la demora— se disculpa.

Discúlpate por nacer, eso sí merece pedir perdón.

Muro De AvariciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora