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X.

No es extraño que está habitación este tan cerrada por dentro como por fuera pero que al abrirla está se prenda por arte de magia e ilumine tanto que puede dejar a cualquier aficionado ciego.

— Belial — llamo.

— Dígame, Mi Señor— se acerca y me hace una leve reverencia.

-— Inspeccionen por todas partes ese idiota debe haberlo guardado por alguna parte de este mugroso bungalo — suelto aburrido.

— Si,Mi Señor.

— No te demores que tengo una reunión importante a la cual asistir— chasqueo mi lengua al recordar el trabajo que tengo que completar.

No responde y eso me da a entender que está haciendo lo que le pedí y veo que les manda a  buscar a sus hombres, rebuscan por todas partes no importa si algo se rompe, bueno, no debe importarles igual ese viejo ya debe estar tieso y con gusanos saliendo de ese cuerpo maloliente, me trae satisfacción ver cómo destruyen las cosas viejas que para mí e igual para ellos son cosas sin valor.

Salgo para fumar un poco mientras que ellos se encargan de todo, pasan unos cuantos minutos y yo ya voy por mi tercer cigarrillo, cuando se escucha un disparó dentro del bungalo y de ese siguen más.

Tiró la colilla al suelo y la aplastó, me acercó a la puerta con el encendedor entre los dedos, prendiendo lo y apagando lo hasta estar dentro de la cabaña, alzo la mirada y me encuentro con unos cuantos hombre de Belial heridos y a un desquiciado con la cara enterrada en el piso.

Camino hasta Belial y veo que la pequeña pulga al parecer era una garrapata que estaba sumamente prendida que hasta el tuvo que intervenir y quitarse sus guantes blancos y manchar sus manos de insectos como este, ver la cara de asco que trae Belial me hace soltar una risa que sale ronca y amargada cuando en realidad es una risa de burla al ver que sus hombres son unos débiles, los tipos se quedan quietos con la cabeza agachada mientras que el se voltea a verme refunfuñando.

— No le veo lo gracioso, Mi Señor— se vuelve a poner los guantes sin antes echarse alcohol como si fuera agua, mejor debería echarse encima ácido muriático.

— Tus hombres son tan buenos para nada que Tú, tuviste que hacerte cargo de un pequeño insecto como esta cosa que esta tirada en el suelo— poso mi mano en su hombro mirando al tipo insconciente.

— Deberías matarlos aquí por ser tan inútiles para mi, eso lo haría alguien quien me admira como tú lo haces, no Belial?— me acerco y le susurro en su oreja.

Copiando la misma técnica de la serpiente en la biblia, susurrarle lo que uno quiere y ellos lo harán sin rechistar, tan fáciles de manipular.

— Mi espacio personal es sagrado, Mi Señor le pido que respete éso—me ignora por completo, se acomoda su traje y yo me alejo sin volver a decir algo.

«Me olvidé que no es tan fácil con él»

Camino hasta la puerta pero detengo mi paso al ver que por debajo del tapiz de esta cabaña o bungalo de porquería hay algo sobresaliendo, cambio la dirección de mi caminata y llegó hasta esa pared, paso mis dedos por el tapiz arrancando la parte que estorba.

Mostrándome así lo que vine a buscar, agarro la tela que está envolviendo lo que creo que es, me doy vuelta y se tornan serios al ver que encontré lo que buscábamos.

No puedo creer que estos imbeciles no pudieron encontrarlo cuando está a la vista, pedí que fueran rápidos pero lo único que hicieron fue perder el tiempo, esto merece un castigo y les daré llegando allá.

Muro De AvariciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora