Introducción

2.9K 387 261
                                    

Por fin los médicos autorizaron su alta. Tras pasar una semana en el hospital después de ser haber sido operado de urgencia por recibir un disparo en el último operativo, Lucas estaba más que listo para irse. Si bien sabía que tenía por delante un largo período de rehabilitación hasta recuperar del todo la movilidad y sensibilidad de su hombro, al menos estaría de regreso en su casa. En cuanto al dolor, se las tendría que arreglar con simples analgésicos, ya que no le gustaba el efecto que tenían sobre él los medicamentos más fuertes.

Mientras estuvo convaleciente, su compañero se ocupó de los informes y la presentación de las pruebas pertinentes que señalaban a su jefe, el comisario a cargo de la delegación de la Policía Federal en la Provincia de Misiones, como el traidor que, desde hacía algún tiempo, vendía información a los narcotraficantes. ¿Quién hubiera pensado que la artimaña utilizada por este para engañarlos y alejarlos de sus sucios negocios sería la misma que lo condenaría?

Sin embargo, no todo fue negativo. Gracias a ello, su colega encontró el amor. Sonrió al recordar a la única mujer por la que lo había visto caer. Durante el tiempo que se refugiaron en su casa cuando la amenaza aún se cernía sobre ella llegó a conocerla bien y podía afirmar que no existía nadie mejor para él que aquella impulsiva y rebelde joven con un corazón de oro. Al parecer, su compañero pensaba lo mismo, ya que esa misma mañana, luego de haber pasado a verlo y comentarle las novedades, se marchó a Buenos Aires para ir a buscarla.

Una vez vestido, recogió su teléfono y su billetera y salió de la habitación. Para su fortuna, su madre y su hermana no habían ido a visitarlo aún, por lo que no tendría que escuchar todas las recomendaciones que, sin duda, ambas le darían. Se apresuró a enviarle un mensaje a Ana para avisarle que no fueran al hospital porque se estaba yendo a su casa y le prometió llamarla más tarde. Las amaba con locura y apreciaba que se preocupasen por él, pero en ese momento solo deseaba un poco de tranquilidad.

Por otro lado, Julieta ya había regresado de su viaje y pensó que podría sorprenderla para pasar algo de tiempo a solas. Como la agencia de modelaje en la que ella trabajaba quedaba de camino, ni siquiera tendría que desviarse para pasar por allí. Era consciente de que no estaba en condiciones físicas como para llevarla a cenar a uno de esos finos restaurantes que a ella tanto le gustaban, pero tal vez podría cocinarle algo rico y cenar a la luz de las velas.

Descartó la idea en cuanto esta cruzó por su mente. Nada de lo que preparase sería apto para la estricta dieta que su prometida seguía y no lo motivaba demasiado cocinar para él solo mientras la veía comer una ensalada. Suspiró, resignado. No importaba. Se conformaba con pedir algo hecho y acurrucarse en el sofá a su lado para mirar juntos una película.

Una sensación extraña lo invadió nada más entrar en la agencia y por acto reflejo, miró a su alrededor en busca de la amenaza.

Nada. Todo parecía normal.

Saludó a la recepcionista y continuó caminando hacia los cuartos donde solían hacer las sesiones de fotos. No pasó por alto la cara de sorpresa de la chica y los evidentes nervios que se apoderaron de ella en cuanto nombró a Julieta, aunque optó por no darle mayor relevancia. Tal vez solo tenía un mal día.

Frunció el ceño cuando, al llegar a destino, se encontró con que la modelo que en ese momento posaba frente a la cámara no era ella. Esa extraña sensación lo embargó de nuevo, esta vez alojándose en la boca de su estómago. Más aún cuando, al reconocerlo, la expresión en el rostro del fotógrafo cambió por completo a una de alarma.

Sabía que Julieta no había vuelto a su casa porque nadie atendió cuando llamó por teléfono minutos antes, así que supuso que se encontraría ocupada, dado que tampoco había respondido el móvil. No obstante, ella no estaba allí. Algo no cuadraba y, a juzgar por el inusual comportamiento de los empleados, tenía la impresión de que ellos sabían algo que él no. Ignorando el llamado desesperado del muchacho cuando lo vio girar para dirigirse a las oficinas de los representantes, siguió su camino.

Todos los despachos eran vidriados, por lo que no necesitó revisar cada uno de ellos para comprobar que tampoco estaba en su interior. De pronto, giró la cabeza hacia la oficina del dueño de la agencia. Era el único lugar que no había revisado aún. Todo su cuerpo se tensó al recordar las palabras que su hermana le había dicho aquella vez al mencionar unas fotos en las redes sociales de su novia. Rogó estar equivocado, pero algo le decía que lo que encontraría no iba a gustarle.

Con el silencio que lo caracterizaba, avanzó hacia dicha oficina y, sin molestarse en golpear, giró el picaporte hasta abrir la puerta. Entonces la vio. Sentada semidesnuda sobre el borde del escritorio, envolvía con sus largas piernas al empresario mientras recibía gustosa cada uno de sus embates. Sintió unas repentinas náuseas y tuvo que contenerse para no sacar su arma y comenzar a disparar como un loco.

Soltó la puerta con fuerza para que esta chocase contra la pared y los alertara de su presencia. Los dos se sobresaltaron ante el repentino sonido y se separaron de inmediato. Advirtió la sorpresa en los ojos de la que hasta ese momento había sido su mujer y, un instante después, la culpa y la vergüenza empañaron su mirada.

La vio acomodarse con torpeza la ropa mientras avanzaba hacia él.

—Lucas, amor...

—No —ordenó con voz glacial, sus ojos como dos puñales sobre los de ella. Estaba dolido, decepcionado... ¡furioso! Las cosas entre ellos podrían no ser perfectas, pero él jamás le haría algo así—. Me voy a quedar en lo de mi mamá esta noche. Para cuando vuelva mañana, no quiero que haya nada tuyo en mi casa.

Y sin más, dio media vuelta y se marchó. Julieta estaba muerta para él. 

------------------------
¡Espero que les haya gustado!
Si es así, no se olviden de marcar la estrellita y comentar.

Les dejo mis redes por si desean seguirme:

Instagram: almarianna

Grupo de facebook: En un rincón de Argentina. Libros Mariana Alonso.

¡Hasta el próximo capítulo! 😘

Apuesta de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora