Lucila resopló frente al espejo, una vez más. Era el cuarto atuendo que descartaba esa mañana y ya comenzaba a impacientarse. A ese ritmo, pronto se quedaría sin opciones. Al parecer, la presencia de Lucas en el hotel la afectaba más de lo que había pensado. La verdad era que no sabía cómo comportarse con él allí y eso la ponía nerviosa.
Lo que habían compartido tras la boda de su mejor amiga no tenía precedente. Nunca había experimentado ese grado de intimidad con un hombre, ni siquiera con su ex, Guido, con quien salió durante bastante tiempo. Tenía que serenarse y actuar con naturalidad, pero, ¿cómo?, si apenas podía controlar la respuesta de su cuerpo cuando él estaba cerca.
Derrotada, se sentó en la cama y miró su teléfono. Había llegado el momento de aceptar lo sucedido y hacerle frente. Necesitaba hablar con su mejor amiga. No podía seguir evitándola. Y aunque no sabía cómo reaccionaría ella cuando le contara la razón por la que no le había devuelto las llamadas, esperaba que la perdonase. Para ella también había sido muy duro la distancia.
—¡Luci! ¿Estás bien?
Sintió un nudo en la garganta al percibir la preocupación en su voz y el peso de la culpa cayó sobre ella como plomo.
—Sí, sí, tranquila. Sé que debí llamarte antes, pero yo...
Daniela la interrumpió.
—Lo hiciste ahora y estás bien. Eso es lo único que me importa.
Y con esas palabras su mejor amiga derribó al instante la absurda pared que ella misma había alzado entre ambas. Sin poder evitarlo, rompió en llanto mientras se disculpaba de nuevo. Cuando por fin se calmó, procedió a confesarle lo que había pasado con Lucas.
—Perdón que haya esperado tanto para contártelo. Quería hacerlo, pero la verdad es que tenía miedo de lo que pudieses pensar de mí. O sea, yo sabía muy bien que él tenía novia, pero eso no me detuvo. Fui igual a su hotel, subí a su habitación y como la sexópata que soy, me le ofrecí como un banquete.
—A ver, antes que nada, aclaremos dos cosas. La primera: sé la clase de persona que sos y no hay nada, absolutamente nada, que haga que yo piense mal de vos. Sos como mi hermana, Luci, y jamás voy a juzgarte así que por favor dejá de castigarte. ¿De acuerdo?
—Está bien —respondió más tranquila—. ¿Y cuál es la segunda?
—Ah, sí, la segunda... —Hizo una pausa como si estuviese eligiendo las palabras—. ¡¿Quién no lo haría, mujer?! —exclamó, incapaz de seguir disimulando su entusiasmo—. ¡Si es un bombón!
—Te juro, princesa, que si seguís así voy a tener que matar a mi compañero.
Lucila oyó a su amiga jadear ante la sorpresa. Al parecer, su marido acababa de llegar y lo que escuchó no le gustó nada. Se llevó una mano a la boca para que no se oyeran sus carcajadas.
—Solo digo que es un bombón para ella, amor. Sabés que para mí no existe nadie más que...
La frase de Daniela quedó inconclusa cuando Pablo la interrumpió con un beso. Si bien no podía verlos, no tenía dudas de que eso era lo que estaba pasando.
—Me parece que mejor los dejo solos.
—¡No te atrevas! —advirtió de pronto su amiga, aún atontada por lo que, sin duda, había sido un beso demoledor.
No pudo evitar evocar el recuerdo de Lucas tomando absoluta posesión de su boca, acariciando sus labios con su lengua para luego morderlos despacio. Reprimió un gemido cuando un intenso cosquilleo invadió su sexo y cerró con fuerza las piernas en un intento por aliviar el ansia que él siempre despertaba en ella.
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Apuesta de amor
RomanceLibro 2 Serie Peligro. ♡ Lucila es una chica sincera, dulce y jovial. Su nuevo trabajo en un hotel en la playa y un departamento frente al mar deberían hacerla feliz; sin embargo, una reciente desilusión la tiene desanimada y se promete a sí misma n...