Luego de una mágica y apasionada noche juntos, seguida de una deliciosa y exquisita mañana, se habían despedido para que Lucila pudiese encargarse de unos pendientes del restaurante. Como Patricia tenía cita con el obstetra, la había dejado totalmente a cargo de la gerencia y, en ese momento, se encontraba con José revisando el inventario.
Lucas, por su parte, había aprovechado el tiempo para hacer unas llamadas de trabajo —según lo que le había comentado— y luego, había salido a correr. El día nublado y el fuerte viento que se había levantado, había despejado la playa para él permitiéndole ejercitarse con la misma tranquilidad que encontraba en las mañanas.
Se sentía un poco tonta por la forma en la que lo extrañaba cada vez que no lo tenía cerca, pero no podía evitar sentirse así y lo cierto era que tampoco le importaba. En el poco tiempo que llevaban juntos, el vínculo entre ellos había crecido, se había profundizado, se había fortalecido. Jamás había experimentado algo similar con nadie más y, aunque a veces sus miedos afloraban, sabía que él era el hombre de su vida.
—Creo que nunca te vi tan feliz, Luci.
La voz de su primo la sacó de sus pensamientos.
—Lo estoy, ¿no? —preguntó con un suspiro que lo hizo reír.
—Sí —aseguró con sus ojos fijos en ella—. No sé qué es lo que te está haciendo y tampoco quiero saberlo —se apresuró a aclarar con las manos en alto antes de que dijese algo que no necesitaba, ni quería, oír. Después de todo, la sentía más como una hermana que una prima—, pero me gusta. Me alegra que se hayan encontrado. Se nota que te quiere de verdad y te trata como siempre debieron haberlo hecho todos. Además, se sacó la lotería con vos y él lo sabe.
Lucila no pudo evitar emocionarse ante sus palabras. José siempre había sabido qué decirle para hacerla sentir bien. De sus primos, era el más cercano a ella y aunque siempre había podido contar con él, el tiempo y la distancia los había separado al punto de reducir su relación a un par de llamadas al año. Por fortuna, había tenido a Daniela, su incondicional y fiel amiga, en quien podía apoyarse cada vez que estaba mal. Aun así, siempre había extrañado a su familia y recuperar este vínculo tan importante, la llenaba de dicha.
—Te quiero —declaró, sonriente.
—Yo también, pequeña —respondió empleando el cariñoso apelativo que siempre había utilizado con ella desde que eran pequeños.
Sin necesidad de más palabras, la estrujó en un cálido y fraternal abrazo, ese que siempre parecía reunir los pedazos rotos dentro de su alma, el de su primo José, una de sus personas favoritas en el mundo.
De pronto, la puerta de la cocina se abrió y la voz de Bruno hizo que ambos se apartaran mirando en esa dirección. Lucas, que estaba de pie detrás de su primo, frunció el ceño cuando sus miradas se encontraron.
—¿Estás bien, bonita? —preguntó con preocupación a la vez que dio un paso hacia ella.
Solo entonces, Lucila se percató de las lágrimas en sus ojos.
Asintió mientras se las limpiaba con torpeza.
—Sí, todo más que bien —aseguró yendo ella también a su encuentro.
Se encontraron a mitad de camino y él le acarició la mejilla apartando, con su pulgar, la última gota que descendía por la misma.
—¿Segura? —insistió.
—Sí, amor.
Su respuesta los sorprendió a ambos. Era la primera vez que lo llamaba así. Siempre le había costado expresar sus sentimientos en palabras, sin embargo, con él simplemente salían. Inmediatamente después, sus mejillas se encendieron provocando que una enorme sonrisa se formara en el rostro de él.
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Apuesta de amor
RomanceLibro 2 Serie Peligro. ♡ Lucila es una chica sincera, dulce y jovial. Su nuevo trabajo en un hotel en la playa y un departamento frente al mar deberían hacerla feliz; sin embargo, una reciente desilusión la tiene desanimada y se promete a sí misma n...