11. Resentimientos

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Esa noche, Austin terminaba de cerrar el bar de su padre, la pelea que hace alguna horas se había desatado obligó al chico a quedarse más de la cuenta. No podía darse el lujo de que su padre encontrara todo patas arriba por la mañana a la hora de hacer el papeleo de las ganancias, aunque de antemano sabía que por lo menos los muebles rotos serían pagados de su salario, si es que corría con suerte.

Mientras se colocaba la chaqueta se tomó unos minutos para sentarse en la acera fría para fumar un cigarrillo, refugiándose bajo el área de luz parpadeante de la vieja farola. Todo estaba en una gran calma, solo con el ladrido de los perros haciendo eco a su alrededor. Cerró los ojos y mantuvo el humo dentro por un tiempo.

Pegó un saltito cuando escuchó su celular sonar en su pantalón, interrumpiendo su momento de paz. Chasqueó la lengua y contestó.

— ¿Qué pasó, Sarah?.— preguntó dejando salir el humo.

— Nada bueno.— contestó con la voz rasposa, casi en un susurro.

— ¿porqué estas susurrando?.

Volvió a succionar una porción de humo.

Escuchaba la respiración de Sarah tras la línea, pero ninguna palabra salía de su boca. A su mente vino la posible causa de su llamada a tales horas de la noche.

— Es Jade ¿verdad?.

— Sí.— soltó en un suspiro.

Se levantó sacudiendo el polvo de sus pantalones y fijó rumbo a su departamento, calculó que llegaría en unos minutos si caminaba a un paso rápido.

— ¿Qué ocurrió?.— preguntó sin ganas.

— Escucha, ella no quiere que te diga nada y yo se lo he prometido — se quedó en silencio—, por eso es mejor que lo veas por ti mismo.— continuó susurrando.

— Me estas asustando, ya dime que qué pasó.

Otra calada de humo pasó por su garganta.

— Solo ven a mi casa, es mejor que lo escuches de ella.—  un crujido se coló por el altavoz.

Detuvo su paso y esperó en silencio.

— ¿Sarah?.— alejó el celular de su oreja y miró la pantalla.

La llamada se había cortado.

— Mierda.— mustió. Tiró el cigarrillo al suelo y lo pisó.

Austin retomó el rumbo con un trote apresurado. No le sorprendía que Sarah lo hubiera llamado por asuntos relacionados con Jade, de nuevo. Hasta cierto punto ya estaba cansado de ser siempre él quien se encargara de resolver sus problemas, aunque Jade fuera su mejor amiga y casi una hermana pequeña para él. Sabía que su paciencia en algún punto se acabaría y temía las consecuencias de ello, pues, podría llegar a ser muy impulsivo y directo.

Después de unos minutos, divisó la calle de departamentos, el suyo se encontraba en el quinto piso del tercer edificio. Aunque no era muy ostentoso, para Austin era suficiente; el alquiler era barato y, de vez en cuando, pasaba algo interesante por la zona, lo que lo hacía menos aburrido. Se había mudado de la casa de sus padres hace un año, pues, estaba harto de las discusiones entre ellos, donde siempre terminaban metiéndolo por una u otra razón. Trabajar en el bar de su padre le bastaba, y pensaba seguir así por un buen tiempo, mientras ahorraba para pagarse los estudios en una universidad decente, y porque no, abrir su propio taller mecánico, quería ser ingeniero automotriz.

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