Finneas se balanceó hacia atrás por la fuerza del golpe, sintió algo húmedo bajando por su nariz y se llevó las manos a la cara, se tomó un momento para reincorporarse.
Veía como su hermana se apartaba de él y se apresuraba a salir de la casa, azotando la puerta detrás de ella como siempre lo hacía cuando estaba enojada, «Me las pagarás» gruñó. Buscó un pedazo de papel en la cocina para detener el sangrado y salió de la casa corriendo, intentando evitar que su hermanita cometiera alguna tontería solo por una rabieta.
— Maldita sea Billie, espera.— se acercó al auto intentado abrir la puerta, ella arrancó.— Joder.— soltó.
Observó las luces traseras desaparecer a la vez que se alejaba, entró en la casa y se apresuró a tomar las llaves de su propio auto, salió de casa, cerró con llave lo más rápido que pudo y se montó en el auto, lo encendió y fue detrás de su hermana.
En plena persecución se dió cuenta de que no sabía realmente a donde tenía que ir o donde tenía que buscarla, por un momento se sintió como un idiota «¿A donde fuiste Bill?» se preguntó.
Extrañamente esa noche, las calles de Los Ángeles parecían estar abandonadas y reflejaban un ambiente distinto al que había en una tarde calurosa donde el tráfico y el calor eran insoportables, tomó una gran bocanada de aire y se estacionó enfrente de una cafetería que seguía abierta. Se quedó un momento pensando en todos los lugares a los que Billie podría haber ido «Idiota, llámala a su celular» se dijo, sacó su teléfono, marcó y esperó.
«Vamos, contesta» rogó, después del quinto timbre la contestadora se activó «— Habla Eilish, no quiero responder ahora, deja tu mensaje y veré que hacer» la voz de su hermana resonó en sus oídos.
Esperó unos minutos y volvió a intentar por cinco veces más obteniendo el mismo resultado «Maldita mocosa, esta vez mamá se enterará de esto» gruñó.
Finneas se dejó caer en el asiento y pensó en que hacer, donde podía buscar, estaba empezando a sentir algo de pánico.Bajó del auto y entró en la cafetería, pidió un café americano y se sentó en una esquina.
El ambiente era cálido y hogareño a pesar de casi estar vacío, le recordaba a cuando ambos eran más jóvenes y solían hacer salidas juntos a algún lugar especial, cosa que ahora era diferente.
Jugaba con la cuchara del café intentando calmar su ansiedad, no se quería mostrar preocupado y procuraba mantener a cualquier persona curiosa del lugar lejos de sus asuntos privados.
— ¿Se encuentra bien?.— preguntó una joven mesera.
— Si, estoy bien.— respondió cortante.
— ¿puedo ofrecerle algo más?.— preguntó.
—Solo la cuenta.— ordenó, ella asintió y se apartó.
Se sentía mareado, eran casi las tres de la mañana pero no ser daría por vencido, sacó su celular nuevamente y esta vez marcó el número de Zoe, la mejor amiga de Billie. Al cuarto timbre respondió.
— ¿Qué sucede, Finn?.— se quejó.
— ¿Estabas dormida?.
— Ya no.
— Supongo que Billie no está contigo ¿verdad?.— se apresuró a decir.
— ¿Billie?, no... ¿pasó algo?.
— Salió de casa muy apurada, no quiso darme explicaciones y para colmo me rompió la nariz. Ni siquiera contesta el maldito celular y tampoco se a donde fue o donde buscarla, temo que algo pudo haberle pasado.
— ¿Se pelearon?
— Algo así, intenté evitar que no se fuera.— bufó.— Estaba muy enojada y... no lo sé... parecía que tenía ¿miedo?
— Dios...— murmuró Zoe. — Escucha Finneas, tú y yo sabemos que Billie es una cabeza hueca, pero no es estupida. Debe tener una razón para comportarse así... Ahora piensa... ¿ya intentaste rastrear su celular?.— sugirió.
— ¡Mierda! es verdad, me siento como un idiota. Gracias Zoe.
— ¿Necesitas que vaya para allá? Puedo-
—No, gracias Zoe.— intervino.— Ya es tarde y no quiero causarte problemas. La voy a encontrar.
— No es ningún problema, es mi mejor amiga.
— Lo sé, pero descuida... esa niña se merece un buen regaño.
— Bien, pero por favor, avísame en cuanto la encuentres.
De un sorbo, Finneas terminó el café quemándole un poco la lengua , dejó dinero en la mesa y salió del lugar.
Se apresuró a subir al auto y rastreó el número lo más rápido que pudo en una aplicación que ambos compartían para emergencias.
«8901 Sunset Boulevard, ¿que demonios haces ahí?».
Conducía lo más rápido que podía y calculó que llegaría en cuestión de minutos. Su nariz había parado de sangrar pero seguía sintiendo dolor. En el pasado, los hermanos habían tenido peleas subidas de tono, pero terminaban con uno de los dos cediendo la razón al otro, algunas veces después de algunos pequeños golpes de por medio, pero Finneas nunca antes había visto a Billie tan enojada y le inquietaba la razón detrás de ello.
Después de unos minutos, había llegado a la ubicación marcada en el GPS, pero algo lo desconcertó. Había algunos coches de policía y una ambulancia obstruyendo el paso, esta vez se imaginó lo peor. Entre el montón de autos pudo ver el Dodge Challenger de su hermana, un escalofrío le recorrió todo el cuerpo y se apresuró a bajar de su auto.
— Oh Dios, no. ¡Billie!.— gritó acercándose al auto.
Antes de que pudiera llegar a ella, un policía lo detuvo.
— ¡Hey! no puede pasar.
— ¡Es mi hermana!, muévete.— lo apartó empujándolo con fuerza.
Vió a Billie acostada en una camilla que dos paramédicos empezaban a subir dentro de la ambulancia. Un poco de sangre escurría por la frente de la chica y tenía pequeñas cortadas en su rostro.
Finneas tenía miedo de acercarse más, se negaba a creer lo que estaba pasado, se llevó las manos a la cabeza y corrió hacia ella abriéndose paso a través de los policías.
— ¡Te dije que no puedes pasar!— uno de ellos sujetó al chico colocando sus manos detrás de su espalda.
— ¡Suéltame maldita sea!, esa chica es mi hermana menor.— gritó intentando liberase.
— ¿qué sucede aquí?.— interrumpió un paramédico.
— ¡Dile que me suelte!.— ordenó.
— Está bien, tranquilízate. Suéltalo.— el policía lo liberó.— ¿Conoces a esta chica?.
— Sí, soy su hermano. Ella... escapó de casa y yo la estaba buscando.— suspiró.— ¡Mierda, mierda! Billie... ¿está?...— sus ojos se tornaban vidriosos.
— No, tranquilízate. Ella está bien, pero su brazo derecho está fracturado y parece tener una contusión. La llevaremos al hospital, puedes ir con ella .
Sin pensarlo dos veces, Finneas asintió montándose en la parte trasera de la ambulancia, junto a su hermana.
El camino al hospital fue silencioso y pareció durar una eternidad. En todo momento, el chico sostuvo y acicaló la mano y cabello de su pequeña hermana.
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Obsession
FanfictionPara la joven cantante, las cosas parecen ir de maravilla; fama y fortuna, lo que cualquier adolescente anhelaría. Tras un tiempo bajo los reflectores, la vida de Billie se vuelve un tormento cuando un "error" de su pasado sale a la luz; amenazando...