Maureen | Jasper Hale

→Fourteen

❝Cicatrices❞

●ψ●

El miedo era algo relativamente nuevo en su vida, siempre fue fuerte, siempre combatiendo por la seguridad de sus tierras texanas. Luego luchando para entrenar a los neófitos de María, niños inocentes en una guerra en donde no tenían nada que hacer, pero obligados a participar en un bando. Muchos lo odiaron, otros intentaron matarlo, pero habían acabado muertos

»—¿Cuántos intentaron matarte? — Había preguntado Alice en algún momento de su vida
Él había respondido con una sonrisa ladeada —El mismo número que había muerto en el intento. «

Nunca había sido débil, jamás se había doblegado ante un enemigo. Simplemente su corazón lo había traicionado, había creído que la poca atención que María le brindaba era amor, creyendo que haciéndola sentirse orgullosa de su ejército la haría feliz.

Creyó que María lo amaba…

Fue ingenuo, pero su colega Peter le había abierto los ojos. Escapó un día con Peter y su compañera, pero verlos ser felices ellos dos habían despertado en el los celos. El anhelaba ser feliz, fue entonces que se separó de sus amigos para seguir su camino solo. La soledad un constante castigo por la sangre derramada por sus manos.

Fue entonces que el Hada de Alice lo había encontrado, tan feliz como ella era. Fue para Jasper un respiro de frescura, ella no lo hacía sentirse tan miserable.

En algún momento de su camino Jasper la creyó su compañera. Pero Alice se había negado, argumentando que en su futuro solo veía una hermosa amistad. El muy a su pesar había aceptado, jamás en su mente paso obligarla a algo.

Jamás obligaría a una mujer a estar con él.
Ahora que conocía a Maureen agradeció aquel principio que se había aferrado a él atreves de los años, la dulce Maureen. La jovencita de cabello castaño y ojos marinos lo tenía más que cautivado.

Desde la primera vez que sus ojos colisionaron, Jasper había quedado hechizado. Su aroma a mar, su menudito cuerpo que parecía romperse al más mínimo de los roces. Sus ojos fue lo que más lo cautivaron, podría perfectamente perderse en ellos para siempre. Su voz, parecía a la de un ángel había decidió susurrarle en el odio, eso sentía Jasper cada que Maureen cantaba para él y solo para él.

 
Jasper no se consideraba posesivo, pero era demasiado receloso con respecto a Maureen.

Nadie más que el vería la magia luminosa que Maureen desprendía cuando cantaba. Aquellos momentos siempre eran mágicos, Maureen solía exponer cada pieza de su corazón roto cuando cantaba. El no dejaría que nadie la viera tan vulnerable.

Tuvo que luchar contra Morgan y sus constantes comentarios sarcásticos, el mellizo de su dulce Maureen él era más molesto cuando de protegerla se trataba.

Pero sabiendo la oscura historia de los demonios que acechaban a la más pequeña de los Atlantis la actitud protectora de Morgan era más que justificable.

Tanto Morgan como Jasper sabían que no podían encerrarla en una jaula de oro, Maureen era como las aves, prefería morir volando entre las nubes que vivir encerrada entre rejas de oro.

Aunque eso no les impedía ser feroces bestias cuando de protegerla se tratara. Jasper había derramado la sangre de dos hombres cuando la había intentado violar. No sentía remordimiento por ninguno de los dos, lamentaba demasiado lo rápido que los hombres murieron.

Le habían mentido a Maureen diciéndole que solo los había dejado inconscientes, como ella misma le había dicho en el invernadero. Maureen, jamás podría soportar el peso de la culpa por las muertes de aquellos dos hombres.