Maureen | Jasper Hale

→Seventeen

Maratón 3/3

❝El corazón del cazador❞

●ψ●

El mundo era una mierda, los hombres se habían encargado de convertir el mundo en una asquerosa sociedad machista, no los culpaba, no del todo por lo menos, culpaba a las enseñanzas que iban pasando de generación a generación a la falta de criterio propio y se odiaba por lo que alguna vez fue, lo que se había creído.

Morgan Atlantis, no era trigo limpio, Por algo era amigo de Thomas, habían compartido ideales, sueños, acciones. Morgan, alguna vez fue reflejo de Thomas.

¿Las mujeres? Algo que descartaba con desinterés, las chicas le parecían atrayentes hasta que se les quitaba el encanto y desechaba ¿Porque tendría una mujer a su lado si no era interesante? 3 mujeres antes que Alice había sido víctimas de la actitud poco madura de Morgan y hubiera seguido de esa manera si aquella noche sin estrellas no hubiera pasado.

Morgan llegaba del trabajo de medio tiempo que le habían dado en una ferretera, durante el camino se había sentido tan angustiado que prácticamente había corrido a casa para asegurarse que sus ojitos lindos estuviera allí a salvo. Solo encontró una nota.

Morgan, fui a comprar leche con la señora Saria, vuelvo pronto

 

Nada fuera de lo normal, pero el corazón le palpitaba demasiado, tan dolorosamente, los brillantes ojos celestes de Maureen lo perseguían, le dolía el rostro como si lo hubieran golpeado y las costillas le ardían. Empezó a jadear, quiso aliviar su malestar cerrando los ojos, pero solo escuchaba gritos.

 

¡Por favor! ¡Por favor no! ¡No! ¡THOMAS!

 

Fue entonces que Morgan echo a correr, el corazón lo guio a un callejón oscuro a 6 cuadras de su hogar y antes de adentrarse a ese callejón los gritos y súplicas de Maureen lo golpearon. sin importarle quien era la personas que tenía Maureen encima, lo golpeó con una botella de cristal en la cabeza y lo pateó repetidas veces, hasta que vio su rostro.

Su hermano del alma, su mejor amigo, se quejaba en el suelo, quiso matarlo, el dolor le nublaba el juicio. Había confiado su tesoro más preciado a Thomas, le había abierto las puertas de su casa, poco recordaba de ese día.

Solo sabe que tomo a su hermana y pidió un taxi a la estación de policía más cercano, sabía quién era la mamá de Thomas y sabía que si no actuaban rápido la justicia sería inútil, aunque al final de cuentas la justicia fue igual de inútil.

Los meses después de la denuncia fueron una tortura, su hermana, era siempre la más alegre de su hogar, la que le daba a su hogar el toque cálido y femenino, la que siempre estaba ahí para ellos, después de aquella noche Maureen solo fue silencio.

Dejo de tocar, dejo de bailar, dejo de sonreír, las pesadillas la torturaban, sus ojos de un celeste tan hermoso y mágico se apagaron, ahora había oscuridad en ellos. Thomas Rivel había roto algo fundamental en Maureen. Morgan sintió tanta rabia, tanta impotencia, su flor más bella estaba marchitándose sin que él pudiera hacer algo para evitarlo.

El sintió culpa, había dejado entrar a un monstruo a su hogar, había confiado en el, no vio las señales obvias, como cuando lo encontraba en la habitación de su hermana, el le decía que le encantaba la guitarra que ella tenía ahí, sus novias siempre tenía parecidos a Maureen, Thomas siempre se mostraba incluso más celoso que el cuando querían conquistar a su hermana, el ligero coqueteo que Morgan y Maureen confundieron con juego, el como la miraba.