→Twelve

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Locamente enamorado

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Maureen caminaba con la elegancia de una gacela, tenía los ojos de una pantera al acecho y su corazón era tan noble como la lealtad de los lobos. Ella observaba el caminar de la Swan, tan torpe, tan falto de la gracia de una bailarina. Pero Maureen podía ver en los ojos oscuros de la hija del jefe un lado psicópata muy notorio, la obsesión, la euforia de tener a lado al depredador de la raza humana, la excitación del peligro constante en el que se vería envuelta. Veía en ella una emoción impropia de alguien que era la presa a lado del cazador.

Era un poco hipócrita viniendo de ella, ella estaba enamorada del mismo tipo de criatura sobrenatural. Pero había una pequeña diferencia, ella realmente estaba enamorada de Jasper. De la persona detrás del vampiro, del diminuto lado humano que podía apreciar en los ojos del soldado. Ella estaba enamorada de la persona juguetona que había detrás de esa mascara de rigidez, de lo protector que podía ser con ella, de lo cuidadoso que era para abrazarla.

Cada que Jasper la tocaba no de una manera sexual, el soldado se aseguraba de que ella siempre estuviera mirándolo a los ojos. Que siempre lo viera a él y que su mente se concentrara solamente en él. Se aseguraba que Maureen supiera que era él y no Thomas.

Aunque aún se estremecía ante el tacto del soldado. Maureen, parecía ya no sufrir un calvario, ya no parecía ahogarse en miedo. Mientras solo fuera Jasper o su familia. Maureen no temía.

Bella había llegado al instituto creyéndose la última coca del desierto, había llegado del brazo del guapísimo. Edward Cullen, rompiendo todas las reglas. ¡Ja! Si supiera que ella estaba junto a él solo por la enorme necesidad del vampiro por ser amado a pesar de sentirse una bestia.

Maureen espero pacientemente, hasta que Bella salió de uno de los cubículos del baño. Fue el momento en donde Maureen ataco. La agarro de su suéter y con fuerza la estampó contra la puerta de uno de los baños. Maureen odiaba la violencia, pero tristemente ella había aprendido a que si no se defendía con uñas y dientes iba a terminar siendo el juguete de todos.

Bella peleo, claro que lo hizo, pero por alguna extraña razón la fuerza de Maureen era superior a la de la humana - ¿Maureen? ¿Qué estás haciendo? ¡Suéltame!

-Escúchame bien Isabella. Si alguna vez vuelves a dejar a cualquier persona en peligro solo para salvar tu asqueroso trasero de cucaracha aplastada, te juro por mi hermano que te hago pasar por el mismísimo infierno. - Un susurro, pero la amenaza ahí estaba. Isabella solo asintió mientras temblaba - ¿Entendiste rata de alcantarilla?

-¡Bien! ¡Lo juro! ¡Ya suéltame!

Maureen la soltó bruscamente, Isabella se tambaleo, pero logro mantenerse en pie. Los ojos de Maureen parecían brillar, pero... no con un brillo natural, no. Parecían resplandecer con demasiada furia, con ira contenida. Maureen se marchó del lugar, pero al parecer su cabeza quería explotar. El ruido de estática abrumaba sus sentidos, sus manos temblaban, las fuerzas abandonaban su cuerpo. Todo el mundo parecía girar.

Maureen se sostuvo de uno de los casilleros, los pasillos estaban desolados, los estudiantes se encontraban en clases igual que los maestros. Maureen jadeaba, el ruido era insoportable, las pulsaciones de su corazón eran cada vez más fuertes. Ella iba a desmayarse. No sabía lo que le sucedía, no sabía porque escuchaba las voces de sus compañeros de clases amplificadas, no sabía por que empezaba a escuchar gritos de auxilio, no sabía por qué el cuerpo le dolía horrores. Ella no sabía porque parecía que todo ser en el mundo quisiera hablarle a la vez.

-¡Maureen! Cariño ¿Estas bien? - Maureen sintió los brazos cálidos de su padre - ¡Maureen!

Ella se desplomo en sus brazos -¡Cariño! ¿Mi vida que pasa?

Maureen | Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora