Capítulo 8

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***Narra Jan***

Cada palabra que decía, me rompía mas el corazón, porqué él, porqué. Mientras me lo contaba intentaba analizar la situación. Le escuchaba, atento, con los brazos cruzados. Me contestó a mi pregunta y finalmente acabó la explicación. Yo no sabía que decir. Ella me miraba con sus ojos castaños, llenos de temor. 

-Di algo.- dijo nerviosa.

-No sé que quieres que te diga, lo acabas de conocer, no sabes casi nada de él y ya eres su novia, me parece perfecto.- Dije sarcástico.

-Se que es pronto, lo sé, demasiado, pero ayer, ayer me sentí bien con él, me sentí protegida, cuando me protegió de mi madre, y ayer fue la primera vez que realmente me fui a dormir feliz.

-Ah perdona por no hacerte feliz, por no venir cada día a tu casa, a desayunar y pasar el día los fines de semana, perdón por no a verte sacado una sonrisa.

-Jan...eso..eso no es así, es diferente...

-¡¿Diferente?! ¿Enserio Emily? No hay nada de diferente, realmente estas diciendo que un desconocido ayer te hizo feliz, y ¿yo? ¿Durante estos años no lo he hecho? ¡¿Realmente me estas diciendo que él en un puto día te hizo feliz?!-

-Por favor no me grites. Es diferente, tú también me haces feliz, pero cuando no te quedabas a dormir, me volvía a sentir sola, me quedaba pensando. Y eso me sentaba mal, hasta un punto         que...- Dejó de hablar y se puso nerviosa.       

-Hasta un punto ¿Qué?

-Nada.- Me dijo con los ojos vidriosos. 

-Dime.- le cogí del brazo y le miré a los ojos. Me evitaba la mirada, se apartó de mí y eso provocó que las mangas de la sudadera que llevaba se subieran y lo vi, vi aquellos cortes. – ¿Qué es eso?- Le pregunté.

Vi como su rostro cambiaba, notaba su tristeza y se le cayó una lágrima.

-Nada.- Me dijo. Y empezaron a caerles más lágrimas.

En ese momento quería gritar, pegarme, matarme, como ha podido cortarse, he intentado de todo para que esté bien, para que sonría y nada, veo que no cambia nada.

-¿Pasa algo amor?- Interrumpió Carlos entrando a la cocina.

-No, nada.- Le contestó ella secándose las lágrimas.

- ¡¿Qué le has hecho capullo?!- Me gritó y  fue hacia ella abrazándola.

Cerré el puño muy fuerte, quería pegarle, pero no podía, tenía que relajarme y salir de ahí. Ahí no pintaba nada, estaba fuera de lugar.

-No me ha hecho nada, tranquilo.- Le dijo ella respondiéndole al abrazo.

-Nunca le hubiera hecho nada, nunca. Emily que te vaya bien con... este.- Dije mirándole de arriba a bajo y saliendo de la cocina.

Emily fue detrás de mí.

-Jan…

Pero antes de que acabara me fui no la quería escuchar, no quería saber nada de ella. Desde que nos conocemos he intentado darle lo mejor de mí, y ahora conoce a un chico en dos días y ya está “enamorada” y lo escucha a él, ridículo. Ella no sabe lo que es amar, no sabe lo que es pensar en alguien todos los días, que te importe ella más que tu propia vida, no tener huevos a decir lo que sientes, morirse de ganas por estar juntos, no lo sabe.

Camino a casa pensé en todas aquellas tonterías, todas aquellas sonrisas, todas aquellas mentiras que dijimos, todos aquellos días que llovía y no salíamos de casa y nos sentábamos en el sofá a mirar unas películas y a comer pizza, todas aquellas tardes que íbamos a nuestra cafetería favorita, aquellos días tristes cuando ella estaba mal y yo intentaba animarla, todo aquello y mucho más lo pasamos juntos.

¿Y ahora? Ahora nada volverá a ser como antes. 






Una vida solitariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora