Capítulo 3

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Llegue a mi casa, como siempre no había nadie, ya me había acostumbrado mis padres trabajaban mucho y se pasaban la mayor parte fuera de casa cuando me voy a dormir ellos llegan cuando me voy a la escuela ellos duermen y cuando vuelvo, me deja una nota mi madre prometiéndome que hoy saldrá pronto, pero como siempre nunca la cumple. Me subí a mi cuarto, me cambié y me tiré en la cama y me quede pensando, ¿quien será la chica que le gusta a mi mejor amigo? ¿ y si luego empieza a salir con ella y se olvida de mi? ¿ y si su novia no le deja quedar conmigo?. Pensar eso me puso triste, cogí mis auriculares, me los puse y encendí el móvil, puse la canción de Try de Pink.

Tenía miedo a perder a mi mejor amigo, era mi única familia, el se quedaba a dormir cuando mis padres hacían un viaje  de negocios, el era el que me felicitaba por mi cumpleaños, el era el que me daba sus mejores abrazos. Mis lágrimas empezaron a salir. ¿porque nadie me quiere? ¿tan horrible soy?.

Me levanto y me miro al espejo. Veo una chica rubia, con unas gafas negras, unos leggins y una sudadera que Jan me regaló cuando se quedó un día a dormir. La música sigue sonando y me levanto la sudadera, ¿gorda?, no creo, me miro el pecho ¿plana?, esta bien el pecho ni muy grande ni muy pequeño, cintura ¿ancha?, normal, el culo ¿gordo?, mas bien casi plano. De repente suena el timbre, que raro, salgo descalza de mi habitación y me dirijo a la puerta ¿quien debe ser?. Abro la puerta. Lo primero que veo es un chico alto, con el pelo revuelto, unos ojos verdes, llevaba unos tejanos pitillos, las botas esas que se han puesto tanto de moda, una camiseta negra y una chaqueta azul marino, era perfecto. Pero seguro que era un gilipollas.

-Hola, guapa.- ahí está la prueba.

-Hola ¿quien eres?

-Soy tu nuevo vecino, te picaba por si me dejabas llamar a mi madre o que si me dejabas un cargador, se me acabo la batería del móvil y no tengo llaves y no hay nadie en casa.- me dijo con una sonrisa.

-Am, si claro, pasa.

-Gracias.- entro en mi casa y cerré la puerta.

-¿Quieres algo?

-No gracias, ¿me dejas el teléfono?

-Si.- me acerque a la mesita donde estaba el teléfono de casa y se lo di. Nuestras manos se rozaron y sentí un escalofrío.

-Gracias preciosa.- y me guiño un ojo. Me senté en el sofá  el chico hizo lo mismo. Marcó el numero y se puso el teléfono en la oreja, así estuvo dos o tres veces y se dio por vencido.

-Vaya no lo coje.- dijo colgando y dejándolo en su sitio.

-¿Y que vas hacer entonces?

-No sé, gracias por todo preciosa.- se levanto del sofá y por alguna razón no quería

 que se fuera.

-Quèdate...aquí hasta que venga tu madre si quieres.- dije agachando la cabeza.

-Sí, claro guapa.- Se volvió a sentar en el sofá.

- Bueno, ¿Cómo es que te has mudado aquí?

- Pues, quería cambiar de ambiente, además las chicas de mi pueblo no me dejaban en paz, supongo que soy irresistible a las chicas.- Me giñó el ojo.

Yo sólo reí

- Entonces… ¿No tienes novia?.- Pregunté.

- No preciosa.- Me sonrió.- ¿Y tú? ¿Tienes novio?

- Yo… yo no tengo.- Dije sonrojada.

Me di cuenta de qué no sabía su nombre, ni él el mio.

- Perdona, ¿Cómo te llamas? Se me olvidó preguntarte.- Dije con curiosidad.

- No tendrías que tener conversaciones así de calientes con un extraño.- Se río. – Me llamo Carlos, ¿Y tú?

¡Pero que imbécil podía a llegar a ser este chico!

- ¿Calientes? ¡¿Perdona?!.- Le grité molesta por su comentario.

- Sí preciosa, ¿No te pongo nerviosa?.- Se acercó a un centímetro de mí.

-Claro que que que… ¡QUE NO!- Me alejé muy enfadada.

- Vamos no te hagas la difícil.- Me agarró muy fuerte de la cintura.

- ¡Suéltame! ¡Me haces daño!

- No te soltaré hasta que me digas que te pongo nerviosa.

Sus labios y los míos estaban muy cerca, tanto que lo sentía respirar.

- ¡Te lo digo enserio! ¡Suélateme!- Grité.

Él sólo sonreía y me miraba

Me tiró al sofá y se tiró encima de mí.

-¿Y ahora estás nerviosa?- Me preguntó mientras me acariciaba el brazo.

Iba a contestar, pero de repente...

 Me besó…

Una vida solitariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora