Subí al cuarto de Carlos, encendí la lámpara que tenía en la mesita y cogí el libro de mi abuelo. Primera página.
Dios me había bendecido con esta preciosidad de niña. Ella sonríe cada vez que le hago caras raras. Ella llora cuando no siente mis brazos, ella llora cuando su madre se la lleva. Ella sonríe cuando me ve o escucha mi voz. Ella es la luz que iluminan mis días. Ella es el único motivo por el que sonrío. Ella va a ser mi único motivo por el cual lucharé contra este cáncer que me mata poco a poco.
¿Mi abuelo tenía cáncer? Dios mío. Las lágrimas corren por mis mejillas dejando que caigan sobre el papel me limpio con la manga de la sudadera y me acuerdo de mis cortes. Me remango la sudadera y veo esos cortes, los cortes que ella causó. Me los toco, y siento las marcas. Al tocarme los cortes me escuecen un poco y sienta bien un poco de dolor. Paso página para leer la siguiente página.
Hoy ha venido a visitarme, oía su llanto desde la entrada de casa pero cuando abrí la puerta y me vio empezó a sonreír. Su madre me la deja esta noche porque ella tiene que salir, siempre sale por ahí, pero la verdad es que me alegro que me la deje.
Una vez en casa mira por todos lados, los marcos de fotos, el sofá, la tele y se queda mirando los libros fijamente. Incluso me señala uno y me sonríe y yo le he dicho que cuando sea mayor le regalaré todos los libros que quiera.
Ahora ella esta dormida en su cuna, pero cuando yo me vaya a dormir la llevo conmigo a dormir. Se ha comido un puré de verduras que le he preparado, el potito ese vete tú a saber lo que lleva, que la mejor comida es la casera. Bueno ahora ya me voy a dormir. Buenas noches princesa.
Mis lágrimas seguían rodando por mis mejillas. Me imagino a mi abuelo en su escritorio con la pluma y cada punto que escribía iba mirando hacia atrás a ver si yo estaba bien. Le echo tanto de menos. Cierro el libro y me meto en la cama y a los pocos minutos viene Carlos.
-¿Estás dormida?-me pregunta tumbándose a mí lado.
-No.
-Ven aquí.-me coje del brazo donde tengo los cortes.
-¡Au!-grito de dolor
-¿Q..qué...te..pasa?-me mira asustado.
-Nada da igual, será alguna cosa que hay en la sudadera que se me ha clavado.
-¿Seguro? Vamos a ver que tiene ¿no?
-No seguro que no es nada.-le intento sonreír. Pero él enciende la luz.
-Emily no me lo creo, he visto la caja.-dice mirándome a los ojos, mis ojos se llenan de lágrimas.-¿Desde cuándo?
-Que te importa a ti. ¿A demás que haces mirando mis cosas?
-Hey que tenías la maleta abierta y te la iba a cerrar y se cayó esa caja y se abrió.
-No la tendrías que a ver cerrado la maleta.
-Y tú no tendrías que tener esa caja.-me dice enfadado.
-Sabes me parece genial pero es mi vida y yo hago con ella lo que quiero.
-Cuando has gritado, ha sido eso ¿no? ¿Lo has echo en mi casa?
-Carlos déjame.-me giro a espaldas a él y me tapo con la manta.
-No te voy a dejar, quiero que me expliques porqué. Porque la mierda esa.- me destapó enfadado y me levanto de la cama.
-¿¡Sabes lo que es tener una madre que sólo quiere joderte la maldita existéncia sólo porque fuiste un maldito error!? ¿¡Sabes lo que es que tu madre te queme todos los recuerdos que tenias de tu difunto abuelo!? ¿¡Sabes lo que es que tu padre llegue borracho y te insulte y después te intente tocar?! No lo sabes joder, no entiendes por toda la mierda que estoy pasando, nadie lo puede entender salvo que esté en mi situación y te puedo asegurar que no se la deseo a nadie de este planeta.-digo entre lágrimas.
Carlos se quedó mirándome y me cojió de las manos.
-Lo siento, pero recuerda que yo siempre estaré contigo.
-Cada minuto que pasa siento que estoy a un paso más lejos de la persona que solía ser. Esta no soy yo. Hago cosas que no son propias de mi, ¿donde quedaron mis ilusiones, mis sueños, mi felicidad? Me siento como en un laberinto en mi propia mente, un laberinto sin salida, donde constantemente estoy buscando la persona que solía ser, o que creía ser. Quiero hacer las cosas bien, lo que se supone que está bien, pero lo único que hago es perderme. Estoy completamente jodida, y de eso es lo único que estoy segura.
Veía como Carlos me miraba con atención y tristeza por lo que le decía.
-Preciosa, ahora todo cambiará, te prometo que siempre estaré a tu lado y nadie jamás te volverá a hacer daño, te lo prometo.
Me abrazó y empecé a llorar en su hombro.
-Te quiero Carlos.
-Y yo cariño.
Tras esas palabras me dormí sobre su pecho. Hoy no había insomnio.
-Buenos días. -me dijo Carlos en un susurro.-Despierta o llegarás tarde a clase.
-Ay un poquito más. -le dije girándome para él.
-Va dormilona levanta o te hago cosquillas tú misma.-abrí los ojos y él me estaba sonriendo.
-Hola.-dije molesta.
-Venga venga ahora no te hagas la enfadada, que yo también tengo que ir a clases voy al mismo instituto que el tuyo así que venga para arriba.
-¿Como que vas a venir a mi instituto?
-Recuerda soy nuevo y cuando llegué pues aún no me había inscrito y mi madre me inscribió y me aceptaron.
-Que guay. -le dije plantándole un beso en los labios.-Normalmente en las películas el novio le trae el desayuno a la cama a la chica.-dije riendo.
-No me gusta traer comida al cuarto, pero si vas a bajo puedes ver el manjar que te he preparado.
-¿Enserio?
-Sí, un bol y al lado los cereales.-dijo riéndose.
-No tiene gracia.-le dije con cara de asco, él se abalanzó sobre mí y me empezó a besar.
-Este es el mejor desayuno. -dijo volviendo a pegar mis labios con los suyos.
NOTA: Sentimos mucho subir tarde pero es que no tenemos tiempo, hemos estado muy liadas con las cosas del instituto. Ahora que ya se va acabando el curso podremos ir colgando mas a menudo. Gracias por leernos.
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Una vida solitaria
Teen FictionEmily es una chica que se siente completamente sola. Sus padres María y Luis, nunca le hacen caso y el único que se preocupa por ella es su amigo Jan. Emily se siente acomplejada de las otras chicas, tiempo atrás, en otro instituto le hicieron bulli...