Capítulo 6:

90 6 0
                                    

Oh vieja cajita, recuerdo la ultima vez que te guarde, fue hace un año, cuando conocí a Jan, cuando mis penas se fueron por un tiempo, pero ahora han vuelto. No aguanto mas en esta casa, no soporto que mi madre me grite, que me insulte, que al fin y al cabo sea un accidente, que ella no me quiera.

Abró la caja lentamente, saboreando, cada paso que doy, hace tiempo que no lo hago, hace tiempo que el metal no toca mi piel, hace tiempo que me deje de querer a mi misma. Lentamente la caja se abre, allí aparecen cuatro metales aun manchados de sangre, eran diferentes, uno era de un saca punta, otro de una cuchilla de afeitar, de un trozo de cuchillo, y un cuter. Me decante mas por el metal del saca punta, lo cogí entre mis dedos, lo acaricie con el dedo indice, después lo cogí y no tardo el metal en tocar mí piel. El primer corte me hizo daño, al segundo ya no, era una cosa tan simple que ya me parecía normal. Me hice cuatro cortes, el brazo me sangraba, y lo dejé así. Me senté delante de mi portátil, abrí mi pequeño diario y escribí:

“Últimamente tengo que hacer un esfuerzo para ser feliz y cada vez me cuesta más. Creo que en mi habitación debería de haber un saco de boxeo para desahogarme porque siento que todo me afecta y que todo va a peor. Lo peor es que tampoco puedes hablar lo con nadie porque nadie quiere tener a una puta amargada y negativa a su lado así que me lo guardo para mi sola y al final sé que voy a estallar. A veces simplemente me gustaría que las cosas sucediesen de como yo quiero o que simplemente no me afectasen tanto pero siento que hasta las mas pequeñas cosas en las que me intento agarrar para olvidar las grandes, salen mal y entonces me encuentro, sin nada, ni nadie, ni cuerda a la que cogerme y… bueno, como siempre acabaré tragándome lo y arrastrándome, sintiéndome como una mierda y al final creyéndome lo porqué a veces parece que es lo único que merezco. Quizás porque contestaba a lo que ya sabía y no lo quería aceptar: Nunca será fácil. Por más que la quiera, de nada serviría los buenos gestos si ella no me miraba al corazón, ¿Que podría hacer? ¿Esperar? ¿Y si eso jamás ocurrirá?”

Las lágrimas quedaron en mi portátil, en las teclas, ¿porque ella no me podía querer?, ¿porque me tenía tanto odio?. Guardo el documento y me dirijo a mi pequeño refugio, solo quería desconectar del mundo con las historias de mis autores, abrí la puerta encendí la luz y busque un libro...Miraba los cuentos infantiles, hasta que me paro en uno, la caperucita roja, me encantaba ese libro, mi abuelo me lo leía cuando me iba a dormir, el ponía la voz del lobo y de la abuelita, cada noche que estaba con él era un regalo del cielo. A pesar de ser infantil el libro, lo cogí, me senté en el puf que había y lo comencé a leer. Lo leía en voz alta, y cuando salía algún personaje aparte de caperucita ponía la mismas voces que mi abuelo.-hay abuelo cuantas sonrisas me sacaste.- leía poco a poco, no quería que se acabase, pero como cualquier otra historia tiene un final. Me acabo el libro y miro la contraportada, salía caperucita, con la cesta. Lo devuelvo a la estantería. Me quedo mirando por toda la habitación, a ver que podía leer y vi un libro marrón parecía antiguo, no recuerdo a verlo colocado, me acerco al libro y lo cojo, hay una pequeña nota:

“Para Emily” Abro el papel, es la letra de mi abuelo.

“Hola pequeña, si estas leyendo esto es porque yo ya no estoy a tu lado, seguro que estas hermosa, recuerda que te veo desde el cielo eh princesa. Aquí te dejo un libro que escribí, cuando te cuidaba, era como un diario, de como me hacías sentir. Bueno cariño, millones y millones de besos. Te quiere mucho mucho tu abuelo.”

Sonreí, me alegraba ver eso en un libro, mi abuelo era una caja de sorpresas, hay abuelo daría todo lo tengo lo por estar a tu lado. Lo abrí por la primera pagina.

“Para mi princesita de mi corazón”. Me había dedicado el libro, pasé a la siguiente página, pero la bruja no tardo mucho en gritarme.

-¡Emily!- dejé el libro encima del puf, con la nota, apague la luz y fui al comedor.

-¿Qué?

-Ves a lavar los platos, que comes y lo dejas ahí, cerda.

-Si señora, ¿algo mas?

-¡De mí no te cachondees, niñata! ¡Ves a fregar los platos, vaga!- me fui a la cocina refunfuñando, parecía la cenicienta, ese pensamiento me saco una sonrisa. Acabé de fregar los platos, eran las once de la noche y estaba molida, mi madre dormía en el sofá, estaba para dibujarle un pene en la mejilla. Entonces, entro mi padre borracho. Oh dios mío.

-Eh...túu..-dijo alargando la u y señaladamente con el dedo.- ven...aquí.- fui sin decir nada, me miro de cerca.- tee...haas...exo...mu...hermosa...- dice tocándome la mejilla.

-Bueno yo me voy a dormir.

-¿Por quee...nooo...tee...queda', ung ratito...?

-Es tarde, adiós, buenas noches.- me giré y me dio con toda la palma de la mano en el culo.

-Haaay...que culooo...tienes.- me fui a mi cuarto lo antes posible, me encerré y le envié un mensaje a Carlos.

“Ha sido un placer conocerte, eres lo mejor que me ha pasado desde que...bueno ya sabes”- enviar y no tardo en responder.

“Me alegro que seas mi vecina, eres la vecina más hermosa que hay”

“Jajaja no seas tonto”

“Emily...”

“Dime”- tenía miedo a lo que me dijera, estaba escribiendo mucho...

“Se que nos acabamos de conocer, pero quiero que sepas que me tienes aquí para todo, si algún día estas sola te puedes venir a mi casa o yo irme a la tuya (sin hacer nada), el caso es que si necesitas algo ya sabes donde encontrarme. Y también quiero decirte que si querrías salir conmigo, se que nos conocemos de muy poco, pero no sé, me has echo sentir bien a tu lado, siempre he estado con tías para tirármelas, para que nos vamos a engañar. Pero contigo es diferente, no quiero un mete saca rápido, quiero que seas feliz conmigo”- que bonito lo que me ha dicho, no sé que decirle, me he quedado en blanco

“Dime algo...”- me dice.

“Gracias, y sí quiero salir contigo, cuando me abrazaste me sentí protegida”

“Bien! Pues mañana por la mañana te voy a buscar princesa”

“¿A que hora?”

“ ¿A las 11?

“Perfecto, hasta mañana Carlos”- le envié un emoticono con un beso

“Buenas noches princesa, un beso”.- dejé el móvil encima de la mesilla, me puse el pijama. Me metí en la cama, estaba feliz, la primera noche que me iba a dormir feliz y espero que no sea la ultima.

Una vida solitariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora