Capítulo 9: "Schmerzen"

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No podía sacarme las palabras de Louis de la cabeza: "No quiero a un psicópata", nunca me vi a mí mismo de esa manera, solo era la forma en la que había sido criado.

La vida me había arrebatado mucho y no podía permitirme ser débil, porque eso solo significaba una cosa: Dejar que los demás se aprovechen de ti.

A lo largo de los años, había creado un muro a mi alrededor, no podía ni sabía cómo expresar mis sentimientos, no conocía la compasión, comprensión y menos el amor.

Durante mi niñez mi padre me había enseñado que era mejor tomar lo que es tuyo, demostrarles a los demás quién eres y qué eres, que ser débil y bondadoso no te lleva a ningún lado, no podía permitirme sentir ningún tipo de dolor o nostalgia, porque me hacía ver débil.

Cuando mamá murió, no, no murió, cuando mataron a mamá, papá nos prohibió hablar de ella, mandó a quitar todos los cuadros que había de ella en la casa, no nos permitió llorar ni por un segundo. Ahora entiendo que fue su manera de llevar el duelo, el amor de su vida había sido asesinada por su hermano, pero nosotros le necesitábamos.

Un niño de 12 años no puede llevar en sus hombros el peso de ser el hombre del hogar, quién lleva las riendas, y menos puede ser quién lidere una mafia a esa edad, mucho menos de lo que se supone que debía haber hecho a tan temprana edad.

Por supuesto que estaba el segundo hombre a cargo a mi lado, diciéndome cómo hacer las cosas, ayudándome, explicándome cómo llevar el inventario, las cuentas, y otras cuantas cosas, centrando así, toda mi atención en ello, cuando en realidad mi único deseo era llorar.

Es difícil que a un alfa se le vea llorar, siempre tienen esa idea de nosotros siendo "machos". No llorar, no sentir, son las reglas tácitas de la sociedad con los alfas; hasta hace poco eran unas reglas con las que no tenía ningún problema, pues no había nadie que me hiciera sentir ni querer hacerlo.

Al pasar los días mi relación con mi hermano solo iba deteriorándose lentamente, mi padre hundido en depresión y yo, un niño con el peso del mundo en sus hombros.

Mi mundo se había caído a pedazos y no tenía tiempo ni permitido agacharme a recogerlo.

Tal vez estaba demasiado roto para poder querer a alguien.

Recuerdo cuando le vi por primera vez, no fue la vez en la que nos conocimos, fue exactamente dos días antes de tomar el valor de acercarme a él.

Estuve en aislamiento penitenciario durante una semana, ingresé un día antes que Louis llegara aquí, recuerdo estarme volviendo loco ahí adentro.

La primera vez que lo vi, él iba hacia las duchas, su cabello estaba desordenado, sus ojos lucían somnolientos, llevaba en sus manos una toalla y su cepillo de dientes, e iba con Sam.

Recuerdo sentir mi cuerpo temblar, algo que jamás había experimentado, mi alfa daba vueltas en mi y le sentí gritar, mis colmillos salieron involuntariamente, y por primera vez en 14 años, tuve miedo.

Mi regla era: "No te enamores, y todo saldrá bien" regla que no tenía ningún problema en seguir pues nadie me generaba sentimiento alguno.

Para mi la gente era un medio con el cual podía obtener dos cosas: dinero y sexo. Las únicas personas por las cuales sentía un ápice de afecto eran los hombres más cercanos a mi, eran como familia. Lo único que tenia.

No imaginaba enamorarme, jamás fue parte del plan. Veía a personas enamoradas y no sentía más que repulsión por ellas, por los niños y al ver sus familias, no era dolor, ni envidia y menos melancolía, era solamente asco.

Cautivo en tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora