2:20
El reloj colgando en la pared marcaba la hora, parecía estancado ahí, las agujas que se encargan de marcar los segundos estaban paralizadas en su lugar.
Había despertado hacia unos 10 minutos y desde entonces veía 2:20 en el reloj, no estaba seguro si no funcionaba o mi cerebro no era capaz de procesar información.
Sam dormía con su brazo sujetando mi cintura, las sábanas tapaban su cara y cabello.
No recordaba haberme cambiado de ropa, menos a una camisa tan grande, seguramente sería de Sam, aunque él no era mucho más grande que yo, tampoco recordaba haber llegado a nuestra celda.
Mi estómago gruñó, y como esperar que no lo hiciera si no había probado bocado desde ayer en el almuerzo.
Moría de hambre, quería una deliciosa hamburguesa con doble carne, tocino, papas y mucha ketchup con mostaza.
Aún se vale soñar, en medio del infierno aún hay esperanza.
Mi nana hacia las más deliciosas hamburguesas, eran grandes y muy llenas de todos sus ingredientes, lo mejor era el aderezo que ella misma preparaba, era su receta especial, nadie más que ella la sabía, y posteriormente, yo. Pero esto no fue sino hasta que ella murió.
Decía que los restaurantes te venden su marca no su calidad, y por eso preferiría cocinar ella misma nuestros platos. Chris, nuestra chef solo le ayudaba a ella en la cocina, más nunca preparó un plato por si sola cuando Nana estaba en casa.
«Casa» que palabra tan extraña resultaba hoy en día mencionarle y pensar en ella.
Mi casa ya no existía y si algún día llegara a volver, nada sería lo mismo.
Mi cama ya no reconocería mi cuerpo, no se amoldaría a mi figura, los espejos no reflejarían mi reflejo, ya que sería el de alguien desconocido, mi casa me sacara de ella, puesto que su dueño ya no existía.
Mis ojos dolían, mi estómago ardía y mi nariz indecisa, había optado por ambas opciones.
Sentía los labios resecos, y tragar saliva parecía la tarea más difícil de todas, cerraba los ojos pensando en cuánto necesitaba dormir, más no podía.
Estaba incómodo en esa posición, pero no quise despertar a Sam, quién sabía (aún sin ver su rostro) que dormía plácidamente, y es que la mayoría de las noches Sam se pasaba a mi cama a dormir conmigo, no le gustaba dormir solo, decía.
Pasaron otros 20 minutos según mis cuentas y seguía sin ver que las agujas del reloj quisieran moverse, ¿era mi imaginación o el reloj parecía ir en reversa? A estas alturas ya no estaba seguro de nada, más que de querer una hamburguesa de mi nana.
Empecé a contar.
Uno...dos...tres...cuatro...cinco...seis...siete...ocho..nueve..diez...[...]
No supe el momento exacto en el que el sueño por fin me ganó la batalla. Sam seguía abrazado a mi cintura.
6:20
Ahora tenía la certeza de que el maldito reloj funcionaba, pero, ¿cuándo cambiamos nuestro reloj amarillo por uno negro? ¿Es que a caso siempre fue negro y yo lo imaginé de otro color? Si ese fuera el caso, no me sorprendería.
Siempre me había caracterizado por ser un poco distraído, las cosas podían suceder frente a mi y yo no solía darme cuenta.
Obviamente no era con todo.
Mi nariz seguía sin querer ejercer su trabajo, se negó rotundamente a dejar que el aire pasara a través de ella. La odiaba. Siempre había sido un problema.
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Cautivo en ti
FanfictionLouis Tomlinson es un exitoso omega empresario, autor y editor, que por cuestiones del destino se encuentra en problemas que lo llevan a la cárcel, donde se topa con Harry Styles un famoso alfa narcotraficante, uno de los más peligrosos. Cuando el...