Capítulo 11: "Hinweis"

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La palabra seguía resonando en mi cabeza, dando vueltas como si de una carrera se tratase, rebotando cuál pelota, de un lado a otro, de arriba hacia abajo, caminando en círculos sin parar.

No podía creer que una sola palabra proveniente de una estúpida nota me tuviera con los pelos de punta.

No comprendía quién podía querer que me alejara de alguien, pero ¿alejarme de quién? ¿De Sam? ¿De Lux? ¿Dom? ¿Connor? ¿Quién podría quererme lejos de ellos?

Había hablado con Lux sobre lo qué pasó la noche en la que Sam y yo fuimos a lavandería con Alessandro y Rollins, realmente necesitaba a alguien que fuera objetivo, que pudiera decirme las cosas sin pelos en la lengua, que no se inclinara más hacia ninguna parte.

Podría haberlo hablado con Sam, pero eso fue lo que me llevó a esa situación en primer lugar, no podía decírselo a Dom porque sabemos que iría con Harry a sentirse superior y restregárselo en la cara mientras me dejaba devastado, y a Connor no le tenía la confianza suficiente como para contarle mis estúpidas decisiones.

La maldita nota había llegado en el peor momento. Me sentía sucio, la peor de las personas y una mierda. Mentir siempre había sido una tarea fácil para mi, mentir era como tomar un vaso con agua, reír con tus amigos, disfrutar el invierno, mirar una película, o escribir un libro, así de fácil era el mentir para mi.

Para alguien que se la ha pasado toda su vida mintiendo, no era un problema hacerlo una vez más, pero esta vez era diferente. Lo sentía. Lo sabía.

Mis decisiones me estaban comiendo por dentro, mi cerebro no dejaba de repetir esa escena, mi mente gritaba una y otra vez que debía contarle, que guardarlo solo empeoraría las cosas, pero mi parte racional me decía que no.

Que el hacerlo solo le causaría daño y rompería su corazón, que lo dejaría devastado y al hacerlo me haría trizas a mi también.

Porque Harry era como un vidrio, tan fuerte y tan frágil al mismo tiempo, y yo, que no quería, era el martillo que lo rompería.

Sabía que debía hacerlo tarde o temprano. Preferiblemente tarde. O nunca.

Tenía dicha nota entre mis manos, el papel era rugoso, la palabra escrita perfectamente alineada, impecable ortografía y caligrafía, debía admitir.

El papel ardía sobre mi piel pero no podía soltarlo, parecía que se había adherido a mi, que él y yo éramos uno solo.

La segunda nota que recibí fue dos días después de que la primera nota llegara, había estado hablando con Lux sobre lo que pasó la noche en que Sam y yo fuimos a lavandería a drogarnos.

La segunda nota que llegó venía doblada en cuatro partes, letra roja, y el papel era delgado color marfil. Sabía que ese papel no se encontraba aquí, por lo que supuse que la persona encargada de mandarme todas estas notas venía de afuera.

Oh, cuán equivocado estaba.

Esta, al igual que la primera estaba situada en mi cama, fue lo primero que vi al entrar a la celda, salí de nuevo a la puerta pensando que podía ver a quién fuera que haya puesto la maldita nota en mi celda, pero no había nadie.

Solo la nota y yo.

«Sé lo que hiciste» rezaba esta nueva nota, amenaza o lo que fuera, sus letras color escarlata hacían que mi piel se erizara, me hacían helar las manos y sentir un nudo en la garganta. ¿Cuánto miedo pueden provocar cuatro simples palabras? ¿Cuánta angustia es el hombre capaz  de sentir? ¿Cuánto tiempo podría seguir en esta situación?

Estos dos últimos días no había hecho más que observar a todo aquel que me lo permitiera, cocineros, guardias, el doctor y el enfermero, incluso había estado muy al pendiente de Rollins y Alessandro, llegué a creer que era una especie de broma de su parte, ojalá lo fuera.

Cautivo en tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora