Capítulo seis.

953 174 6
                                    

Cristiano le ofreció la copa recién servida

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cristiano le ofreció la copa recién servida.

―Los muchachos ya vieron la lengua de tierra. ―Dejó la bebida en una esquina del escritorio al percatarse de que no la tomaría―. Están preparando el bote.

Tomer asintió sin despegar su atención de las cartas. Con las piernas suspendidas sobre el mueble, la tarea de alargar la mano y tomar la siguiente se le dificultó. Suspiró cuando pudo alcanzarla.

―¿Cuánto más vas a seguir leyendo esas cartas? ―Cristiano tomó la silla por el espaldar y la arrastró hacia él para sentarse.

―Hasta que alguna de ellas me resulte de utilidad ―puntualizó.

―Dijiste que no contenían información informante.

―Algunas no, pero otras tienen posibilidades. ―Se acomodó en el espaldar―. Necesito estudiarlas más a fondo.

―No esperarás a que me siente aquí a leerlas contigo, ¿verdad?

Tomer sonrió.

―Te enterrarías una daga en el pecho de lo aburridas que son ―comentó con socarronería. La mayoría son permisos de los últimos seis meses y cada uno aparenta ser legal. Su autenticidad sería muy sencilla de verificar con la Casa de Contratación. Por lo demás, no me sirven de nada. Son evidencias de sus negocios limpios.

Lanzó las cartas sobre el escritorio al tiempo que bajaba las piernas. Observó la superficie ocupada y volvió a ordenar los documentos que le parecían beneficiosas para la investigación.

―Después de pasarme días estudiando lo que encontramos en el arcón de la mujer, hay ciertas cosas que me parecen importantes. ―Descansó los brazos en el reposabrazos de la silla.

―¿Va a requerir una explicación extensa de esas que entiendo mejor con alcohol en la barriga? ―Cristiano tensó el rostro.

―Puede. ―Nicolás asintió.

―Gracias por la advertencia. ―Su segundo alargó la mano y tomó la copa abandonada en una esquina del mueble.

―Hay una carta de don Álvaro Palaez Galarza, administrador del Señorío de Valle de Lagos, dirigida a sus dos hijos. ―Se la extendió para que pudiera leerla―. Les está pidiendo que vayan de visita para advertirles de algún peligro que no quiso o no pudo explicar en la misiva.

―Puede que tenga alguna relación con la guerra ―teorizó―. No son los mejores años para comerciar con tantos asaltos y tomas de barcos.

―Sí, ¿pero recuerdas lo que hablamos la otra vez? ―Presionó los antebrazos en el escritorio―. Para asaltar un barco pequeño con pocos hombres, que pretendía pasar desapercibido por la carga que llevaba, alguien debió filtrar la información a los ladrones. Álvaro es administrador del señorío que inició toda la investigación. Como mano derecha del nuevo señor, es probable que estuviera enterado de la ruta que tomaría el Magistra. ―Movió los dedos sin tocar la madera―. Si sus hijos fueron los que organizaron el abordaje, su padre podría haberles compartido la información.

El arribo del corsario (Valle de Lagos 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora