¡Gracias! (Especial 300k)

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—¿Están todos aquí? —Tamara Herrán, tomada de la mano de su flamante esposo, Gael Avallone, inquiere en dirección a la mujer joven que le ha abierto la puerta.

Hay un rubor suave en sus mejillas y tiene el cabello revuelto. ¿Cómo no iba a hacerlo si acaba de ser acorralada por su marido contra la oscuridad del largo camino por el que tuvieron que atravesar?

Maya Bassi —la chica que les abrió a la puerta hace apenas unos instantes— sonríe, radiante.

—Creo que sí. —Asiente, al tiempo que hace un gesto en dirección a la espaciosa estancia blanca en la que se encuentran únicamente unos sillones metódicamente acomodados. Todos ellos están repletos de gente.

La blancura del espacio da la sensación de estar parado en medio de la nada y, durante unos instantes, Tamara se pregunta cómo diablos han llegado hasta ahí.

—¿Qué es este lugar? —Gael inquiere y Maya se encoge de hombros.

—No lo sé. —Se sincera—. Solo sé que él nos trajo aquí a todos. —Señala en dirección al impresionante hombre de ojos grises que se encuentra instalado junto a una chica a la que abraza de manera protectora.

—¿Es el ángel? —Tamara inquiere.

—¿Qué no era un demonio? —Gael susurra.

—Creo que es un poco de ambos —Maya dice, al tiempo que se dirigen hacia los sillones. Una vez ahí, habla en dirección a la multitud—: ¡Chicos! ¡Tamara y Gael llegaron!

El barullo general y los saludos efusivos no se hacen esperar.

Las chicas —todas ellas— se arrebujan a parlotear y se presentan, mientras que ellos discuten acerca de la manera más práctica para hacer la tarea encomendada.

—¿Van a venir los nuevos? —Tamara inquiere, en dirección a Hannah Wickham.

—No. —La chica replica—. Madeleine e Iskandar todavía no tienen idea de lo que es esto.

—No, no... Me refería a la contadora y al abogado.

—¿Bruno y Andrea? —Bess, quien había estado inmersa en la conversación con Maya, interviene.

Tamara asiente.

—Andrea fue al baño —Hannah responde—. Bruno está allá. —Hace un gesto de cabeza en dirección al hombre que no puede apartar la vista de una de las puertas.

—Déjame adivinar. Por esa puerta desapareció la chica en cuestión. —Tamara se burla y Hannah ríe por lo bajo.

—Efectivamente, por esa puerta desapareció Andrea.

—Señoras y señores, no tenemos mucho tiempo. —La voz de Mikhail se abre paso entre el barullo, y la atención de todos se posa en él—. ¿Alguien tiene alguna sugerencia de cómo hacer esto?

—Deberíamos elegir a alguien que hable por todos. —Harry Stevens, quien se había mantenido al margen de toda conversación, habla y todos lo miran.

—Esa me parece buena idea —Logan Lerman, el entrenador de box profesional más cotizado de Nueva York, concuerda.

—Cuanto más rápido mejor —Bruno Ranieri masculla, una vez que Andrea Roldán sale del baño.

—Vamos a tardarnos el tiempo que sea necesario —Andrea refuta, al tiempo que le dedica una mirada cargada de advertencia—. Sam nos lo pidió de favor. No podemos hacerlo mal.

—Yo opino que sea Tamara quien dé el mensaje. Ella es buena para ello —Gael sugiere, mirando a su ahora esposa con gesto suficiente.

—Bess podría hacerlo mejor, sin dudas —Mikhail masculla.

BESTIA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora