Capítulo 51

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Un dolor sordo y punzante se abre paso entre la bruma de mi sueño. El aroma a humedad invade mis fosas nasales, y el adormecimiento en mis extremidades hace que apenas esté consciente de lo que ocurre a mi alrededor.

Me toma unos segundos encontrar la fuerza suficiente para abrir los ojos y, cuando logro hacerlo, apenas puedo mirar debido a la oscuridad en la que está sumido todo el lugar. Mi vista tarda en acostumbrarse a la poca iluminación, pero eso no impide que eche una ojeada rápida a todo el espacio.

Enormes hojas de lámina se alzan como paredes a mi alrededor, y un techo abovedado del mismo material se cierne en alto sobre mi cabeza. La estructura burda y los ganchos para carne colgados en las vigas de metal, me hacen saber que me encuentro dentro de una bodega.

Una extraña punzada se apodera de mi pecho y, de pronto, soy consciente de las palpitaciones en el lado derecho de mi cráneo.

El aturdimiento hace que me tome unos instantes hilar los recuerdos en mi cabeza, y lo ocurrido las últimas horas viene a mí y me golpea como un tractor demoledor. El terror me envuelve más rápido de lo que puedo controlar, y trato de levantarme de donde sea que me encuentro sentada.

Una punzada de dolor recorre mis brazos hasta las rótulas de mis hombros y tropiezo debido a la inmovilidad de mis pies. El golpe sordo con el que caigo al suelo, hace que el aire escape de mis pulmones. He mordido mi lengua debido al choque de mi mandíbula contra el concreto. El sabor metálico de mi sangre invade mi boca y un jadeo escapa de mis labios cuando mis oídos zumban debido al impacto.

Es entonces, cuando me doy cuenta de que estoy atada de manos y pies. El miedo me envuelve por completo y hace que mis entrañas se estrujen con violencia e intensidad. A pesar de eso, me obligo a tomar un par de inspiraciones profundas para mantenerme tranquila.

Necesito estar calmada si quiero poder hacer algo. Necesito encontrar la forma de liberarme para salir de aquí. Necesito...

—Oh, solo eres tú... —la voz ronca de Tyler llega a mis oídos y, por más que trato de alzar el rostro para mirarlo a la cara, no puedo hacerlo.

Lo único que puedo ver desde donde me encuentro, es un par de pies acercándose con lentitud.

De un movimiento brusco, Tyler me incorpora. Ahora soy capaz de clavar mis ojos en los suyos, y trato de imprimir todo el coraje que puedo en la mirada. Una sonrisa lobuna se dibuja en sus facciones y sostiene mi barbilla entre sus dedos antes de inspeccionarme a detalle.

Su toque me causa repulsa, y un estremecimiento me recorre cuando siento su aliento rancio cerca de mi mejilla derecha. Mi boca está llena de sangre y saliva, así que aprovecho ese glorioso instante para escupirle en la cara.

Él se aparta con brusquedad ante el sorpresivo escupitajo, y suelta una palabrota mientras me deja caer al suelo para limpiarse.

El dolor me invade cuando impacto contra el suelo, pero todo es recompensado cuando escucho sus expresiones asqueadas y enfurecidas.

—¡¿Qué demonios te sucede, perra asquerosa?! —su voz suena cada vez más cerca y casi puedo saborear el golpe que va a propinarme por haber hecho lo que hice; sin embargo, este nunca llega.

—No vuelvas a ponerme un maldito dedo encima —digo, sintiéndome valiente, y mis palabras suenan extrañas debido a la hinchazón de mi lengua.

Una risa seca y ronca brota de su garganta y siento cómo tira de las cuerdas que atan mis brazos solo para torturarme. Un grito de puro dolor se me escapa y, por un aterrador instante, creo que va a dislocarme los hombros.

BESTIA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora