Capítulo 36

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¡Jo-der! —exclama Jeremiah una vez que Tyler se ha perdido de vista—, ¡estuve a punto de, literalmente, hacerme encima! —se gira para encararme—. ¡Maldita sea, mujer!, debes dejar de meterte con matones. Vas a conseguir que me dé un infarto masivo antes de llegar a los veinticinco —pone una mano en su pecho de forma dramática y deja escapar un suspiro entrecortado—. Primero, Bestia. Ahora, Tyler, ¿qué sigue?, ¿el jefe de ambos?

El alivio, la angustia y la risa provocada por la diarrea verbal de Jeremiah, se arremolina dentro de mi pecho. Una carcajada histérica brota de mis labios, pero suena más amarga que nada. Se siente erróneo reír, pero es lo único que puedo hacer ahora mismo.

¡No, no, no, no! —me mira, con horror fingido—, ¡no te rías!, ¡estoy hablando en serio!, vas a hacer que me maten por defenderte.

—Lo siento —digo mientras trato de reprimir las carcajadas jadeantes que me asaltan.

—¡Más te vale sentirlo! —dice, y niega con la cabeza—, ¿por qué te seguía de todos modos?, ¿le debes dinero?, ¿de quién se supone que debes alejarte?

Todo el humor previo se fuga de mi cuerpo y muerdo la parte interna mientras desvío la mirada de la suya.

Mis puños se aprietan con fuerza y la pesadez se apodera de mí. Se siente como si hubiese tragado un puñado de piedras y estas se hubiesen asentado en el fondo de mi estómago. El nerviosismo se arremolina en mi vientre y la angustia atenaza mis intestinos con tanta intensidad, que casi puedo jurar que duele físicamente.

La amenaza de Tyler retumba en mi cerebro una y otra vez, y lo único que puedo hacer, es pensar en el chico con cicatrices que me trata como si fuese el ser más maravilloso de la tierra.

¿Cómo podría alejarme de lo único bueno que me ha pasado en la vida?...

—Tierra llamando a Maya —una mano se ondea delante de mí y cierro los ojos, al tiempo que tomo una inspiración profunda.

El aire se escapa de mi boca con lentitud y mi pecho agradece ese pequeño instante de relajación.

Mi cabeza se menea en una negativa y trato de ignorar la quemazón en la parte posterior de mi garganta.

—¿Vas a explicarme qué demonios ocurre?, ¿por qué Tyler siquiera te conoce?

—¿Por qué lo conoces tú? —clavo mis ojos en los suyos, a la defensiva.

Él rueda los ojos y hace un gesto desdeñoso con una mano.

—¿Recuerdas a mi amigo Rob? —dice. La imagen del chico de piel oscura que me ofreció marihuana en el auto de Jeremiah, invade mi mente. Entonces, asiento—: Bueno, él le compra marihuana a Tyler. Ya te lo había dicho.

—¿Lo hiciste? —mi ceño se frunce mientras trato de recordar esa conversación, sin tener mucho éxito.

Jeremiah asiente.

—Como sea —se encoge de hombros—, no has respondido mi pregunta. ¿De dónde conoces a Tyler?, porque honestamente no creo que consumas algún tipo de sustancia.

Muerdo mi labio inferior y bajo la mirada.

—Es... complicado.

—Sí, bueno —suelta una risa carente de humor—, yo no soy estúpido, así que creo que entenderé si me lo explicas.

Tomo una bocanada profunda de aire y el frío quema en mis pulmones. No estoy muy segura de qué decir, pero necesito sacarlo de mi sistema o voy a estallar.

BESTIA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora