Capítulo 16

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Todo mi cuerpo se tensa en el momento en el que la mirada de Harry se posa en nuestra dirección. Sus ojos se fijan en los míos por una fracción de segundo, antes de desviar su atención a Jeremiah.

Por un momento, luce aturdido. Podría jurar que luce casi afectado, pero la expresión sorprendida que se dibuja en su rostro se diluye tan pronto como aparece. La frialdad reemplaza cualquier clase de sentimiento que pudiese haberse filtrado en sus facciones y, sin decir o hacer algo que pueda parecer más que una mirada casual, avanza hacia el interior del edificio.

Una parte de mí quiere correr detrás de él y darle una explicación acerca de mis motivos para estar cerca de Jeremiah; pero otra, simplemente quiere correr lo más lejos posible de él. Las palabras del chico a mi lado no dejan de torturarme y, de pronto, me encuentro deseando no haber preguntado nada acerca del tipo con el que vivo.

Sé que son habladurías. Que nadie tiene la certeza de que Harry sea ese tipo de persona; pero no puedo pasar por alto el hecho de que, la parte del arma y de los arranques violentos, es cierta.

—¿Has hablado con él? —la voz de Jeremiah me saca de mis cavilaciones.

Mi atención viaja hacia él y trago duro.

—Un par de veces —miento.

Sus cejas se disparan al cielo con asombro e incredulidad.

—No es un tipo sociable —dice—. Escuchar que ha hablado contigo es algo sorprendente.

—Pues lo ha hecho —suelto, con irritación—, y ha sido muy amable.

Sus manos se alzan en señal de rendición.

—No he dicho que no te crea —se defiende—. Es solo que, bueno, se dicen muchas cosas sobre él, ¿de acuerdo? —niega con la cabeza—. Todas ellas podrían ser mentira, pero yo... Yo no estaría cerca de él si fuera tú.

Aprieto mis manos en puños, en un intento desesperado por disminuir el temblor que se ha apoderado de ellas. Mi mandíbula se aprieta unos instantes.

—Lo tendré en cuenta. Gracias por la advertencia —digo y me obligo a lucir tranquila mientras lo hago.

Una sonrisa radiante se apodera de su rostro y sé que es ajeno a la revolución que hay dentro de mi cabeza.

No dejo de pensar en que Harry ha estado rodeado de habladurías toda su vida. Lo culparon de un atentado horrible, estuvo en la correccional gracias a todas las especulaciones que se generaron a su alrededor, y le hicieron pagar con una vida de rechazos por un crimen que no cometió.

«¿Qué si sí lo hizo?, ¿qué si provocó ese incendio?...». Susurra la irritante voz en mi cabeza, pero me obligo a ignorarla. No puedo juzgarlo de ese modo. No cuando todo lo que ha hecho por mí va en contra de todo eso de lo que se le acusa.

—Como sea... —dice Jeremiah, y da por zanjado el tema. Sus manos se hunden dentro de los bolsillos de sus vaqueros, en un gesto despreocupado—. El fin de semana habrá una fiesta en una bodega cerca de la costa Este. No queda muy lejos de aquí. ¿Quieres venir?

—Trabajo —la respuesta sale de mis labios antes de que pueda procesarla.

¿Tú?, ¿trabajas? —la incredulidad tiñe su voz.

—Sí —trato de aminorar el sonido molesto de mi voz, pero no lo consigo. Entonces, explico, porque sé que va a preguntarlo en algún punto—: Tengo diecinueve años. No soy una niña.

BESTIA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora