La audiencia

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La audiencia

Los días pasaban y pasaban. Las noches se hacían días y los días noches. Rosemary solo veía a Arwin un corto periodo de tiempo. El suficiente como para que este no pensara que ella lo estaba dejando de lado. Después de jugar y leer algunos libros había llegado la hora de cenar y dormir.

Desgraciadamente Liliana ya vigilaba que los documentos fueran dejados en la oficina así que ella no podía terminar de leerlos en su cama. Debía de dormir temprano. El día de mañana tenía una visita muy importante.

–Arwin, cariño, tengo tanta hambre–. Murmuro Rosemary cuando su estómago rugió. Rio un poco avergonzada.

– ¿Quieres que le pida a las sirvientas que traigan la cena?–Pregunto Arwin mirándola por encima de su libro. Normalmente no leía cuentos, prefería leer sobre historia y geografía sin embargo parecía ser un tema de interés para su esposa quien disfrutaba hablar de ellos.

–Quiero un pastel entero..–Miro a Arwin esperando su aprobación o desaprobación. Para su desgracia este negó con la cabeza así que cambio sus palabras.–Quiero dos rebanadas de pastel de chocolate, unas galletas y te–. De nuevo miro a Arwin quien no parecía convencido así que le suplico con la mirada. Esto no lo inmuto.

–¿No es eso demasiado?–. Pregunto divertido con su fugaz autoridad. Desde el colapso de Rosemary había estado controlando los dulces que comía.

–Claro que no. Además una rebanada es para mí y otra para ti.–Los ojos de su bella esposa brillaron con malicia. Lo estaba sobornando para que aceptara.

Una sonrisa se abrió paso entre sus labios.–-Solo por hoy, esposa o engordaras.

Rosemary abrió la boca indignada.–Apuesto a qué me amarás aunque tenga unos kilos de más.

«No puedo negar eso» Contesto su vocecita en la cabeza.– Lo que tú digas esposa

–Dile a Liliana. Ella sabe mis gustos, ya debieron haber acabado sus clases.

–Sí, esposa.

Arwin salió del cuarto, los guardias hicieron una reverencia y cerraron la puerta del cuarto, tal como lo predijo Rosemary afuera estaba Liliana. Confía en ella más que en todas las demás sirvientas.

Liliana hizo una reverencia en cuanto lo vio.

–Liliana, mi esposa quiere dos rebanas de pastel de chocolate, te y galletas. Por miparte espero que traigas la cena. No deseo que Rosemary coma el postre antes que la cena.

–Si.–Asintió.– Lo traeré enseguida su excelencia.

–Confió en ti.

Arwin entro al cuarto y los guardias cerraron la puerta.

Rosemary palmeo la cama como señal para que Arwin se acostara junto a ella. El joven duque inmediatamente se acostó al lado de Rosemary

Rosemary rodeo con sus brazos la pequeña espalda de Arwin, abrazándolo suavemente. Con una sonrisa dibujada en su rostro. Le gustaba la tranquilidad que sentía al estar con su lindo esposo. Se miraron fijamente un par de minutos.

–No voy a tener tiempo para jugar contigo a partir de mañana, porque he salido de la oficina muy temprano las pilas de documentos en vez de bajar suben. Prométeme que pondrás atención en tus clases.–El brillo en los ojos de Arwin desapareció. Triste por la noticia. Sin embargo ya se lo esperaba.

–Lo prometo esposa–. Contesto con desanimo.

Ella sonrió feliz por su comportamiento dócil.–Muy bien

La Esposa Del TiranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora