La creación

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La creación

–No puedo más–Jadee encorvándome. Sosteniendo mis manos sobres mis rodillas. Inhale y exhale profundamente, estaba tan cansada que sentía que mis pulmones ardían. No sé cuántas horas llevábamos entrenando pero ya había anochecido, las penumbras rodeaban el lugar el cual estaba alumbrado con lámparas de gas. Tan solo quería darme un baño y dormir profundamente una semana.

–No es tiempo para descanses solo estarás tres semanas más en el marquesado. No tenemos tiempo que perder–Dijo mi madre colocándose a mis espaldas y dándome suaves palmadas de aliento en la espalda. Sus duras palabras contrastaron con sus dulces acciones. Sabía que ella no lo hacía para herir mis sentimientos, el tiempo era corto, demasiado como para que una novata como yo aprendiera lo suficiente sobre4 magia como para defenderse sola en un mes. Esto no eran simples clases vánales, mi vida podría llegar a depender de ello. Pero estaba tan cansada que cada pequeño musculo en mi cuerpo gritaba de dolor con el más mínimo movimiento. Estaba agotada, exhausta. No quedaba una sola gota de energía que drenar.

–Es enserio madre.–Mi voz salió como una sollozante suplica.–Estoy muerta, tan solo quiero dormir.–Mi madre, la marquesa Silvia frunció los labios y el entrecejo; Sopeso la idea unos instantes y luego suspiro. Finalmente asintió.–Esta bien, vete.–Ordeno con una mirada dolida. Lo sabía, ella se sentía mal cada vez que al final del día terminaba en este estado: Sudada, sucia, agotada, estresada y absolutamente adolorida, sin embargo; no hacía nada más aparte de mandar con algunas sirvientas medicamentos para el dolor. Y desgraciadamente eso también era parte del entrenamiento, fortalecía mi mente y mi cuerpo así como también endurecía mi temperamento o esas fueron sus palabras.

Y aun así, aunque comprendía todo no podía evitar llorar por las noches arrinconada sobre mi cama, deseando ser consolada por mis padres o siquiera Arwin, mi bello ángel.

En la cena, hace días el tema de la academia imperial salió a la luz, fue una charla casual hasta el momento en que dio un giro inesperado. Mi madre decidió por su cuenta separarnos para que ambos pudiéramos concentrarnos en nuestros respectivos estudios porque aunque estábamos en el marquesado no significaba que no tuviéramos responsabilidades, tenernos juntos solo nos iba a retrasar. Ahora cada quien duerme en sus respectivos cuartos y solo nos miramos en la hora de la comida, me duele el pensar que apenas y cruzamos palabras.

Camine; tambaleante por mi exhaustivo día hacia mi cuarto, subí las escaleras y abrí la puerta. Como todos los días anteriores el baño estaba listo y en el cuarto había un silencio sepulcral, estaba completamente vacío. Incluso los sirvientes parecían estarme evitando.

Suspire sabiendo que eso era una gran mentira. Yo se los había ordenado. No deseaba que nadie me ayudara a asearme podía hacerlo sola. Solo necesitaba desquitar mis emociones en algo, aunque fuese en mentiras.

Me di un largo, largo baño y luego me acosté, solo basto con poner mi cabeza sobre la almohada para quedarme completamente dormida.

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–Entiendo–Limpie el sudor de mi frente con el dorso de mi mano.–¿Por qué el hechizo no funciona?–Pregunte agitada y ansiosa por ver el resultado de mis esfuerzos.

Mi madre toco su sien y negó la cabeza.– Controla tu temperamento. Es la única manera de poder controlar los hechizos.– Me recomendó con una voz calmada pero autoritaria que recalcaba quien estaba al mando.

Resople irritada y la planta en lugar de florecer se pulverizo. Mordí mi labio inferior para evitar que este temblara, era mi quinto intento fallido. Ahogue un grite de frustración y pase ambas manos por mi rostro.–No puedo.–Murmure furiosa conmigo misma.

La Esposa Del TiranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora