Jungwon ve el lado positivo de las cosas. Suele ser divertido y risueño, alegre en general, su sonrisa indicaría que es un niño feliz como otro cualquiera.
Pero no es así
¿Qué cosa tan mala había hecho en su vida pasada para que le tocara sufrir en...
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La puerta del consultorio del doctor Choi fue golpeada con suavidad.
Le resultó raro, le había dicho a sus compañeros que estaría ocupado y hoy no tendría conaultas, pero más raro fue aún cuando al decir "adelante" entró cierto rubio con muletas.
—¿Park?
—Ah...emm...
—Toma asiento —señaló a una de las sillas frente a su mesa —¿Ocurre algo? ¿Decidiste tomar el tratamiento?
—Ahhh no es eso, yo...vine a preguntar por algo
—Oh, bueno pregunta con confianza
—En realidad, vine a preguntar por alguien
—¿Alguien?
—Sí sí, él es un peli negro, bajito, dijo que tenía problemas del corazón
—Necesito una descripción más sólida Jay
—Ojos muy grandes y bonitos, debe tener entre 15 y 18 años más o menos. Creo que su nombre era Yang...
—Jungwon —Choi sonrió —Ya veo, conociste al hada de este hospital
—¿El hada?
—Uhhmmm...sí, ya sabrás por qué
Jay ladeó la cabeza y negó rápidamente -Bueno, ¿dónde puedo encontrarlo?
—En cardiología, por supuesto. Aunque se pasa el día en todos lados menos en su habitación, le habla a cualquiera
—Sí, me di cuenta de eso —hubo un pequeño silencio incómodo hasta que Choi siguió escribiendo papeles y Jay supuso que era momento de irse, así que se levantó de la silla —Ehh...me iré ahora, gracias por...
—Tranquilo, ten cuidado con tu pierna
Jay asintió por última vez y se fue, pensando en si ir o no a cardiología.
Mejor no, no quería parecer interesado, aunque lo estaba.
A la mierda todo, iría ahora. Pero justo como lo dijo Choi, él estaba en todos lados menos en su habitación.
—¿Dónde te metiste renacuajo?
—¿Quién es un renacuajo? —escuchó la desgastada voz de la anciana que a penas había visto sentada en el sillón
—Nadie —Jay iba a irse, pero se le prendió el foco, y preguntó —¿Usted es familiar del niño este de ojos grandes y...
—¿Ojos grandes?¿Y mejillas regordetas? Debes hablar de mi Wonie —canturreó la anciana haciendo que Jay rodara los ojos, presentía que acababa de iniciar una conversación no deseada por su parte —¡Pero entra hombre! No te quedes ahí parado como un poste, te debe doler esa pierna
—Ehh...no, yo me tengo que ir porque ehhh... —Jay trataba de inventarse algo, una excusa cualquiera —Tengo unos exámenes clínicos, sí, eso. ¿Sabe dónde puedo encontrar a ehmm...Wonie? —intentó sonar lo más agradable posible, aunque su sonrisa parecía más macabra que dulce, pésimo actor
