⚘. 23 : Abrirnos

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A pesar de que Jungwon en innumerables ocasiones le dijo que no era necesario tener un gorro puesto, Jay insistía en hacerlo

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A pesar de que Jungwon en innumerables ocasiones le dijo que no era necesario tener un gorro puesto, Jay insistía en hacerlo.

Llevaba meses con el tratamiento, y ya no quedaba nada de cabello en su cabeza. Aún así, no se acostumbraba a su nueva imagen. Para él, era la imagen de un enfermo, de alguien que se estaba muriendo, y ahora mismo su alma estaba más viva que nunca.

Todos los días se enamoraba más de cada milímetro de Jungwon, de su manera de ser, de su manera de pensar, de actuar. Y temía no ser suficiente para él. No quería que lo viesen cuando estaba mal, no quería que nadie fuera testigo de su sufrimiento. Se esforzaba para hacerlo todo solo, para sonreírle a su madre cuando sentía pesado hasta el respirar. Realmente se estaba curando, entonces ¿por qué siente como si estuviera muriendo?

Jungwon, se sentía un poco deprimido porque Jay lo excluía de cosas de su vida. Él creía que era por algo malo, por falta de confianza, pero después de una larguísima charla con Beomgyu, supo que quien tenía la falta de confianza en sí mismo era Jay.

Jungwon lo entendía, todos lo entendían. Cuando Jay miraba al espejo veía un monstruo en el reflejo de un luchador. Y como no hablaba con nadie, guardaba todos esos sentimientos para sí mismo. Jungwon estaba dispuesto a hacerle entender lo que realmente era, porque su amor iba más allá de lo físico, tocaba profundamente el alma, como una cuestión del destino, como su estuvieran hechos el uno para el otro. Y era entonces cuando ambos odiaban al destino por hacer que se conocieran en tal situación. Su conclusión más lógica era que en su vida anterior  habían sido, por lo menos, Bonnie y Clyde.

Ahí estaba de nuevo, dispuesto a hablar con Jay, pero sentía que hoy tampoco iba a hacerlo porque cada vez que quería tocar el tema se sentía tan extraño, como si perdiera la cercanía que tenía con su novio. Tocó su puerta un par de veces, y sintió los movimientos del contrario al desplazarse por la habitación. Pensó que se estaría colocando el gorro adecuadamente para poder abrir, y bajo este pensamiento soltó un pesado suspiro. Olvidó todos los pensamientos negativos, hoy estaba feliz, y la amplia sonrisa con la que recibió a su chico fue prueba de ello.

— Es muy tarde, pensé que ya no vendrías a est-

Su oración no se completó, Jungwon le puso fin con el beso que plantó sobre sus labios, se tuvo que poner de puntitas para hacerlo — Cállate, tonto —ese tipo de apodos también se había hecho costumbre entre ellos, habían pasado tanto tiempo juntos — En unos minutos serán las doce de la noche, lo que significa que será nuestro segundo mesiversario.

— ¿Y? —preguntó Jay, no mostrando desinterés, más bien algo confundido por eso. Jungwon entró a la habitación sin pedir permiso, y el contrario pudo notar el aparato electrónico que llevaba en las manos.

— Y quiero mostrarte el power point que hice con fotitos de nosotros — dijo tranquilamente el pelinegro, mientras tomaba asiento en la cama de Jay, palmeando su lado vacío. Jay, al momento acató la orden y se sentó allí, observando como Jungwon achicaba los ojos y sacaba la punta de la lengua buscando el documento en su laptop, era un gesto muy gracioso que hacía cuando estaba concentrado. A Jay le parecía demasiado tierno, como para tomarle una fotografía. Sacó el celular disimuladamente para hacerlo, Jungwom jamás lo notaría porque estaba susurrando maldiciones y disparates porque no encontraba el maldito archivo, olvidó en qué parte de su computadora lo había guardado. El mayor aprovechó y apretó el botón de la cámara, sin darse cuenta de que el flash estaba activado. Jungwom de inmediato volteó con los ojos más entrecerrados aún por la intensa luz, y una mueca en el rostro.

Life ProofDonde viven las historias. Descúbrelo ahora