⚘.11 : Perder a una persona que quieres

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Jay deslizó sus dedos por los cabellos dorados que poseía, recogiendo estos en una coleta para poder lavarse la cara correctamente

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Jay deslizó sus dedos por los cabellos dorados que poseía, recogiendo estos en una coleta para poder lavarse la cara correctamente. Ni siquiera se secó con una toalla, sólo pasó su mano por su rostro mojado y salió del baño. Su mamá lo regañó varias veces por su aspecto desaliñado, pero a él poco le importaba, se pasaba el día en la habitación VIP que le asignaron en el hospital.

Tomó su celular y comenzó a jugar videojuegos ignorando por completo a su mamá cuando le mencionó que debía tomarse las pastillas.

—Es por gusto, no me van a curar —decía el rubio sin quitar la atención de su teléfono

—Jay, esto ayudará con tus dolores de cabeza, y tus malestares en general —su mamá intentaba ser positiva, de verdad lo hacía, pero su hijo no ayudaba en nada —Debes tomarlas

—No me importa el dolor en mi cuerpo, no durará demasiado. Moriré pronto.

Jay se mordió el labio cuando dijo lo último. Había sido un poco rudo con sus palabras, para su mamá y para sí mismo. Sus dedos temblaron por unos segundos y su mirada se perdió en la pantalla del celular. La señora Park lo miró con los ojos cristalizados esperando alguna disculpa o reacción por su parte, pero Jay estaba perdido y no tenía el valor mirar a los ojos a su progenitora. Finalmente la madre salió de la habitación limpiando sus lágrimas. Jay escuchó unos leves sollozos y suspiró, arrepentido por lo que acababa de decir. Su mamá era la única persona buena en su vida, todo lo demás es una mierda.

Intentó calmarse volviendo a su videojuego. Curiosamente la pantalla de su teléfono ponía "Game Over". Lo tiró con fuerza contra la pared para liberar un poco sus emociones.

—Ay, estos niños ricos ya ni cuidan sus cosas —la voz conocida, e irritante para Jay, apareció como por arte de magia en el cuarto —Bueno, supongo que tu papá te comprará uno nuevo —se burló el grandulón de casi dos metros que poseía la bata blanca.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Jay con indiferencia, como si estuviera hablando con algún alumno del instituto que le cae mal

Choi aclaró su garganta antes de hablar —Te recuerdo que soy un doctor de este hospital, vengo a revisarte

—Estoy bien, puedes irte —Jay ni lo miraba, sólo permanecía mirando al ventanal mientras se acomodaba en su cama

—Tsk, te creas. Hay que hacerte exámenes de sangre para controlar tus niveles —se acercó Choi tomando la mano del rubio para dejar un pinchazo en su dedo corazón y proceder a guardar una muestra de sangre

—¡Auch!

—Eso no duele tanto —se burló, y en el próximo instante cambió su risita por una expresión más seria, sin dejar de lucir dulce y amable —Sé que sigues enojado. Pareciera que es conmigo, pero en el fondo estás molesto con la vida. No puedo hacer nada para cambiar las reglas de este hospital,  yo sólo soy otro médico más, no doy órdenes, no mando. Si lo hiciera, ya hubiera conseguido ese corazón para Jungwon porque él realmente se lo merece, merece vivir como una persona normal —Jay veía sinceridad en sus ojos, pero su orgullo no lo dejaba relajar su rostro, por lo que seguía frunciendo el ceño ante cada una de las explicaciones de Choi.

—No me interesa, nada que tenga que ver con él me interesa —después de un silencio de diez segundos, Choi apretó sus labios en una línea mientras veía el dispositivo móvil con la pantalla destrozada en una esquina. Jay no lo estaba mirando, se había acostado de lado, dándole la espalda al doctor. En silencio, recogió el teléfono y se posicionó frente a Park con la mano extendida para entregárselo

—Que esté roto no significa que no sirve —Jay lo miró a los ojos, y tomó el teléfono de mala gana —me retiraré ahora, si necesitas algo, me puedes llamar

—Si necesito algo llamaré a otro médico —bufó, pero el doctor Choi ya se estaba acostumbrando al mal comportamiento del chico.

Antes de irse, el doctor Choi se quedó en la puerta, dudando si debía decirle o no a Jay.

—Jay ¿te puedo pedir un favor?

—No

—De igual manera te lo pediré. Jungwon...no ha estado bien en los últimos días —Jay, sin voltearse, escuchó con atención —Me informé sobre el accidente de esa noche, con respecto a eso está bien de salud, pero me refiero a su estado mental —Choi mordió su labio dudando si debía continuar puesto a que no estaba escuchando ninguna respuesta del rubio —Deberías ir a visitarlo, sé que tu presencia lo animará

—¿Por qué haría yo eso?

—Salvaste su vida, me enteré —suspiró y esperó unos segundos para decir algo más —Jungwon ha llorado mucho, está un poco deprimido. El bebé que iba a ver siempre, murió

Jay se quedó en silencio. Sólo se escuchó el portazo del doctor.

Pensó seriamente en ir a visitarlo, su especialidad no era calmar a las personas. Ya había visto a Jungwon llorar antes, por casi la misma razón, y supuso que era la misma persona de aquel día.

Recordó las palabras de Jungwon, y su mirada brillante, transmitido energías positivas en aquella sala de Neonatología.

Jay, a pesar de que tenía el corazón más frío que un iceberg, guardaba algo de cariño en él. Sólo era necesario que alguien lo descongelara. Era increíble que fuera ese mocoso quien lo estuviera logrando después de todo, porque allí estaba Park Jongseog, llamando a la puerta #289.

Un muy tierno adelante se escuchó, y al entrar, sobre la cama vio a un peli negro con el cabello revuelto, en pijama y los ojos enrojecidos, seguramente por estar llorando todo el tiempo.

—Jay hyun-

Jay se acercó antes de que él pudiera terminar su frase. Dejó sus muletas de lado tomando asiento en la cama.

Las mejillas regordetas de Jungwon comenzaron a mojarse con lágrimas, y su cuerpo a temblar al igual que sus labios.

A Jay no le quedó más remedio que darle un abrazo, entendía a la perfección como era perder a una persona que quieres.

¿y esta rosa? bno aparecí ª

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¿y esta rosa? bno aparecí ª

al rato vuelvo a actualizar o tal vez mañana, chau

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